Desde el siglo XX

José María Aznar llama a la sublevación de las derechas

Lo que se busca no es bloquear la amnistía, sino dar carta de naturaleza a la proclama de que Pedro Sánchez es y será presidente ilegítimo, golpista

El expresidente del Gobierno José María Aznar.

El expresidente del Gobierno José María Aznar. / EFE / Borja Sánchez-Trillo

José Jaume

José Jaume

Aznar, que entre los suyos tiene el predicamento del que carece Felipe González en el PSOE (la consulta en el partido lo ha evidenciado), ha hecho un llamamiento sin tapujos a la sublevación de las derechas contra el orden constitucional. Eso y no otra cosa constituye la afirmación de que Pedro Sánchez es «un peligro para la democracia», seguido de la proclama insurreccional: «el que pueda hacer, que haga». ¿Que haga qué? Lo que esté en su mano. La derecha judicial se ha puesto manos a la obra (la mediática anda desatada): el juez de la Audiencia Nacional García Castellón emite un auto en el que Carles Puigdemont queda incluido en la categoría de terrorista, al tiempo que los caducados vocales del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) propuestos por el PP (cinco años vulnerando el mandato establecido por la Constitución para renovarlos) arremeten contra la todavía inexistente amnistía declarando que está en riesgo cierto de quiebra el Estado de Derecho. «El que pueda hacer, que haga», lo que posibilita que la alegre muchachada de la extrema derecha (bastante entrada en años y en carnes, qué remedio) se manifieste con cierta violencia en algunas plazas ante las sedes del PSOE sin que el PP emita sus contundentes condenas a las que tan acostumbrados nos tiene cuando son las feministas o los pacifistas quienes salen a la calle. Las derechas están en pie de guerra; es metáfora, claro, porque otra guerra civil en las Españas no la habrá. Sosiéguense las almas temerosas de Dios, incluida la del obispo Munilla, que considera a la amnistía pecado mortal. No asistiremos a la quiebra del orden constitucional. No se hundirá el Estado de Derecho. El griterío amainará: el PP no está en condiciones de mantener la calle agitada toda la legislatura a punto de iniciase. Núñez Feijóo será, es ya, el líder de la oposición que agradecerá en su momento la consecución de la amnistía; lo hará cuando vea que puede entenderse con la derecha catalana, con Junts. El diario portavoz del capitalismo internacional, al que atienden como oráculo los mercados, el londinense Financial Times, editorializa a favor de la amnistía, la considera medida acertada. Europa, la OTAN, impiden que España se deslice por pendientes que han desgraciado nuestras dos últimas centurias.

No es la amnistía lo que solivianta a Aznar, a las derechas patrias; lo que las saca de quicio es que Pedro Sánchez, autócrata, inmoral, golpista, traidor, hijo de puta Sánchez, lo haya vuelto a hacer; que impida otra vez que las derechas lleguen al Gobierno. Eso es lo que las desazona, las descompone: daban por hecho la misma tarde del 23 de julio que el PP ganaba sobrado las elecciones, que con el concurso de Vox se aupaba al poder dejando al PSOE hecho raspas: sin poder municipal perceptible, sin poder autonómico destacable, sin el Gobierno de la Nación. PSOE enfeudado. El sueño húmedo de Aznar que no llega a materializarse. En el Congreso de los Diputados, sede de la soberanía nacional, Sánchez teje compleja mayoría, veremos hasta dónde llega, y se dispone a vertebrar España al revés de lo que las derechas desearían y aspiraban. De ahí la tensión callejera, la enorme pulsión judicial, reducto inabordable hasta hoy de los sectores más reaccionarios, ultraconservadores, de la sociedad española, verdadero «Estado profundo» junto a núcleos aposentados en la Guardia Civil, Policía Nacional y las Fuerzas Armadas, por fin convertidas, como en Francia, en el «gran mudo». Europa. La OTAN. Contra los instrumentos dirigentes del orden internacional las levantiscas derechas españolas nada pueden hacer, como, por fin, se ha demostrado en Polonia. El Financial Times lo certifica.

Acotación fructífera.- El despacho profesional de la diputada portavoz de Vox Idoia Ribas va viento en popa. La familia prospera adecuadamente. Vox languidece víctima de su incuria. La aguerrida extrema derecha solo sirve para agitar la calle. No sabe hacer política, precisando: ha renunciado a hacerla en beneficio de particulares intereses. Idoia Ribas deviene en impagable ejemplo de cómo se emascula a una formación política. En su caso, a Vox.

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