Los impulsores del movimiento 'Adolescencia sin Móvil' en Mallorca: «Dar un móvil a un niño es como darle un Ferrari: no está listo»

Laura Moyà y Xim Fuster son los creadores del grupo de Telegram al que se han sumado más de 2.000 personas para hacer ‘frente común’ y esperar a los 16 años para dar el primer ‘smartphone’ 

Los promotores de esta iniciativa estudian crear ahora grupos a nivel de barrio o centro y piden a Educación que prohiba de forma generalizada el uso de estos dispositivos en los institutos

Laura Moyà y Xim Fuster, promotores del grupo de padres ‘por una adolescencia sin móvi’.

Laura Moyà y Xim Fuster, promotores del grupo de padres ‘por una adolescencia sin móvi’. / B. Ramon

Mar Ferragut Rámiz

Mar Ferragut Rámiz

Cuando su hijo empezó el instituto y vieron que era el único que no tenía móvil pensaron que ellos eran los raros. Se sintieron un poco solos. Ayer, después de que reventara el grupo de Whatsapp que crearon «por una adolescencia libre de móvil» tras sumarse más de mil personas, se dieron cuenta de todo lo contrario: «Somos muchos los padres que estamos preocupados con este tema». 

Así se expresan Laura Moyà y Xim Fuster, los dos padres mallorquines que, imitando una inicativa que también se está popularizando en Barcelona, el lunes decidieron lanzar este grupo (ahora migrado a Telegram) para hacer un frente común y retrasar hasta los 16 años la edad en que los jóvenes acceden a su primer teléfono inteligente. 

Ahora mismo, la mayoría de progenitores dan este dispositivo cuando sus hijos inician la Secundaria, a los 11 o 12 años (algunos lo dan antes: no es un regalo raro de primera comunión). 

Según el informe sobre menores y nuevas tecnologías presentado por UNICEF en 2022, a los 12 años el 90% de los chavales tiene móvil. Así que sí existe cierta costumbre o inercia, de darles un ‘smartphone’ cuando empiezan el instituto, «pero, ¿dónde está escrito que hay que dárselo en ese momento?», se plantean estos padres mallorquines, que con el grupo creado (al que también se han sumado profesores y psicólogos) quieren, en primer lugar, «abrir el debate» y «tejer una red de colaboración entre las familias».

Aclaran que en ningún caso están en contra del uso de la tecnología y creen que si la excusa es un tema de seguridad (de saber dónde están los menores y poderles contactar) se les puede dar un teléfono sin acceso a internet. En el caso de los móviles inteligentes, los menores de estas edades «no están preparados para recibir tantos ‘inputs’» como les permite el dispositivo. Para Moyà es como «darles un Ferrari cuando no pueden ni conducir» (y muchas veces además sin ningún tipo de límite: según el citado informe de UNICEF solo un 25% de los padres pone mecanismos de control en el móvil de su hijo). 

Fuster recuerda algunos de los posibles riesgos de que los menores tengan móviles con internet sin ningún tipo de supervisión o control demasiado pronto: del acceso a la pornografía a una edad muy temprana (los estudios hablan de que están empezando a verla a los 8 años); al ‘ciberacoso’; las apuestas; o el ‘sexting’. 

Entienden y asumen que en cada hogar los padres han de hacer su parte «hablando mucho con sus hijos» y también con el ejemplo, señalan. «Todos nos hemos de educar, hemos de crear los códigos de uso», indica Fuster, quien vuelve a la investigación de UNICEF, que recoge que el 37% de los padres tiene el móvil encima de la mesa a la hora de la comida, preparado para usarlo en cualquier momento.  

Aparte de la responsabilidad de cada familia, Moyà y Fuster creen importante generar cierta postura común, algo que también consideran que debería adoptarse en los centros escolares. Ahora muchos colegios e institutos prohíben llevar los móviles al centro o usarlos durante la jornada lectiva, pero no es una directriz común, sino que depende de cada consejo escolar: «La conselleria de Educación debería haber una normativa única para todos», defienden.

Creado el macro-grupo de padres y abierto el debate, ¿ahora qué?: «Toca empezar a trabajar, buscar manos que se impliquen y crear grupos específicos a nivel de barrio o de centro, poco a poco», señalan. Para ellos, ahora abrumados con el éxito de su iniciativa, el éxito sería lograr revertir la tendencia de cara al curso que viene y que «la mayoría de los niños que empiecen 1º de ESO no tengan móvil».