La Fira de Santa Eugènia fue un año más un éxito total en cuanto a afluencia de visitantes ya que el tiempo acompañó, sol y buena temperatura animaron a la ciudadanía a recorrer el itinerario festivo. Desde primeras horas de la mañana la gente se fue acumulando en las calles donde se ubicaban los puestos de venta. También obtuvieron buena respuesta de público las exposiciones, situadas en lugares estratégicos.

Como viene siendo habitual en este tipo de ferias, las muestras de animales (ovejas de raza mallorquina, asnos, toros, etcétera) y vehículos atrajeron gran interés. No faltaron ponis montados por los más pequeños.

La carpa más visitada fue la de las aves de corral, con gran colorido de gallos que competían para lograr el primer premio. El jurado lo tuvo difícil ante tanta calidad.

Tampoco faltaron a la cita los puestos de libros, como el montado para recabar fondos para los libros del colegio, o los de juguetes, pero los más numerosos eran los gastronómicos, como uno de quesos, que igual que otros ofrecía degustaciones. A su vez había las típicas cerámicas de Pòrtol.

A pesar de la numerosa asistencia, comerciantes se quejaban que esta edición era de las más flojas respecto a ventas. Mucha gente que se paraba ante puestos ni tan siquiera consultaba precios. Prueba de ello una comerciante de objetos de regalo de artesanía que de las 6,30 de la mañana a las 12 del mediodía únicamente había vendido unos pendientes. Y al igual que ella otro considerable número de feriantes.

En cualquier caso, la feria taujana fue un éxito de asistencia y expositores. Pese a la crisis.