«Mi amigo Gabriel Escarrer no me ha mordido nunca», decía Jerónimo Saavedra

El dos veces ministro socialista ahora fallecido reconocía el papel de «pionero del nuevo empresariado» del hotelero al que estuvo ligado

El fallecido Jerónimo Saavedra, en Palma en 2017 para un encuentro de la masonería.

El fallecido Jerónimo Saavedra, en Palma en 2017 para un encuentro de la masonería. / Manu Mielniezuk

Matías Vallés

Matías Vallés

El doctor en Derecho Jerónimo Saavedra fallece como doble ministro con Felipe González, y también presidente por duplicado de la comunidad canaria donde nació. Sin embargo, el impacto de su fallecimiento en Mallorca reside en la excelente amistad que fraguó con su coetáneo Gabriel Escarrer Juliá, por encima de las inevitables discrepancias ideológicas con el fundador del grupo Meliá.

Saavedra presumía de una estrecha relación con Escarrer, que armonizaba lo personal con lo profesional. Era una de las voces de confianza del hotelero, que apreciaba sus contribuciones. En una visita a Palma en 2017 con motivo de su participación en un encuentro de la masonería, el que fuera primero ministro de Educación y más adelante de Administraciones Públicas bromeaba sobre el vínculo con el empresario:

-Su amigo Gabriel Escarrer no es muy socialista.

-No, pero es un hombre muy cordial, a mí no me ha mordido nunca y mantenemos una amistad que valoro.

El vínculo entre el político y el empresario no se truncó ni cuando el primer Pacto de Progreso creó el impuesto turístico que soliviantó a los hoteleros. El exministro reconocía que «discutimos con Escarrer cuando Francesc Antich implantó la ecotasa, pero con buen tono».

La proximidad entre Escarrer y el dirigente canario iba más allá de la veintena de hoteles bajo la insignia de Meliá en el archipiélago atlántico, que permitía a Saavedra defender encarecidamente a su amigo «porque ha propiciado el desarrollo de Balears y Canarias». Al ampliar el foco, resaltaba que el mallorquín «es uno de los pioneros del nuevo empresariado español del postfranquismo».

Locuaz y dotado de bonhomía, Saavedra destacaba en Escarrer las virtudes empresariales de que «ha arriesgado y ha invertido». También resaltaba el protagonismo del patriarca que reside ahora en su mansión de Son Vida, a la hora de valorar la sucesión en el imperio. «Ahora continúan la empresa sus hijos, aunque a Gabriel Escarrer no le gusta dejar de gobernar».

Saavedra es un ejemplo de la muy dispar importancia que han adquirido Canarias y Balears en Madrid a lo largo de la democracia. Encabeza la relación de significativos ministros canarios, que en las dos últimas décadas afronta al archipiélago mediterráneo con un estrepitoso marcador de cinco miembros del gabinete a cero.

Consciente del papel de fiel de la balanza que ha ejercido Canarias en la política estatal, Saavedra se reía abiertamente cuando se le recordaba que su comunidad era la más mimada por un Mariano Rajoy en minoría. No criticaba el esmero del PP en el trato a Coalición Canaria y Nueva Canarias, porque «con mayoría absoluta, el partido en el Gobierno se olvida de las regiones. En minoría, necesita apoyos y da dinero a cambio». Se expresaba con la misma franqueza que al valorar su condición como uno de los primeros políticos de alto nivel que exteriorizó su homosexualidad:

-Salir del armario homosexual vale, pero proclamarse masón ya es vicio.

-Es una seña más de identidad. Soy un hombre muy libre, no me ha condicionado más que el compromiso ético con los Derechos Humanos. Hay imágenes que no me gustan del todo en el Día del Orgullo Gay, pero la presencia de homosexuales en las calles es necesaria hasta que desaparezca la persecución.

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