Pensamientos

Podemos no sabe gobernar

Felipe Armendáriz

Felipe Armendáriz

Los ciudadanos tienen un sexto sentido para, a la hora de votar, descartar aquellas candidaturas que, a priori, parecen inútiles. Esta profilaxis es la que provocado en Balears la desaparición de Ciudadanos y del Pi y la casi extinción de Unidas Podemos.

Sobre el partido de Patricia Guasp poco cabe decir: mejor no se hubieran presentado a los comicios. En la vida hay que saber decir adiós. Es mejor irse con dignidad que marcharse a escobazos.

El desprecio de los electores hacia esta fuerza (que necesitaba 27.000 apoyos para entrar en el Parlament y se ha quedado a 5.986) nace, al igual que en Podemos, de la clara convicción de que es algo superfluo. En pocos sitios de España han gobernado y, si han llegado al poder, su balance ha sido pésimo. En las islas, que yo recuerde, no han gestionado ninguna institución. Menos mal.

Pero la marca de Pablo Iglesias, Juan Pedro Yllanes, Alberto Jarabo, Antònia Jover, Ione Belarra e Irene Montero tiene más pecado. Ellos sí han dirigido ministerios, consellerias, ayuntamientos y Consells, pero han demostrado que lo suyo no es gobernar.

Antònia Jover no ha conseguido escaño en el Parlament. Al tratar de explicar el fracaso recurrió al socorrido «no hemos sabido transmitir nuestro proyecto». El problema es más bien el contrario: el mensaje estaba clarito: no nos servís.

El PSIB, al fallar la pata del partido morado (al igual que en otras muchas partes de España), se ha quedado sin posibilidad de mandar. El PSOE tiene que agradecer mucho a Podemos por este largo período de gobernanza. Más quien bien te quiere te hará llorar. Los que le auparon a la cumbre hace unos años han sido ahora los verdugos.

Va a ser muy complicado parar la marea conservadora de PP y Vox en las generales del 23 de julio. Volvamos al principio: los electores calan a los malos gestores. Los marginan. Saber dónde están los buenos pilotos de la cosa pública ya es más difícil.

Podemos ha hecho mucho daño a la izquierda. Lamentablemente todavía le quedan fuerzas para seguir haciendo maldades.

Esperpentos, como la ley del ‘solo sí es sí’ o las chapuzas de Sonia Vives en Cort, han evidenciado que a algunos ser autoridad les viene grande. A eso cabe unir las obsesiones de Pablo Iglesias y su camarilla con la prensa, la banca, los grandes empresarios o el mismísimo Putin.

Es triste que una corriente, nacida como aire fresco contra un bipartidismo caduco, decante y corrupto, haya dilapidado tan pronto su potencia. En tan solo cuatro años Unidas Podemos ha perdido la mitad de los votos en Balears. Hace diez años obtuvo 10 escaños. El 28M solo consiguió un acta por Menorca.

La crisis de El Pi es diferente. La Part Forana le ha dado la espalda. Probablemente el partido de Josep Melià, un líder sensato y competente, se ha visto engullido por la división de la sociedad en dos bloques. Los centristas sí han gobernado consistorios. No lo han hecho tan mal.

Lo cierto es que los ciudadanos los han marginado por irrelevantes. No han confiado en ellos, incluso en municipios donde tenían buena fama y arraigo.

La foto de Maria Antònia Munar en un mitin celebrado en Costitx (donde sí han triunfado) fue una severa puñalada para el resto de las islas. Nadie quiere la vuelta a un pasado tan putrefacto como la etapa de UM.

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