Lletra menuda: Ebullición por intromisión

Alumnos entrando a un colegio público de Calvià.

Alumnos entrando a un colegio público de Calvià. / J. L. Sánchez

Llorenç Riera

Llorenç Riera

El ámbito académico suele ser germen y motor de inquietudes e inconformismos. Va con su propia naturaleza y es signo de buena salud, pero cuando la revolución no se genera ante la cátedra o en el pupitre, ya es otro cantar. Más preocupante. Es lo que está ocurriendo ahora a cuenta de la impracticable libre elección de lengua y, asociado a ello, la eliminación de las zonas escolares.

Son unos cambios que debilitan la paz académica y, lo más grave, no se sustentan en el impulso de la profesionalidad docente o el criterio sociológico ecuánime. Responden a la intromisión política de sustrato ideológico que aplica un PP que debe obediencia por apoyo de Vox. Pese a la negativa de tal realidad, la ultraderecha consigue avances en su obsesión casi enfermiza por restablecer el elitismo de clases en clase y la segregación.

Una zona escolar única en las poblaciones importantes es un instrumento de varios filos abierto a todas las posibilidades. Si bien la legislación estatal y autonómica obligan a la reserva de plazas para necesidades específicas, la libre elección geográfica de centro deja a la intemperie aspectos diversos que van desde la movilidad urbana a peligrosas concentraciones de alumnado en función del niveles académicos o vulnerabilidades diversas.

Con la irrupción política que se está haciendo en los colegios se estimula una conflictividad que nada tiene de lección académica. De momento, la inquietud se instala en las familias y el profesorado. Se reabren cuestiones que estaban resueltas y se deja en un plano inferior a las infraestructuras siempre pendientes.

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