Una ibicenca fuera de Ibiza

España es

Pilar Ruiz Costa

Pilar Ruiz Costa

En terapia de pareja perdí un marido pero gané la sabiduría de que aquellos ‘siempre’, ‘nunca’, ‘todo’, ‘nada’ que poblaban los reproches del santo de mi ex no solo eran irreales, sino que le causaban un daño terrible. Consuelo de tontos —y soltera—, desde entonces se me encienden las alertas cada vez que escucho discursos que no hacen sino disfrazar la falta de argumentos por rotundidades. Y esta semana, ¡qué hartón de nino-nino en las noticias y redes sociales! Montones de señores posicionados, categóricamente, en si ‘España es racista’ o no. Un debate que hasta la fecha acaba con muchos gritos, pero en tablas.

Pero vayamos al principio del alboroto, que no es que unos energúmenos pertenecientes a una archiconocida peña ultra del Valencia recibieran a Vinícius Jr, del Real Madrid —antes incluso de que entrara a Mestalla— a gritos de «¡Negro de mierda!», «¡Eres un mono, Vinícius, eres un mono!», que eso no es ni nuevo ni novedoso. No, la variable para que esta ecuación acabara en polémica ha estado en que el propio Vinícius, en lugar de tragar —como tantos otros, tantas veces—, optó por defenderse en un tuit:

«No fue la primera vez, ni la segunda, ni la tercera. El racismo es normal en LaLiga. La competición lo considera normal, la Federación también y los rivales lo fomentan. Lo siento mucho. El campeonato que una vez perteneció a Ronaldinho, Ronaldo, Cristiano y Messi ahora pertenece a los racistas. Una hermosa nación que me acogió y a la que quiero, pero que ha aceptado exportar al mundo la imagen de un país racista. Lo siento por los españoles que no estén de acuerdo, pero hoy, en Brasil, España es conocida como un país de racistas. Y desgraciadamente, por todo lo que ocurre cada semana, no tengo forma de defenderlo. Estoy de acuerdo. Pero soy fuerte e iré hasta el final contra los racistas. Aunque sea lejos de aquí».

Que el presidente de LaLiga, Javier Tebas, se apresuró a responder, no para defender a Vinícius, sino para defenderse de lo que consideraba un ataque de Vinícius: «Ni España ni LaLiga son racistas, es muy injusto decir eso. […] Esta temporada se han denunciado 9 veces insultos racistas (8 de ellas ha sido por insultos contra Vinícius). Siempre identificamos a los energúmenos y elevamos la denuncia a los órganos sancionadores. Da igual que sean pocos, siempre somos implacables. No podemos permitir que se manche la imagen de una competición que es sobre todo símbolo de unión entre pueblos, donde más de 200 jugadores de raza negra en 42 clubes reciben cada jornada el respeto y el cariño de toda la afición, siendo el racismo un caso extremadamente puntual (9 denuncias) que vamos a erradicar».

200 jugadores en 42 clubes y de las 9 denuncias ‘extremadamente puntuales’, 8 de insultos contra Vinícius, ¡también es mala suerte…!

Y a partir de ahí se fue deformando el reproche legítimo del agredido a un «Mestalla (toda) es racista», «Valencia (siempre) es», «España (enterita) es» hasta llegar a los bienintencionados de marca blanca del «Condenamos el racismo PERO… si hay más negros y no se les insultó, llamar negro de mierda no es racista, sino que el mono va provocando» que recuerda demasiado al «¿Cómo voy a ser yo machista si tengo madre y hermanas?».

Y por la pasta que gasté en terapia les adelanto que nada se resuelve mientras las posturas se enrocan en sentencias absolutas o preguntas equivocadas. ¿Que en España hay racismo? Sí. Y lejos de ser «casos puntuales», apenas nos llega la punta del iceberg de lo que soportan los jugadores y ni uno solo de ellos se puede banalizar porque no, no son salidas de tono espontáneas de individuos aislados en el fervor del partido, sino peligrosos nichos ultras que al sentirse impunes se retroalimentan, ¿o alguien duda de que, si pudieran, pasarían de la palabra a los hechos?

Porque a pesar de la Ley contra la violencia, el racismo, la xenofobia y la intolerancia en el deporte del Gobierno de Zapatero en 2007; a pesar de los Reglamentos Disciplinarios de la UEFA y la FIFA, lo que es «extremadamente puntual» en España, es que se aplique. De hecho solo una vez, un partido profesional ha sido suspendido: en 2019, el Rayo Vallecano-Albacete se aplazó por los gritos «¡Eres un nazi!», «¡Fuera de Vallecas!» a Roman Zozulya por parte de la afición vallecana, que ya frustrara en 2017 el fichaje del jugador ucranio —también rechazado por equipos suecos por la oposición de sus seguidores por las supuestas publicaciones del jugador con simbología nazi—.

Si el santo de mi ex me dice que le molesta esto o aquello, a ratos, puedo intentar cambiarlo, pero si su queja es que lo hago mal todo, siempre… no me deja otra opción que largarme. Si la sentencia es «España es racista», la reacción serán un montón de aludidos a la defensiva. Pero si el mensaje, literal, es «que el racismo es normal en LaLiga» (‘normal’; que es habitual u ordinario), ya sabemos por dónde arremangarnos y empezar a limpiar, antes que la mugre se nos extienda…

@otropostdata

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