Definitivamente al Mallorca le toman por el pito del sereno. Las manifestaciones de Julio Alvarez sólo se pueden entender como un desprecio a la entidad que le paga y que le rescató de un infierno, como el que vivió en el Almería con Hugo Sánchez. Sentarse a hablar de la renovación con el Mallorca a la vez que espera ofertas de otros clubes –si es el Deportivo mejor– es cualquier cosa menos una postura caballeresca. El club rojillo le debe conminar a aceptar o rechazar la oferta ya. Nunca ser plato de segunda mesa.