Horizontes

Vino de Mallorca, más calidad y cantidad que nunca

Magdalena Mesquida, presidenta de Vi de la Terra Mallorca, Conxa Rosillo, vicepresidenta, y Marina Vera, gerente, explican las singularidades de un sector que, tras la pandemia, vive un buen momento

Marina Vera, Conxa Rosillo y Magdalena Mesquida| Manu Mielniezuk

Marina Vera, Conxa Rosillo y Magdalena Mesquida| Manu Mielniezuk / Toni Traveria

Ocho mujeres son las encargadas de gestionar el día a día de Vi de la Terra Mallorca, reconocida en noviembre como Indicación Geográfica Protegida (IGP). En la actualidad, Vi de la Terra de Mallorca cuenta con 1.840 hectáreas de vino en producción y 75 bodegas adscritas.

Tres de sus caras visibles (la presidenta, Magdalena Mesquida; la vicepresidenta, Conxa Rosillo; y la gerente, Marina Vera) reflexionan para Activos acerca de la singularidad del negocio vitivínicola, de sus fortalezas y de sus debilidades. La primera cuestión que se pone encima de la mesa es la relativa al supuesto carácter romántico del sector y a las principales dificultades para trabajar en el mismo en la isla.

«A menudo -razona Mesquida- quien se introduce en el sector desde fuera lo ve con un aura romántica, pero en seguida se pregunta: ‘¿Dónde me he metido’? Hay distintos perfiles de propietarios: desde inversores extranjeros a herederos de una finca. Entre unos y otros media un abismo. Es un negocio romántico, pero en absoluto fácil. No está concebido para personas impacientes».

En la misma línea, Rosillo advierte: «Los inversores que entran en el negocio del vino por hobby o porque les da caché se encuentran con que el desconocimiento del mismo juega en su contra. Producir vino en Mallorca tiene un plus de dificultad, porque los costes son más elevados por mor de la insularidad, tanto a la hora de comprar todo lo necesario para producirlo como para vender el producto. De hecho, en la agricultura en general dos y dos no son cuatro, siempre juegan determinadas variables que uno no puede controlar. Por tanto, para salir adelante un elemento imprescindible es auténtica vocación vinatera».

Y Vera apostilla al respecto: «En Mallorca más del 90% de la producción se lleva a cabo de un modo manual. Es decir, se requiere gente en el campo para todas las actividades (podar, vendimiar, hacer el mantenimiento), y se hace difícil encontrar a ese personal formado. Por tanto, suele venir de la península, con lo que cabe sumar el problema añadido de la la dificultad de acceso a la vivienda existente en la isla».

Preguntadas por una sucinta ‘radiografía’ del sector a día de hoy en Mallorca, Mesquida y Rosillo formulan las siguientes observaciones. «Contamos con un centenar de bodegas en la isla. Sin nos remontamos a 30 o 40 años atrás, quizá sólo fueran una decena. Son cifras apreciables para un sector que cada vez va a más, sobre todo si tenemos en cuenta hechos como la insularidad y un territorio muy peculiar. En Vi de la Terra, tenemos cuatro bodegas que se sumaron el pasado año. El auge se explica por varios factores. Uno de ellos es que Mallorca tiene un atractivo reconocido que conlleva muchísimo turismo cada año», afirma la presidenta de Vi de la Terra Mallorca.

La vicepresidenta, por su parte, completa el argumento: «La situación de Mallorca no es extraordinaria. El boom se vive en toda España, donde el número de bodegas se ha multiplicado porque responde a una manera de entender el hedonismo: el vino se ha convertido en un producto de moda. Es un sector que ha eclosionado en los últimos 30 años con proliferación de muchas bodegas y vino de mucha calidad, y eso en referencia tanto a la península como a Mallorca. En la isla se produce vino desde hace 4.000 años, no es que haya brotado de repente como una seta».

