Sol Picó: «Debemos quitarnos prejuicios y acoger lo que venga»

La prestigiosa bailarina y coreógrafa presenta la primera parte de la trilogía ‘Lastre’ en el Teatre Principal d’Inca este viernes y sábado, 22 y 23 de marzo

Sol Picó, Premio Nacional de Danza 2016 y con diez Max en su trayectoria

Sol Picó, Premio Nacional de Danza 2016 y con diez Max en su trayectoria / Teatre Principal d'Inca

Raquel Galán

Raquel Galán

Comenzó a pensarlo cuando estaba de gira con el espectáculo Malditas plumas: «Tengo pánico a envejecer, pero también siento cierta liberación». Y ahora está «empezando a aplicarlo» con la coreografía de Lastre 1. «En esta pieza busco la forma de quitarme corazas y pesos, desprenderme de ideas e incluso sentimientos que no me llevan a ningún sitio», afirma la prestigiosa bailarina y coreógrafa Sol Picó (Alcoy, 1967).

La primera parte de la trilogía en la que se halla inmersa se podrá ver en el Teatre Principal d’Inca este viernes y sábado, 22 y 23 de marzo, tras su reciente estreno en el Festival Ellas Crean, en Madrid, y soltará lastre de los «numerosos prejuicios que van acumulándose con la edad», en palabras de la galardonada con diez Max y el Premio Nacional de Danza 2016. «Creemos que no los tenemos porque somos señoras muy liberadas y parece que nos encontramos en nuestro gran momento, intentando que todo fluya, pero en realidad cargamos con muchos, cuando deberíamos eliminarlos todos y acoger lo que venga», anima.

Ella lo hace en media hora, acompañada por tres bailarinas y música flamenca en el marco del ciclo Dies de Dansa. En este viaje de «autoexploración», Sol Picó insta a «abrazar el éxtasis de la existencia». Reconoce que se ha «venido arriba» con la frase, pero lo que quiere decir es que «hay que aceptar el momento vital del inicio de la vejez, una edad muy crítica sobre todo para una mujer que trabaja con su cuerpo, que baila en un escenario y a veces piensa que no va a poder hacerlo nunca más», tal como ejemplifica sobre sí misma. «Con estas ideas, que seguro que muchas personas comparten, me voy frenando, y hay que hacer todo lo contrario, soltarse, despreocuparse y dar la bienvenida a lo que venga».

Cambio radical

Es consciente de que el cuerpo «está en un proceso de cambio muy radical en el que de repente hay que estar sujetándolo para que no se desborde, tanto a nivel físico como emocional», aunque precisamente por este motivo no cree aconsejable anclarse en el pasado. «No podemos continuar buscando lo que teníamos, sino reconducirlo. Si nos agarramos a lo que ya no existe, desde luego que perderemos la partida», tal como advierte.

En el espectáculo del Principal d’Inca se desprende de estos y otros lastres y se prepara para la siguiente fase, donde «está claro que no todo serán flors i violes, aunque si vas quitando corazas, no solo te liberas, ya que también entras en comunión con las otras mujeres en tu misma situación», avanza sobre los lazos que unen a la protagonista y las bailarinas que la acompañan, Alma Steiner, Marta Santacatalina y Ariadna Saltó, con la música interpretada por Judit Farrés. Pese a que es la primera parte de una trilogía, la pieza «tiene identidad por sí sola y es fácil de entender», según la coreógrafa, que está trabajando en la segunda parte, en la que va «mucho más lejos a la hora de desprendernos de todo aquello que es innecesario».

Una escena de 'Lastre 1'

Una escena de 'Lastre 1' / Sol Picó

Taller de danza

Además de interpretar la primera parte de Lastres, la reconocida bailarina y coreógrafa impartirá un taller de danza de dos días que está dirigido a profesionales de las artes escénicas. Sol Picó quiere «transmitirles qué es el poder creativo, ya que todo el mundo tiene un potencial en su interior, sea más o menos bailarín o actor, pero puede que no sepan cómo sacarlo». La idea es «hacerlo con el trabajo físico, ya que el cuerpo hay que entrenarlo, y a partir de eso entrenar también la mente», indica sobre las enseñanzas que dará a los inscritos, con algunos ejemplos propios.

En su dilatada y galardonada trayectoria suma una treintena de piezas coreográficas y reconoce que cuando echa la vista atrás y piensa en las primeras, le hace gracia «el arrojo y falta de pudor que mostraban, hablando en el buen sentido». Con los años, sin pretenderlo, «se fue diluyendo», lamenta.

Establece una relación con los premios recibidos, que «son maravillosos, pero te van cargando de responsabilidades y presión, por lo que al enfrentarte a nuevas creaciones piensas que si no son la leche, fracasarás, pese a que realmente no es así. No pasa nada si un espectáculo no es tan bueno como el anterior. Pero ahí comienzas a colocarte corazas y generas un contenido distinto al de los inicios, cuando no tenías nada que perder», reflexiona en clara referencia a los lastres que ha convertido en danza.

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