Ketevan Kemoklidze: «No soy nada supersticiosa, a mí ‘La forza del destino ‘siempre me ha traído éxito»

No es su primera visita a Mallorca. 

La primera fue en 2018, cuando canté Norma de Bellini. Mi interpretación de Adalgisa fue un gran éxito, recibí el premio a la mejor voz femenina de la Associació d’Amics de l’òpera del Teatre Principal de Palma. Ahí nació mi gran amor por Mallorca. Luego volví para actuar junto al pianista Francesc Blanco en el Palau de Congressos, también para ofrecer clases magistrales, algo que volveré a hacer [este domingo día 18 en el Centre de Música Musicalen, dentro del 6º Festival MallorcÒpera].

¿Se siente cómoda trabajando en el Principal?

Muy cómoda. Es un teatro en el que se trabaja bien, la gente es maravillosa. Los ensayos de La forza del destino están yendo fenomenal. Ya estamos en el escenario, el Teatre Principal de Palma es una joya de los teatros españoles, de una gran belleza, un teatro tradicional de estilo italiano.  

La maldición de 'La forza del destino'

La forza del destino es otra joya, una de las mejores óperas de Verdi, también de las menos vistas. ¿Qué significa para usted esta obra?

Yo ya he cantado esta ópera en Tokio y también en Washington. Es realmente maravillosa, y no se representa mucho porque está marcada por maldiciones y supersticiones. Desde su estreno en San Petersburgo e Italia se le ha considerado una ópera maldita. Antiguamente no se decía ni su nombre, cuando se hablaba de La forza del destino se referían a ella como «aquella ópera de Verdi», o «aquella de San Petersburgo». Yo no soy nada supersticiosa, y a mí siempre me ha traído éxito, la adoro, la considero una obra maestra de Verdi. 

¿Qué la convierte en especial, en mágica?

Su música. La Obertura de La forza del destino es una de las más conocidas y bellas de la historia de la música. Las arias también son maravillosas, los dúos... hay números que son muy famosos y se interpretan muchas veces como piezas singulares, al margen de toda la ópera. Rataplan también resulta muy interesante, es una canción de guerra interpretada a capella por mi personaje, Preziosilla.

Verdi y Puccini son dos de los compositores preferidos por el público mallorquín. ¿También para usted?

Sí. Es imposible no amar y admirar a Verdi. A mí me ha dado muchas emociones maravillosas, momentos inolvidables. Recuerdo que la primera vez que escuché La forza del destino, a los cuatro años, solo con la Obertura ya entendí que era algo muy distinto. Es una ópera muy mágica, siempre con cambios de personajes, del tiempo, y con una música que nos coge y atrapa totalmente.

¿Qué se necesita para defender un rol como el de Preziosilla?

Es un rol bastante atlético, porque hay una tesitura muy grande, toca notas que casi no se tocan en otros repertorios. Es un papel que te pide técnica rossiniana, porque hay mucha agilidad, yo diría que es una mezcla entre verdiano y rossiniano.

Desde hace 8 años reside en Barcelona. ¿Qué le trajo hasta Catalunya?

Mi marido. Es profesor en la Pompeu Fabra, así que nos vinimos a vivir a Barcelona. Mi hija nació aquí, consideramos España como nuestro segundo país. Pero siempre echo de menos mi Georgia natal, la llevo en mi corazón. 

¿Tenemos algo en común los españoles y los georgianos?

Sí. Los georgianos somos casi mediterráneos, tenemos un carácter parecido, nos gusta el sol, comer bien, la amistad...  

¿En su país la música también tiene una presencia cada vez menor en las escuelas, como sucede en España?

Sí, por desgracia eso es algo que sucede en todo el mundo. La música clásica, sobre todo, cada vez está menos apreciada. Y es una lástima, porque si desde la infancia creces con amor a la música tienes una garantía para tener luego público. Uno no se enamora de la ópera a los 40 años, necesitamos que los jóvenes, los niños, aprendan música para lograr un buen público en el futuro. No solo eso, la música también sirve para tener una mejor sociedad, para desarrollar nuestra imaginación. Con la música se aprende algo muy importante: a escuchar y entender emociones de otras personas. La música es un arte de colaboraciones.

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