Fortalezas y debilidades

A la hora de analizar las fortalezas y debilidades del sector a día de hoy, Vera explica que ««Cuando nos reunimos con gente del sector en la península nos reconocen que nosotros tenemos el nombre de Mallorca como gran aliado. De Mallorca no hay que contar mucho. En contrapartida, muchos vinos de la península tienen el hándicap de que primero cabe situarlos en el mapa. Otra gran diferencia es que mientras que ellos tienen que buscar al cliente, nosotros no: el cliente nos viene y compra. Les damos mucha envidia por esta cuestión. ¿inconveniente? Ellos tienen una reputación y nosotros estamos en el camino».

Mesquida abunda en los puntos fuertes al indicar que «una fortaleza es la propia marca, el nombre de Mallorca, que es de las más potentes que existen en el mundo. El hecho de que tengamos un territorio tan peculiar también nos hace muy atractivos».

Y sobre el particular, Rosillo hace un compendio de puntos fuertes y debilidades. «Entre las fortalezas está el hecho de que tengamos tanto turismo que realmente aprecia el vino de Mallorca. Es curioso observar que el mercado natural de nuestro vino, más allá del consumidor local, no es el peninsular sino el exterior. Es complejo vender vino en una península donde el producto está en todas partes. Con el exterior se establece un flujo, un sistema de vasos comunicantes. Los turistas vienen aquí, conocen el vino (el enoturismo funciona bien en este sentido, si bien aún tiene mucho margen de mejora y de crecimiento) y luego es factible que desde su lugar de residencia adquieran el producto; de hecho esa demanda está creciendo día a día. Al mismo tiempo, es una debilidad que tengamos tanta complicación para vender el vino en la península y para exportarlo».

Producto de calidad

El hecho de que los vinos producidos en Mallorca han experimentado un notable salto de calidad parece fuera de toda duda. Mesquida y Vera apuntan algunas de las claves en este sentido. «Vi de la Terra tiene desde agosto de 2023 su propia certificación de calidad. Quiero decir con ello que la cuestión de la calidad no es baladí, sino que hay mucho control y mucha inversión detrás de los procesos», subraya la presidenta.

Por su parte, Vera destaca: «La mejora en la calidad ha ido de la mano de la profesionalización de enólogos y bodegueros. Tal vez hace 30 años se hacía el vino cómo buenamente se podía. Ahora estamos en un punto en el que incluso hay formación vitivinícola en la FP. El uso del acero inoxidable también es importante. Además, es un sector en el que hay mucha competencia, de modo que si no haces un buen vino, el mercado lo va a rechazar. Nosotros (las figuras o marcas de calidad) controlamos que todo el vino que lleva la etiqueta ‘Mallorca’ tenga una calidad garantizada».

Perfectas conocedoras del sector y sus particularidades,presidenta, vicepresidenta y gerente de Vi de la Terra Mallorca hablan de las claves para acercarse al éxito.

«Como en cualquier actividad económica y profesional, si lo haces bien tienes más posibilidades de éxito. Si lo abordas únicamente desde el punto de vista romántico, vas muy cojo. Hace falta tener una visión empresarial clara de la bodega: se requiere profesionalización, conocimiento del mercado, capacidad de innovar. Además, hay que considerar que el del vino es un sector muy regulado. Junto al lácteo, es el más regulado en el sector primario por parte de la Unión Europea», empieza diciendo Conxa Rosillo.

Marina Vera añade que «hay que tener muy claro dónde se mete uno. Crear una bodega no es tan fácil. Lo primero que hay que tener son viñas. Si no lo heredas, acceder a un terreno es algo muy complejo en Mallorca. Por otra parte, no puedes sembrar viñas porque sí, sino que se requiere unos derechos de plantación que otorga el Ministerio en base a determinados criterios y a la oferta y demanda...».

Finalmente, Magdalena Mesquida alude a la última edición de los Premios Manjària de Diario de Mallorca para responder a la pregunta planteada. «Me gustó mucho lo que comentaron en ese acto Miquel Miralles, productor del aceite Treurer y economista, y Guillem Adrover, de Terracor, que vinieron a decir. ‘No hay campo si no es rentable’. Dicho esto, yo no recuerdo en los últimos años ningún cierre de una bodega en Mallorca. Por tanto, algo se debe estar haciendo bien».

Suscríbete para seguir leyendo