Catorce pueblos de Mallorca ya tienen más segundas residencias que viviendas habituales fijas
La expulsión de vecinos por el aumento de precios de los inmuebles es la principal consecuencia de este desequilibrio que alcanza casi el 70% en algunos municipios de la isla
Cuando las segundas residencias superan a las viviendas principales en un municipio se sucede una cascada de situaciones que alteran la vida normal de sus habitantes. Este hecho ya se está produciendo hasta en catorce pueblos de Mallorca.
La lista de afectados es la siguiente: Andratx, Banyalbufar, Campos, Costitx, Deià, Escorca, Estellencs, Felanitx, Fornalutx, Pollença, Sencelles, Sant Joan, Santanyí y Ses Salines.
En algunos de estos casos, las casas destinadas a fin de semana o periodos de vacaciones alcanzan el 60% y se acercan al 70 del total de viviendas censadas en el municipio. Es el caso de Andratx (60,62%), Banyalbufar (62,8%), Deià (65,2%) y Fornalutx (66,8%), según cifras extraídas del último censo de población y viviendas del Instituto Nacional de Estadística (INE), con datos del 2021.
Si bien sectores como el turismo, la construcción o la restauración se benefician claramente de estos elevados porcentajes, los geógrafos advierten de las consecuencias económicas y sociales que tiene para un territorio disponer de una cifra tan elevada de viviendas en las que se reside de forma esporádica.
Encarecimiento del precio de la vivienda
Una de ellas y la principal es el encarecimiento del precio de la vivienda. «Cuanto más deseada es la posesión de un bien, más sube el precio. Y sobre todo la segunda residencia, que antes era un bien con valor de uso de descanso y ahora es un posible activo financiero y/o un objeto de especulación», considera el profesor Antoni Artigues.
Estrechamente relacionada con esta problemática está la marcha forzada de muchos jóvenes al no disponer de capacidad económica para pagar una hipoteca o alquiler. La gentrificación está afectando así a la gente de menor edad, pero también a las clases trabajadoras en general y a las personas que se encuentran en situaciones de vulnerabilidad, considera el geógrafo e investigador Macià Blázquez. Los datos del censo de población del INE certifican esta expulsión vecinal. Perdieron población española en 2021 respecto a 2011: Banyalbufar, Escorca, Estellencs, Felanitx y Fornalutx. Y por primera vez en muchos años se mantiene el número de habitantes en Deià.
Empleos vinculados a los servicios, al mantenimiento o la limpieza
La escasa capacidad de generar según qué tipo de trabajos y la especialización en empleos vinculados a los servicios, al mantenimiento o la limpieza es otra de las circunstancias que se repiten en estos espacios geográficos invadidos por segundas residencias. «Asimismo, muchas veces hay serios problemas para mantener los servicios básicos». Pese a ello, Artigues no piensa que la economía de los municipios con muchas viviendas secundarias funcione al margen o de manera diferente al resto de territorios. «En Mallorca toda la economía se vertebra desde y a partir de las diversas opciones del fenómeno turístico, tanto en Santa Catalina como en Petra o Sant Joan».
Varias de estas casas no son sólo segundas residencias, sino terceras y cuartas. A pesar de estar ocupadas varios meses, un ayuntamiento debe garantizar todos los servicios durante todo el año, como agua o el alumbrado, con lo que se produce una sobredimensión enorme.
"Que se aplique una nueva zonificación del PIAT"
El desequilibrio definitivo entre vivienda principal y segunda residencia ha explotado en los últimos diez años en Mallorca. En el anterior censo de viviendas, que data de 2011, únicamente había un municipio, Deià, en el que las casas de fin de semana o vacacionales superaban a las residencias fijas. Ahora se han sumado trece pueblos más: una evidencia de que no han existido políticas públicas correctoras sobre una situación que es muy difícil de revertir. «La política procrecimiento está en marcha. El decreto de vivienda que acaba de aprobarse es un ejemplo. Lo que debería desarrollarse son acciones reguladoras de precios de la vivienda y que no se pueda hacer alquiler turístico en zonas ya tensadas; es decir, que se aplique una nueva zonificación del PIAT», subraya Blázquez. Hay que recordar que el PIAT aprobado definitivamente en 2020 acabó repartiendo 42.000 nuevas plazas turísticas vía zonificación y permite el alquiler vacacional en zonas saturadas del litoral y del interior durante 60 días.
«Desde la segunda década del 2000 en Baleares nos hemos adentrado en un cuarto boom turístico de carácter acusadamente inmobiliario -financiero- global, ya no son los tiempos del turismo de hotel, que por supuesto sigue siendo importante en términos económicos. Los mallorquines, hijos o nietos de aquellos que desde Palma, con el Seat 600, iban a la caseta de foravila, cada vez se deshacen más del patrimonio inmobiliario para adquirir capital líquido. Venden la caseta a extranjeros o la conservan pero, legalmente o no, la ponen en el circuito del turismo residencial. Conozco casos de llucmajorers que viven en casa de sus padres en temporada alta porque la caseta la tienen alquilada por miles de euros a la semana y en temporada baja vuelven a la casa», ejemplifica Artigues.
El profesor de la UIB ya jubilado no se olvida de los efectos ambientales de la profusión de segundas residencias: «Muchos y diversos tipos de contaminación: ruido, luz...; incremento y dispersión de residuos sólidos; incremento y congestión del tráfico rodado; agricultura que ya sólo es recuerdo o nueva jardinería».
'Angustia residencial'
El impacto psicológico sobre los indígenas mallorquines es algo de lo que no siempre se habla cuando se producen este tipo de procesos. El catedrático de Geografía Pere Salvà acuñó el término angustia residencial. También hay que referirse a sensación de desubicación y desazón por la pérdida de referentes y cultura propia.
Para Artigues, como ya hiciera célebre el expresidente Jordi Pujol, «mallorquín es quien vive y trabaja en Mallorca». «El cambio climático nos lo pone y pondrá difícil, pero seguramente nos adaptaremos y los mallorquines que viven y trabajan en Mallorca no desaparecerán. Lo que desaparece, como muy bien ilustra el último libro de Climent Picornell, es una determinada Mallorca y con ella unos determinados mallorquines. Es una tragedia para la gente de mi generación baby boomer, pero en sentido histórico es normalísimo. Los mallorquines musulmanes desaparecieron cuando vinieron los feudales catalanes».
Por último, el geógrafo no cree que los mallorquines acaben vendiéndolo todo, «porque estrictamente no se puede vender todo», sin embargo piensa que es importante señalar que de los problemas, déficits y pobrezas de esta tierra, «somos responsables, no quiero decir culpables, una parte muy importante los mismos mallorquines. La historia la hacemos nosotros, no siempre en las condiciones que querríamos, pero la hacemos».
El sur según Mateu Vic
Por último, el geógrafo miembro de la extinta Terraferida Mateu Vic también da su punta de vista sobre esta situación, centrándose sobre todo en el destrozo que ha padecido la part forana a partir de la construcción de chalés y piscinas. "Lo del sur de Mallorca es escalofriante, no sé si este desarrollo urbanístico es causa o consecuencia de la autopista de Campos, pero está claro que tiene que ver", sostiene. "También es la parte de la isla que tiene más campo rústico edificable y que además está cerca del mar".
Vic contabiliza en Santanyí un total de 288 nuevos chalés entre 2015 y 2021 y 418 piscinas. En Ses Salines, otro de los pueblos con más segundas residencias, 57 nuevas viviendas y 85 piscinas. En Campos, 288 casas nuevas y 305 piscinas, y en Felanitx, 111 inmuebles de nueva planta y 162 piscinas.
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