Juan, de vivir en un colchón a dar un giro a su vida en un piso en Mallorca

Un programa de Hogar Sí financiado con fondos europeos brinda a jóvenes de la isla víctimas de sinhogarismo la posibilidad de vivir en un piso mientras estabilizan su situación

Juan Costa, beneficiario de un programa de vivienda para jóvenes en situación de calle: "Antes vivía en una azotea, pero ahora tengo una estabilidad"

Redacción

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Un proyecto pionero en Mallorca llamado Hay Futuro ofrece la posibilidad de empezar de nuevo a jóvenes de entre 18 y 25 años que han pasado por una situación de sinhogarismo abriéndoles la puerta de una vivienda. Lideran esta iniciativa las ONG’s Hogar Sí y Provivienda que, con la colaboración del IMAS y la financiación de fondos europeos Next Generation, ayudan a 30 jóvenes que se reparten en trece pisos, la mayoría en Palma. Un techo estable, consideran, es el primer paso para enderezar el rumbo hacia una vida autónoma.

«Hace dos o tres años mi madre me echó de casa porque la convivencia ya era insostenible. Me fui a la casa de mis abuelos, pero al poco tiempo también tuve problemas con mi abuela, así que tuve que mudarme a la azotea del edificio. Pero allí no se podía vivir, solo tenía un colchón», explica Juan Costa, palmesano de 19 años y uno de los beneficiados por este proyecto.

Lleva menos de una semana en un piso de Palma que comparte con otro joven, su primer asidero en los últimos dos años. Les visita con regularidad Serafín Jiménez, técnico socio educativo de Hogar Sí. Provivienda alquila las viviendas a particulares, satisfechos de colaborar con un proyecto social pero a precio de mercado. «Pagamos alquileres a partir de 1.000 y 1.100 euros, pero esta es la situación ahora mismo en Mallorca», valora Jiménez.

Costa, que se gana la vida como repartidor, llegó a tocar fondo. «No tenía ninguna comodidad, salía a comer un kebap o lo que fuera con lo que había ganado ese día, y después de vuelta al colchón. Así que un día decidí llamar a la UMES [Unidad Móvil de Emergencia Social] y ellos me pusieron en contacto con la Cruz Roja», recuerda. «Me hablaron de este programa de Hogar Sí. Me ofrecieron la posibilidad de entrar a vivir en un piso con un poco de ayuda, empezaron las entrevistas y todo fue bien», celebra.

Serafín Jiménez orienta y apoya a varios jóvenes incluidos en el programa. | DM

Serafín Jiménez orienta y apoya a varios jóvenes incluidos en el programa. | DM / redacción. palma

Durante las semanas que duraron las charlas el joven vivió en un albergue juvenil. «Nosotros lo llamamos fase de transición, que es el período de tiempo desde que el joven accede al programa, firma un acuerdo de participación y entra en la vivienda. Nosotros nos vemos una vez a la semana y le doy apoyo socioeducativo», destaca Jiménez.

El programa termina el 31 de diciembre de 2024. Hasta entonces los jóvenes tienen tiempo para estabilizarse, formarse o trabajar, y ahorrar para cuando tengan que salir a la búsqueda de una vivienda de alquiler en la que ya vivirán de forma plenamente autónoma.

«Nuestro objetivo es fomentar su autonomía de los chicos que entran en el programa de cara a una vida independiente. Reciben todo nuestro apoyo para que se formen, para que encuentren trabajo o se hagan un plan de ahorros. En su momento también les ayudaremos a realizar una búsqueda de vivienda. Nosotros les planteamos opciones, pero al final todas las decisiones las toman ellos», señala este técnico socio educativo.

Costa acaba de entrar en el piso y todavía no piensa en ese escenario. «Sé que va a estar difícil con lo caros que están los alquileres, pero hay que ir poco a poco y a ver lo que conseguimos», indica.

Juan Costa posa en el piso de Palma que le ha proporcionado el programa Hay Futuro. |  DM

Juan Costa posa en el piso de Palma que le ha proporcionado el programa Hay Futuro. / DM

Las dificultades que ha vivido este joven son «más frecuentes de lo que se cree la gente», interviene Jiménez. «Desde que iniciamos este programa con estos 30 chicos, casi a diario se han acercado jóvenes que sufren sinhogarismo a nuestra oficina de Palma pidiendo entrar en el programa. Entonces tienes que explicarles que hay unas plazas limitadas y que en este momento no les podemos dar ese tipo de ayuda», añade.

Con regularidad se les hacen «entrevistas de calidad» en las que se pregunta a los jóvenes cuáles son sus expectativas de futuro y de qué manera quieren salir del programa. «Yo todavía no respondo nada», dice Costa entre risas. Pero finalmente confiesa que su meta es dejar de repartir y «poner una tienda de arreglos y componentes de ordenadores».

La palabra «autonomía» se repite varias veces durante la conversación. «Nosotros tenemos un acuerdo para vernos una vez a la semana con el objetivo de hacerles un seguimiento. Pero ellos son los que toman las decisiones porque la idea es que empiecen a coger el control de su vida. De manera que si Juan quiere que nos veamos en su vivienda, me lo comunica y yo me desplazo. Si prefiere que vayamos a dar un paseo, vamos a dar un paseo, o nos vemos en una cafetería y tomamos un café. Yo le doy apoyo, y lo primero que hay que identificar es cuáles son los objetivos que quiere cumplir dentro del programa», comenta Jiménez.

Cesión de uso

Marina Aurora Calvo, coordinadora técnica de Hay Futuro en Mallorca, resume la filosofía del programa: «Nuestro punto de partida es que la vivienda es un derecho para todos. Al menos así lo recoge la Constitución, aunque tal como está el mercado de la vivienda, sobre todo en Balears, parece difícil que se cumpla».

Junto con Tamara Serralvo, de Provivienda, supervisa el programa que ha brindado un piso a treinta jóvenes de Mallorca de entre 18 y 25 años que han sufrido sinhogarismo. «Alquilamos los pisos a propietarios particulares y tramitamos una cesión de uso para el tiempo que dure el programa. Lo hemos puesto en marcha con el apoyo del IMAS, que comparte nuestra visión, y lo financiamos con fondos Next Generation», explica esta profesional.

El obstáculo más notorio en el desarrollo de esta iniciativa es el recalentado mercado de alquiler que rige en Mallorca. «Es carísimo para cualquiera que busque un piso, también para nosotros. Hemos convencido a la mayoría de los propietarios por el interés social del proyecto. Y a la hora de alquilar sus pisos les ofrecemos total seguridad porque nos comprometemos a cumplir con las mensualidad y a devolverlo en el estado en el que lo alquilamos», subraya Calvo.

«Tenemos chavales que han estado en centros de menores y que luego han llegado a nuestro programa. Y otros que han estado en situación de sinhogarismo, que para nosotros es cualquier situación en la que no tienes una vivienda estable y viable. Dormir en el sofá de un amigo es una situación de calle», explica la coordinadora de Hay Futuro.

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