Tres generaciones de alumnos de Montesión: «La cesión del colegio es una muestra más de la decadencia patrimonial de los jesuitas»

Los escritores José Carlos Llop y Nadal Suau y dos jóvenes estudiantes ofrecen sus impresiones sobre el cierre del conocido colegio

La noticia ha causado tristeza entre los más jóvenes: «Ha sido todo un privilegio disfrutar de un espacio tan único»

El nuevo colegio de Montesión abrirá en Son Moix en septiembre de 2025, su sede actual será alquilada durante medio siglo como residencia.

El nuevo colegio de Montesión abrirá en Son Moix en septiembre de 2025, su sede actual será alquilada durante medio siglo como residencia. / B.RAMON

Guillem Porcel

Guillem Porcel

El colegio Montesión, situado en el corazón de Palma, pasará a ser una residencia medicalizada. La confirmación de la noticia, conocida e interiorizada por todos aquellos que en algún momento pasaron por sus aulas, ha generado un gran debate, sobre todo entre las generaciones más jóvenes.

El escritor José Carlos Llop estudió en Montesión entre los siete y los diecisiete años: «Mi recuerdo de aquella época es magnífico, muy bonito y tengo una memoria muy grata, pero en aquellos años no valoraba estas cosas, algo normal porque la ciudad no se vivía de esta manera». Recuerda que se trata del colegio más antiguo que, en estos momentos, tiene abierto la Compañía de Jesús y considera que la cesión de un edificio tan emblemático al empresario asturiano Víctor Madera es «una muestra más de la decadencia patrimonial de los jesuitas, que va en paralelo a la decadencia de la orden en Europa, que es una cuestión que lleva arrastrando hace ya un siglo».

Llop asegura que las mutaciones de los cascos antiguos de las ciudades de Europa son «un signo de los tiempos irrevocable y contra lo que poco se puede hacer», aunque reconoce que «de una orden religiosa se espera un poco más de defensa de su propio patrimonio». 

Sobre los posibles efectos que tendrá este cambio en la vida del barrio, el escritor mallorquín deja claro que esta decisión responde a una lógica que ya está afianzada en otras capitales del continente: «Se cambiará la vida de los jóvenes por la de los viejos. Es una metáfora de Europa porque se pierde sangre joven y aumenta la vieja». En este sentido, reitera la importancia de este tipo de enclaves porque los cascos antiguos son «la memoria de todas las ciudades europeas». Pese a ello, Llop está «convencido» de que la nueva residencia será «magnífica porque el emplazamiento es extraordinario y no creo que afecte negativamente al barrio».

Otra persona que pasó parte de su etapa formativa en el colegio Montesión fue el escritor y crítico Nadal Suau. Expresa que la importancia que le concede a su paso por el centro es «relativa y justa en mi biografía» y asegura que no ha dedicado mucho tiempo a pensar en el impacto de esta decisión. No obstante, reconoce que para la ciudad «tiene algo de perdida porque se pierde una tradición y una funcionalidad histórica del edificio» y lamenta que este tipo de movimientos, cada una de estas «pérdidas», supone «una rebaja más de la identidad» de una ciudad como Palma.

«Tener el colegio en ese enclave daba mucha vida al barrio. Si algo bueno recuerdo de Montesión, además de algunos profesores, son los cuatro años que pudimos vivir en el centro, porque ese casco antiguo tan rico en patrimonio era tu casa y pasabas muchas horas allí», afirma Nadal Suau.

Lamenta que Ciutat esté teniendo un balance de pérdidas «tan intenso» en los últimos diez años, con multimillonarios en busca de un palacio en el centro histórico y cierres de comercios tradicionales: «Echar del centro de Palma la vida ciudadana porque se ha convertido en otra cosa es un signo de los tiempos. La lenta muerte del centro de la ciudad es una evidencia y este es un factor más, porque si el resto del casco antiguo estuviera funcionando con normalidad tendría menos importancia».

Las generaciones más jóvenes han recibido la noticia con tristeza porque muchos han dejado el colegio hace apenas unos años. Carmen y Alberto, dos alumnos que han sido de los últimos que podrán disfrutar de este edificio, reconocen que la noticia ha causado pena entre sus amistades de Montesión porque todos hablan de su paso por el centro como «todo un privilegio» por haber podido disfrutar de un espacio «tan único». Ambos coinciden, al igual que sus amistades, en que una de las consecuencias más directas será la imposibilidad de volver a visitarlo: «Todos nuestros compañeros comparten que es una gran pena, para muchos era más que un colegio porque seguimos teniendo una relación cercana con él».

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