Condenado un yihadista que incitaba desde Palma a seguir con la violencia

El preso pintó una bandera del Estado Islámico en un muro de la cárcel, desde donde se comunicaba con sus compañeros por carta

El preso logró pintar una bandera de Daesh en un muro de la cárcel de Palma.

El preso logró pintar una bandera de Daesh en un muro de la cárcel de Palma. / B. Ramon

La Audiencia Nacional ha condenado a siete años de cárcel al yihadista más radical que ha estado recluido en la cárcel de Palma, como autor de un delito de captación y adoctrinamiento terrorista. Este individuo, nacido en Ceuta y por tanto de nacionalidad española, fue detenido en el año 2013. Dirigía una cédula de la organización islamista radical, que tenía el propósito de enviar combatientes para realizar la yihad a Siria, a través de uno de los grupos de Al Qaeda.

Este individuo ha pasado por varias cárceles del país y una de ellas fue la prisión de Palma, donde tenía que cumplir, en un régimen de máxima vigilancia, una pena de doce años de prisión, que teóricamente terminaba de pagar dentro de dos años.

El preso, durante su estancia en Palma, fue sometido a un régimen penitenciario de máxima seguridad, de tal manera que pasaba la mayor parte del día encerrado en su celda, donde apenas salía unas horas para dar vueltas por el patio interior de la cárcel. Pero a pesar de esta vigilancia extrema, sin que se sepa de qué forma pudo hacerlo, logró pintar una bandera del Estado Islámico, Daesh, en el muro de la cárcel, junto a una inscripción en árabe.

Antes de su traslado a la prisión de la isla, el preso radical estuvo ingresado en diferentes centros penitenciarios del país. Allí sí se le permitía estar en contacto con otros compañeros. Gracias a esta relación, estos presos decidieron impulsar un nuevo colectivo de reclusos musulmanes, para continuar fomentando el ideario yihadista durante su estancia entre rejas. Así, el objetivo era seguir estudiando e ir formándose, tanto física como mentalmente, con el compromiso de que una vez que quedaran en libertad, continuarían con la lucha armada. Es decir, no mostraba el más mínimo remordimiento, sino todo lo contrario, se mostraba incluso dispuesto a sacrificar su vida si fuera necesario para lograr el objetivo de ir extendiendo su religión.

Según señala la sentencia, este preso de Palma, cada vez que llegaba a una prisión, quiso ejercer el papel de líder de los presos vinculados al terrorismo yihadista. Su intención era que estos compañeros no se frustraran por su estancia en la cárcel y continuaran mostrando su radicalización, con el objetivo de seguir con la lucha armada. Estas propuestas a sus compañeros radicales las explicaba a través de las cartas que enviaba desde una cárcel a otra. Muchas de estas misivas las escribió y las envió desde la cárcel de Palma, sin que en ningún momento hubieran sido interceptadas. A la vez, también recibió cartas de otros compañeros, con los que compartía su ideario radical y su sueño de seguir desarrollando actos terroristas una vez que ya hubieran cumplido la pena de prisión.

En varias cartas, que después fueron interceptadas, el recluso les recordaba a sus compañeros presos que no debían olvidar que seguían siendo luchadores de la Daesh y mantenían su compromiso con la lucha armada.

Al mismo tiempo, les requería para que evitaran mantener contactos con otros presos que no fueran musulmanes. Es decir, pretendía que los presos extremistas únicamente se relacionaran con sus compañeros de lucha. Este ideario fue bautizado con el nombre de «programa de patio», de tal manera que los presos radicales tenían prohibido hablar o relacionarse con los reclusos infieles, es decir, los que no seguían los principios del Islam.

No solo transmitía órdenes a sus compañeros a través de estas cartas, sino que también les indicaba que Alá les iba a otorgar la victoria, si eran capaces de aguantar la presión que suponía estar tantos años privados de libertad.

El preso de Palma no era el único que transmitía estas órdenes por carta. Contaba con la ayuda de dos compañeros, con los que compartía el ideario radical, con los que coincidió en otras cárceles. Uno de ellos también ha sido condenado a siete años de prisión por el mismo delito. El otro, en cambio, salió de la cárcel y desde entonces se ha perdido su pista. Este último era un conocido imán que durante los años que vivió en España incitaba a sus seguidores a que se sumaran a la lucha armada.

El preso radical que estuvo en Palma fue trasladado a otra cárcel después de que se descubriera la bandera de Daesh pintada en uno de los muros. Ahora está en otra cárcel de la Península.