sacerdote y escritor

Pablo d'Ors: «Si no supiera parar, estaría enfermo, que es lo que le pasa en general a nuestra sociedad»

El autor de la ‘Trilogía del silencio’ conversó ayer con el periodista Sergio Vila-Sanjuán sobre meditación y autoconocimiento en el Museu Fundación Juan March

Pablo d’Ors, ayer, en Palma, donde habló de  reflexión y contemplación.

Pablo d’Ors, ayer, en Palma, donde habló de reflexión y contemplación. / Manu Mielniezuk

Montse Terrasa

Montse Terrasa

El sacerdote y escritor prepara un libro de cuentos que cree que será «el mejor» de todas sus obras. «La ficción me da una alegría que no me dan los ensayos», afirma. En esta entrevista, Pablo d'Ors considera que la meditación es la nueva religión, tan vital como respirar y necesaria «si queremos que haya personas, y no robots».

Defíname qué es para usted meditar.

Meditar es un peregrinaje a nuestro centro. Esto presupone que estamos casi siempre descentrados, fuera de nosotros mismos. Meditar es la aventura del conocimiento de uno mismo por medio del silencio. Si no nos miramos ni escuchamos, no nos podremos conocer. Y si no nos conocemos, no nos podremos amar, puesto que nadie ama lo que no conoce. Si no nos amamos, en fin, no podremos amar a los demás, puesto que nadie da lo que no tiene.

Con la agenda de actos profesionales que tiene, ¿en qué momento puede usted parar y meditar?

Todos los actos profesionales que tengo, prácticamente sin excepción, forman parte de lo que considero mi misión espiritual. A Mallorca no viajo para promocionar mi obra literaria, sino a transmitir un mensaje: es posible vivir en paz. Yo paro todos los días, muchas veces al día. Si no supiera parar, estaría enfermo, que es lo que le pasa en general a nuestra sociedad.

Y el resto de los mortales, en esta sociedad en la que vivimos bombardeados por Whatsapp, Instagram, Tik Tok, correos electrónicos. ¿Cómo podemos encontrar ese respiro?

Yo formo parte de lo que llama «el resto de los mortales», es muchísimo más lo que me une que lo que me diferencia de los demás. Decimos que no tenemos tiempo, pero tiempo es precisamente lo que hay. Otra cosa es cómo lo organizamos. No es solo que la sociedad nos sobreestimule, es que nosotros nos ponemos muy nerviosos en cuanto nos quedamos a solas con nosotros mismos. Ese deseable encontrar no solo un respiro al día, sino varios, muchos. Encontrarlos depende de la jerarquía de valores de cada cual.

El problema es que mucha gente no tiene tiempo material ni para detenerse un segundo, entre el trabajo, los niños, las obligaciones de casa… A una persona agotada y con la preocupación de llegar a final de mes no se le puede pedir que medite, sus necesidades son otras.

Decir que no se puede pedir a alguien que medite es como decir que no se le puede pedir que piense o que tenga vida interior. No es que no se le pueda pedir, es que eso es lo que hay que pedir, si queremos que haya personas, y no robots. Aunque es evidente que las necesidades físicas o materiales son las básicas y que, en consecuencia, si estas no están cubiertas no podemos soñar con abordar las psicológicas y mucho menos las espirituales. En cualquier caso, el ser humano necesita para ser humano pan y palabra, no solo pan.

Hace años que se habla de meditación, ¿es la nueva religión?

En cierta medida podríamos decir que sí. Lo que hoy se llama consciencia, que es el nuevo paradigma de la realidad, es lo que los creyentes hemos llamado siempre Dios. Una religión que no aboque en espiritualidad, se queda en mera cultura, y eso en el mejor de los casos. Normalmente, no pasa de folclore. Y meditación y espiritualidad son prácticamente lo mismo.

No sé si tiene contacto con jóvenes, especialmente adolescentes, porque con ellos no cuadran los conceptos de reflexión, meditación, contemplación… ¿Qué podemos esperar entonces del futuro?

Casi todos los adultos que conozco tienen una mentalidad adolescente: se pasan la vida autoafirmándose con su ego. De los adolescentes, como de los demás en general, no cabe esperar nada que nosotros no seamos capaces de dar. Si uno lo da todo, puede esperarlo todo; si da poco, poco es lo que podrá esperar. A los demás hay que dejarles un poco en paz y, por contrapartida, preocuparnos de dar nosotros lo mejor de nosotros mismos.

La meditación, la contemplación...¿Debería ser una asignatura en los centros escolares?

Si la educación física debe formar parte de la formación de nuestros niños y jóvenes, ¿por qué no debería formar parte de la formación escolar y universitaria la educación espiritual? El problema está en el materialismo y el racionalismo, que confunde lo espiritual con lo mágico y lo mítico, y por eso lo excluye de la formación de nuestros niños y jóvenes. No tengo ninguna duda de que dentro de pocas décadas la meditación estará integrada en la formación escolar. El paradigma de la consciencia va a revolucionar toda la educación.

Le preguntaba antes por su momento de reflexión, de meditación. Ahora quisiera saber si está escribiendo algún nuevo ensayo o qué tiene entre manos.

Estoy escribiendo cuentos. Estoy muy ilusionado con este nuevo libro, que hoy por hoy me parece que puede ser el mejor de los míos. La ficción me da una alegría que no me dan los ensayos.

¿Dónde encaja usted dentro de la Iglesia católica?

Siento un amor profundo por la Iglesia, aun con sus contradicciones y precisamente por ellas. No sería mi casa si fuera perfecta. Pero reconozco que soy una rara avis en su seno. Pero todos somos raras avis en el contexto en el que nos movamos, lo que pasa es que… ¡no lo sabemos o nos asusta reconocerlo!

Si la Iglesia promoviera más el silencio que la palabra, ¿contaría con más adeptos?

No se trata de ser más, sino de ser mejores: de ser quienes somos. Sin silencio, la palabra es palabrería. Lo de fuera no es fiable si no se renueva lo de dentro.

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