El gallinero

Lo político, el teatro

‘Jo, travesti’ llenó la ‘Petita’ del Principal de Palma.

‘Jo, travesti’ llenó la ‘Petita’ del Principal de Palma. / por Rafa Gallego

Rafel Gallego

Rafel Gallego

Celebremos la intención de abordar los conflictos personales, íntimos, familiares, en el plano de la conciencia colectiva, en el campo del artefacto social para generar reflexiones, dudas, también desde el teatro. El arte es político, en el sentido etimológico del término, y también bajo el prisma contemporáneo; de lo contrario es entretenimiento, puede que igual de respetable. Who Killed My Father es la obra autobiográfica de Eduard Louis y retrata la Francia actual, y de paso toda Europa, que exprime el estado del bienestar en favor de las reglas del mercado. Precarización laboral, recortes, más trabas para las clases populares. Ese es el marco que nos interpela y envuelve la historia paterno-filial, con la intolerancia y la violencia como contenido doloroso, plasmadas en el sufrimiento de un niño-adolescente-joven homosexual. Es el relato demoledor que Ivo van Hove, uno de los grandes de la escena, ha adaptado. Se pudo ver en el Festival de Otoño de Madrid – el último programado por Alberto Conejero antes de que lo fulminasen como director artístico del evento (la política, otra vez)- y puso en pie al público de la Verde de los Teatros del Canal, rendido a los registros, las pausas, las respiraciones (eso tan importante) de Hans Kesting.

Por Madrid pasó también una de las piezas más impactantes que he visto en los últimos años. Sans tambour, de Samuel Achache, nació en el Théâtre des Bouffes du Nord que gestionó Peter Brook durante décadas y hasta su muerte el año pasado. Metáfora - impecable, orgánica, simbiótica entre texto, música, canto, circo... – del derrumbe de la pareja, casi diría que como institución -. La relación y sus fases, el triángulo amoroso que tanto juego da, el hogar, el amor, deconstruido y reconstruido sobre los cimientos de una estructura sinfónica, con referencia a Tristán e Isolda y música de Shumann. Una delícia.

En lo político también se mueven Roberto G. Alonso y Josep María Miró para reivindicar una libertad que a veces duele. El primero, transformista, cabaretero y genial, puso la idea original y expone su carisma en el escenario (acompañado por el músico Jordi Cornudella. Miró ha hecho la dramaturgia, hermosa, canalla, tronchante por momentos. Jo, travesti, es un recorrido por el arte de ‘vestirse de’ y desvestirse, desnudar el alma y pisar fuerte, con tacones de aguja, recibir hostias (físicas también) y practicar lo que ahora llamamos resiliencia – el caer y levantarse de toda la vida, el aprender a base de patadas-. Llenó la ‘Petita’ del Principal, donde solo estuvo una tarde y a dónde puede que vuelva pronto. El público de aquí se la merece.

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