La última lección del geógrafo Pere Salvà en la UIB: “Me jubilo frustrado: no he llegado a ver políticas contra la masificación en Mallorca”

Antoni A. Artigues y Pere Salvà, en la fiesta de despedida por su jubilación este lunes en la UIB.

Antoni A. Artigues y Pere Salvà, en la fiesta de despedida por su jubilación este lunes en la UIB. / Joan Estrany.

M. Elena Vallés

M. Elena Vallés

El gran sabio de la demografía de Baleares, Pere Salvà, se jubila después de 50 años ejerciendo la docencia en la universidad, en el departamento de geografía. Medio siglo de vida reflexionando sobre el crecimiento poblacional de las islas, las consecuencias de la superpoblación, los efectos del turismo en un territorio limitado como el insular y sobre un concepto que acuñó en 1996 en un congreso internacional, “la angustia residencial”.

Salvà da carpetazo a muchas lecciones críticas sobre esta tierra “que no acaba de querer demasiado a los geógrafos, nos hacen poco caso, aunque vamos dando pasos”.

El catedrático empezó dando clases en 1973 en Palma, en la delegación de la Universitat de Barcelona. “La primera jubilación llegó a los 70 años pero pude quedar como profesor emérito tres años más. Ese tiempo ya ha pasado. Ahora quedaré vinculado a la UIB con algún proyecto de investigación, pero de manera honorífica”, cuenta.

Cierra la puerta a una de las profesiones más generosas del mundo con algo de impotencia. “Me jubilo un poco frustrado: no he llegado a ver ni planificación ni políticas contra la masificación en Mallorca”. En cuanto a la superpoblación en la isla, es consciente de que la comunidad autónoma no tiene competencias “para regular la entrada y salida de personas en Mallorca”, “pero es cierto que el crecimiento demográfico no se controla si no hay una regulación y planificación económica, y en esta cuestión sí se puede actuar”, considera.

“Entre los años 2000 y 2020 crecimos en 300 personas. Según la proyección del INE, en 2035 seremos 300.000 más. Aquí la diferencia entre natalidad y mortalidad es mínima, por lo que el 90% del crecimiento previsto vendrá por la inmigración. Y los procesos migratorios siempre tienen muchos impactos: una mayor necesidad de vivienda, más recursos para el servicio educativo y el sanitario, huella medioambiental, etc. Además, todos hemos visto cómo la calidad de vida de los residentes ha ido bajando así como ha ido subiendo el número de turistas”, expone el catedrático.

“Sí, es frustrante. Todo el mundo hace estudios, pero no ha habido ningún gobierno en las islas capaz de elaborar y aprobar un plan estratégico a 20 años vista que respondiera a la pregunta qué Mallorca queremos”, lamenta.

Pere Salvà.

Pere Salvà. / Guillem Bosch

Angustia residencial

Salvà parece especialmente orgulloso de la revelación que tuvo al definir la “angustia residencial” y del éxito que tuvo el término después. “Define bien esta competencia que experimentamos los residentes con los turistas por una serie de espacios propios como las playas, las calas o el centro de la ciudad”, reflexiona. “Y no soy turismofóbico, pero no entiendo por qué no se han apoyado otros sectores. Para no alejarme de la actualidad, me pregunto por ejemplo por qué no podemos producir leche”, cuestiona.

“A la hora de abordar los problemas echo en falta también que se acometan de manera global, me da la sensación de que las legislaciones se aprueban de manera muy rápida, por ejemplo, el decreto de vivienda, opina.

Pese a su discurso realista, Salvà asegura que quiere ser optimista. “Soy constante en la voluntad de querer superar las problemáticas. Creo en la resiliencia”, comenta. Pero son ya muchas las batallas y las advertencias. “En los años 90 participé en el primer libro blanco del turismo y por entonces ya hablábamos sobre controlar el crecimiento de las plazas turísticas”.

Si hay algo que diferencia a Mallorca de otros destinos turísticos, según Salvà, es que la isla es pionera en crear nuevas prácticas turísticas: el balconing “y ahora este verano el turismo de agresiones sexuales, refiriéndose a las manadas que han tenido lugar en s’Arenal y Magaluf este verano. “Esto sucede en parte por la permisividad que hay aquí con el turismo y por la intensidad que tiene esta actividad económica, que es la mayor del mundo”.

PERE SALVA. CATEDRATICO DE GEOGRAFIA HUMANA

PERE SALVA. CATEDRATICO DE GEOGRAFIA HUMANA / Guillem Porcel

Uno de los últimos asuntos en los que ha invertido tiempo Salvà es el estudio de las bi y hasta las trirresidencias en el caso de los alemanes. “Tienen aquí una vivienda y la alquilan los tres meses de más masificación y luego vienen durante el año fines de semana y festivos. Además se está dando el proceso de que hay una bajada de alemanes en el padrón porque les sale más favorable fiscalmente empadronarse en otro sitio”, señala.

Durante estos cincuenta años de clases, el geógrafo ha intentado que sus alumnos aprendiesen a ser ciudadanos. “Me ha gustado ser un profesor kilómetro cero, cercano, humano”, confiesa.

Ahora tendrá tiempo para ordenar sus papeles y archivo personal. “Seguiré escribiendo sobre población, pero menos a nivel profesional. También tengo un corral y cuatro gallinas”, revela. “Yo salgo de la universidad el año que empieza mi nieto. La vida es así”, sentencia.