Uso del cabello

Hasta el moño de estereotipos, otra visión de la historia del arte

“Lo que el pelo dice de nosotras” recoge las investigaciones de Susana Cendán y Nuria Bouzas sobre el uso del cabello para construir identidades, mitos y diferencias sociales o de genero a lo largo de los siglos

Imágenes de la exposición sobre los peinados en el Museo de Artes Decorativas de París.

Imágenes de la exposición sobre los peinados en el Museo de Artes Decorativas de París.

Sandra Penelas

Pocos elementos tienen tanto potencial para construir identidades, estereotipos y diferencias sociales o de género. Por eso la utilización del cabello ha sido constante a lo largo de la historia del arte. La obra “Lo que el pelo dice de nosotras” , que recoge los trabajos de Susana Cendán y Nuria Bouzas, es un recorrido por las diferentes manifestaciones a lo largo de los siglos y una interesante reflexión sobre feminismo, masculinidad y sexualidad.

“Esta investigación surge de la fascinación que sentía por las joyas victorianas de luto realizadas con pelo, que tenían que ver con la memoria de los seres queridos pero también se utilizaban como una muestra de afecto entre amigos o amantes. Y a partir de ahí seguí estudiando porque me interesaba su potencial para generar arquetipos o construir identidades y como herramienta artística tanto en el pasado como en la actualidad. Además mi madre tenía una peluquería y supongo que algo habrá en mi subconsciente”, admite entre risas Cendán, que al inicio del libro rinde un bonito homenaje a aquel “club social” en el que creció en As Pontes.

“Lady Lilith”, de Rosetti.

“Lady Lilith”, de Rosetti.

El libro ha sido editado gracias al apoyo del grupo dx5 Digital & Graphic Art Research del departamento de Dibujo de la Facultad de Bellas Artes, al que ella pertenece, y su versión on line es de acceso libre en el portal Investigo de la UVigo. Su trabajo es una ampliación de un artículo previo publicado en la revista Goya y se complementa con una versión de la tesis de Nuria Bouzas, que ella dirigió.

Ambos trabajos inciden en cómo el pelo, sobre todo el cabello, han gozado de una atención especial desde las primeras civilizaciones y que muchos simbolismos asociados a él han permanecido inalterables a lo largo de los tiempos, mientras que nuevas asociaciones han ido surgiendo asociadas a otros contextos.

La activista Harnaam Kaur.

La activista Harnaam Kaur. / S. PENELAS

Cendán parte de la “floreciente industria” especializada en joyas elaboradas con cabello que surge en Europa a partir del siglo XVIII hasta llegar a artistas contemporáneas como Hu Xiaoyuan, Miriam Shapiro o Mona Hatoum, que lo incluyen en sus creaciones de forma reivindicativa, o incluso al diseñador Alexander McQueen, tan influido por el estilo victoriano que en su trabajo fin de curso en la prestigiosa Saint Martins de Londres cosió bolsitas con mechones propios dentro de las prendas.

“Si rastreas la historia te encuentras trabajos con pelo, sobre todo, a partir del surrealismo, que lo utilizó de forma recurrente porque es un material que provoca sentimientos encontrados y que a muchas personas le puede generar rechazo”, comenta.

"Burn, Witch, Burn!", obra de Rebeca Lar sobre Yoko Ono y el bigote de Dalí.

"Burn, Witch, Burn!", obra de Rebeca Lar sobre Yoko Ono y el bigote de Dalí.

A través de una lectura con perspectiva de género, Cendán contrapone el bigote de Dalí, para él un símbolo de su virilidad y genialidad, con las “connotaciones brujescas” de la larga melena de Yoko Ono. Este mito del cabello suelto o despeinado como representación de una sexualidad descontrolada y de la mujer como dominadora de la voluntad del hombre se ve exacerbado por los prerrafaelistas como Dante Gabriel Rossetti, empeñados en “caracterizar a las mujeres como femme fatales o temibles depredadoras” .

También recuerda su asociación con el pecado en todas las religiones, que han obligado a las mujeres, algunas continúan haciéndolo, a ocultar sus cabellos. Y pone sobre la mesa las historias de varias mujeres barbudas.

Aunque el exceso de pelo se ha asociado a lo mostruoso, esta vinculación es mayor en el caso de ellas desde la época medieval y renacentista y continúa con los espectáculos circenses o de feria en los que eran exhibidas y explotadas de la manera más cruel a partir del siglo XVIII.

Construcciones arraigadas sobre cómo peinarse y depilarse

Cendán enlaza a la francesa Clémentine Delait (1865-1939), un caso excepcional porque logró “integrar la barba en su vida cotidiana de la manera más digna posible”, con la activista británica de origen paquistaní Harnaam Kaur, nacida en 1990. Las duras sesiones de depilación a las que se sometía para evitar ser “un bicho raro” le abrasaban la piel y llegó a contemplar la idea de suicidarse. “Ella va en contra de todos los cánones de belleza porque la barba es un símbolo tradicionalmente masculino y cuando la tiene la mujer es objeto de miradas, comentarios y burlas que se acrecientan más con las redes sociales. Tiene una actitud muy valiente”, aplaude.

También tiró de coraje la artista Frida Kahlo (1907-1954) cuando decidió no afeitarse el bigote ni el entrecejo: “Eran parte de su identidad. Hace unos años puse su imagen en clase y escuché risitas. Cuando pregunté la razón me dijeron que era por el bigote. No es algo aceptado socialmente todavía. Es una construcción arraigada que nos dice cómo tenemos que vestirnos, peinarnos o depilarnos”.

Unas convenciones que también afectan a los hombres, aunque en su caso están más relacionadas con los estereotipos sobre la pertenencia a determinadas clases sociales o la ideología política. Y pone como ejemplo la polémica generada en torno al diputado de Podemos Alberto Rodríguez, cuya higiene personal se llegó a cuestionar en ciertos medios y en las redes sociales porque llevaba rastas. También dio mucho de sí la estética capilar del fundador del partido, Pablo Iglesias. “Incluso se utilizó el símil torero cuando dejó la política y se cortó la coleta”, recuerda Cendán.

“El pelo forma parte de mi vida, me encanta y voy a seguir investigando en este ámbito”, reconoce la experta. De hecho, este verano viajó expresamente a la ciudad de París para visitar una “maravillosa” exposición en el Museo de Artes Decorativas sobre la evolución de los peinados y el vello corporal, cómo condicionan la percepción ante los demás y cómo las modas cambian en función de las situaciones políticas.

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