Regreso a Mallorca

Me encontré a dos personas conocidas que me preguntaron qué porque últimamente no publicaba algún artículo, reconozco que me alaga que se interesen por ello. En agosto interrumpí mis escritos porque durante el mes estuve en África. Recién llegado a Mallorca fui a dar un paseo por el Born, Jaume III, Parc de la Mar, hasta el Portixol, para reencontrarme con el mar Mediterráneo, Mallorca, Palma. Concretamente en esta ocasión estuve en Zimbabue, Zambia y Sudáfrica. Esta zona de Palma que recorrí al atardecer, tiene una gran armonía, el Castillo-Palacio de la Almudaina, la Catedral, las murallas renacentistas, las fachadas de las casas del casco antiguo de la ciudad, todo hermoso, relajante. Pensé que Mallorca es un buen sitio para vivir si es que no decides hacerlo en el África subsahariana, donde la naturaleza es salvaje y a la vez acogedora. El río Zambeze, con un caudal de agua impresionante, las cataratas Victoria, -Victoria Falls-, millones de hectómetros de agua precipitándose desde una altura de 120 metros, sabanas de extensiones inmensas, grandes animales que viven y están a lo suyo y que son respetados por una población cordial, a pesar de su pobreza. Su moneda, 10.000.000 &, (si, diez millones de dólares del Banco de la Reserva Federal del país), al cambio, equivale un dólar norteamericano. En las reservas, grandiosas zonas protegidas, solo se oye, «el silencio», interrumpido a veces por el rugido de algunos elefantes, leones, guepardos, búfalos… Las noches te permiten observar el firmamento como ocurría en Mallorca antes de la polución lumínica actual. Además, allí no llegan noticias del mundo, España no se conoce, no alcanza la televisión, radio, teléfono, prensa, todo es paz, avenencia, calma.

Pero el regreso te reintegra, en unas horas, a una realidad crispante, inestabilidad política, no hay gobierno y será difícil lograrlo. Cualquiera de los dos partidos dominantes si consigue una mayoría que le de apoyo tendrá muy difícil gobernar, la gran fragmentación de las cámaras y las reivindicaciones de las pequeñas, pero activas y exigentes, formaciones políticas, pedirán réditos imposibles de dar. No es fácil el entendimiento y pienso que tal vez no les interesa, ni a unos ni a otros, ¿estamos abocados a nuevas elecciones? Mientras y para distraer al personal las noticias se centran en temas banales. Cuando iniciamos el viaje los medios estaban centrados en el execrable crimen de un tal Sancho cometido en Tailandia, con una proliferación de repugnantes detalles. A la vuelta, está el país centrado en un caradura, un individuo ordinario, un tal Rubiales, que ocupa un puesto relevante en el mundo del deporte, (y que de rubio no tiene nada, mas bien calvo) que presume de guaperas y de «paquete testicular» en el palco presidencial, ¿cómo se puede permitir esto?, (al parecer se comenta que tiene buena relación con la Moncloa). Con independencia de lo que hizo con la futbolista Hermoso, merece ser cesado también por hortera, ramplón y vulgar.

Buena noticia para los ciudadanos de Palma. He ido a ver al nuevo alcalde de Palma, Jaume Martínez, arquitecto, hijo de un buen arquitecto, con el que tuve la suerte de se encargase, junto a Pere Nicolau, de la rehabilitación del Gran Hotel, desde el año 1990 y 1993. Hoy este edificio vuelve a ser el mejor exponente de la arquitectura modernista en Mallorca. Durante la conversación que mantuvimos sobre la ciudad que va a gobernar durante los próximos cuatro años, tuve la impresión de que tiene ilusión, ganas y capacidad. Creo que será un alcalde resolutivo, que mejorará la situación de suciedad de la capital, la Policía Municipal y, los servicios municipales, ante los que los ciudadanos se sienten impotentes y a veces desconsiderados. Tiene buenas formas y buenas intenciones. Al despedirnos le he hecho una sugerencia, que retire una espantosa figura de plástico, que se colocó por la administración anterior, en una especie de capillita, dentro del vestíbulo del magnífico Casal del Ayuntamiento. Supongo que este horror se trata de una reproducción imaginaria del Drac de na Coca, cocodrilo africano, que llegó en algún barco procedente de aquel continente en el siglo XVII y que en su día debió de aterrorizar a los ciudadanos de las calles de la Portella, Miramar, Morey y Pont i Vich. En aquel entonces un aguerrido militar, el capitán Coch, logró matarlo y ofrecerlo como trofeo a su novia. Hoy se encuentra, el auténtico saurio, embalsamado, en el museo diocesano, lugar más adecuado que el zaguán del Ayuntamiento. El alcalde me aseguró que lo sacaría de allí. Es Drac de na Coca ha sido tema argumental en algunas rondallas.

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