Opinión | Tribuna

Nadie quiere ser médica/o de familia. En Balears quedan más del 25% de plazas sin cubrir

Un médico en consulta.

Un médico en consulta. / EPE

«Le diré algo terrible de la vida: tiene sentido».

Con esta cita de Harold Brodkey comienza la novela de Hugo Abbati Los Puntos Cardinales, una distopía con humanos casi inmortales que no piensan y no se comunican. En estas líneas pretendo explicar por qué el comportamiento de los recién licenciados al no escoger la especialidad de medicina familiar y comunitaria (MFC), la más necesaria socialmente, es perfectamente racional.

Es noticia las 459 plazas de MFyC sin cubrir en todo el Estado. 19 en Balears. Quede claro que no escoger plaza MIR, para un recién licenciado sin especialidad, significa la imposibilidad de trabajar en el sistema sanitario: prefieren no trabajar a hacer esta especialidad.

¿Quién entiende la situación?

La especialidad de MFyC se creó en 1978. Pretendía capacitar, poner en valor y aumentar el prestigio profesional de los tradicionales médicos de cabecera. La elevación de la medicina de cabecera al rango de especialidad fue la aportación de España a la conferencia de Alma Ata de la OMS.

La situación ha cambiado mucho desde entonces: la enfermedad se ha convertido en un gran negocio, los viejos viven demasiado (¿quién pagará sus pensiones y los servicios que necesitan?), para el sistema sanitario la salud pasa a segundo plano que compite con el ensayo de tecnologías y fármacos (importante fuente de negocio) …

En este contexto un/a recién licenciado/a no escoge medicina familiar porque:

1. Prefieren no ser médicos/as de segunda categoría: el prestigio profesional y social de la MFyC es muy bajo al no estar vinculado a la fascinación tecnológica y superespecialización que sufre el mundo de la salud. El ninguneo de los «especialistas de verdad» a los médicos/as de familia ha sido una constante y basta ver que en los medios de comunicación nunca es noticia la visita domiciliaria, la escucha empática y toda la práctica que los MFC hacen. Parece que un médico/a es de familia porque no ha podido ser otra cosa.

2. Esto no lo han aprendido los estudiantes en la Facultad de Medicina. De los 360 créditos del grado de medicina en la UIB solo 6 son de MFC. Es probable que, con este tiempo sea grande su desconocimiento de la atención primaria y la MFC.

3. Las condiciones de trabajo cuando acabas la especialidad son muy malas. Contratos precarios, consultas masificadas, pocos recursos, falta de valoración de la administración donde los MFC son comodines para cubrir otras tareas del sistema. En la España vaciada a la falta de recursos y contratos precarios se añade el aislamiento y la imposibilidad de desarrollo profesional.

4. Médico/a de familia puede ser cualquiera. Parece que a la Administración Pública solo le interesa que se pasen las consultas a demanda (bien o mal) y que no haya quejas. Lejos quedan todos los contenidos del programa de la especialidad. La propia Administración reconoce que hay trabajando en el sistema público médicos/as no especialistas e incluso «no homologados». Con estos hechos, ¿de verdad consideran necesaria la especialidad?

Las causas apuntan a los remedios. Si eres un médico/a recién licenciado/a y no quieres ser el último mono de la profesión, no quieres que te hagan contratos renovables cada mes, no quieres ver 60 pacientes al día, no quieres irte a un pueblo perdido a hacer quién sabe qué… entonces no escojas medicina de familia.

Si a pesar de todo te equivocas y la escoges que sepas que tendrás la oportunidad única de acompañar a las personas en su recorrido vital, estarás toda la vida aprendiendo, te sentirás útil todos los días. Aunque con el sueldo que te pagan no vas a poder alquilar una casa y para sobrevivir tendrás que hacer más guardias que un romano.

Eso sí, si no sólo la comienzas, sino que la acabas y trabajas de médica de cabecera… entonces no eres solo un especialista en MFyC, también eres una HEROÍNA O UN HÉROE. El problema es que en esta sociedad en la que vivimos quedan pocos héroes y heroínas. ¡Qué lástima pensará la Administración!

Pero un sistema sanitario público integrado e integral no se sostiene con heroicidad sino con el trabajo de la Administración, que debe establecer las condiciones que igualen la MFC a otras especialidades y refuerce sus canales de relación y comunicación.

«Solo así la vida tiene sentido».