Reconocimiento | Antoni Riera Font Economista, director técnico de Impulsa Balears

Antoni Riera Font: «Hace veinte años que en Balears crecer no significa vivir mejor»

El economista Antoni Riera recibió ayer la ‘A d’Or’ de la Associació Cultural s’Agrícola de Manacor. Aprovechamos la ocasión y el aumento de la tensión por la llegada masiva de turistas ya en el mes de mayo, para saber qué piensa y cuáles podrían ser las soluciones

Antoni Riera ha sido reconocido con la 'A d'or' de s'Agrícola de Manacor.

Antoni Riera ha sido reconocido con la 'A d'or' de s'Agrícola de Manacor. / DM

Redacción

¿Cómo ha recibido este premio de s’Agrícola, en su pueblo?

Es una distinción y un reconocimiento inesperado, pero una sorpresa muy agradable. Estoy digiriendo el sentimiento de agradecimiento y de responsabilidad que también supone ser socio de honor de una institución centenaria. S’Agrícola siempre ha jugado un papel destacado en los momentos de grandes transformaciones, primero la del mundo agrario, pero después alimentando la reflexión sobre los cambios que se han ido sucediendo hacia una economía de servicios. Ahora, sin duda, se convierte en un vector cultural, especialmente activo en Manacor, donde se erige en uno de los pocos espacios expositivos que queda de los tiempos en que yo pintaba. 

¿Qué ha pasado que ya no pinta?

Estaba a punto de hacer mi primera exposición cuando tuve una crisis; pensaba que no era lo suficientemente bueno. Me frenó una exposición de Joan Riera Ferrari que llevaba por título ‘Mediterránea’ que en el año 1987 hizo en la Galería Joan Oliver ‘Maneu’. Me impresionó. Él utilizaba entonces el azul y yo trabajaba con el azufre que había en casa para que la vid no cogiera ‘cendre’ y los barnices de la carpintería de mi padre... Era obra de gran formato. Pensé que aún tenía que mejorar mucho para presentarla en sociedad.

En cambio, es un poeta activo.

Con los años descubrí que era más fácil para mí pintar a través de la poesía y así sigo. Ahora pronto saldrá mi tercer poemario, estructurado a partir de tres poemas largos. Cada uno de ellos dedicado a una de las noches maternas que viví al nacer mis tres hijos.

¿Qué tiene que ver eso con que viva en Cala Morlanda, un lugar aún tranquilo?

Cala Morlanda es un lugar privilegiado, no solo a nivel ambiental sino también en cuanto a la presión social. Aunque el alquiler vacacional también ha llegado y que muchos jóvenes ahora son quienes ocupan la casa de sus padres, aún mantiene usos tradicionales, de lugar de veraneo. Aún puedo ir a tirar la basura en pijama, cosa que no podría hacer en Palma o en Manacor. Después de todas las reuniones y de la exposición pública del día a día en Ciutat, Cala Morlanda es un lugar de paz y anonimato que agradezco.

¿Todavía estamos a tiempo de corregir el modelo turístico que ahora padecemos?

La situación es totalmente corregible, económicamente, ambiental y socialmente. Las economías nunca están en equilibrio y si alguna vez lo rozan es, de manera puntual, para iniciar el tránsito hacia otro estadio. Balears están en tránsito, pero los últimos 20 años la inercia nos ha ganado la partida. Cada año los síntomas de que esto es así son más evidentes, pero el diagnóstico aún no es lo suficientemente maduro. Difícilmente podemos encaminar el futuro si solo nos limitamos a gestionar síntomas. Hay que encontrar la raíz de todos ellos, la enfermedad y comenzar el tratamiento. Por suerte, cada día estamos un poco más cerca..

Ahora al menos parece que todos, ciudadanos, políticos y empresarios se han dado cuenta...

Sí, el nivel de conciencia es cada vez más alto. Una lástima haber perdido tanto tiempo intentando esconder o culparnos unos a otros de los síntomas. Ahora el consenso es mucho más elevado y es cierto que estamos en un punto de inflexión. Desde la Fundació Impulsa Balears hace 20 días que ya hicimos una declaración valiente, que comparte un diagnóstico, que recoge toda la sintomatología, y que invita a la acción poniendo la productividad en el centro de la toma de decisiones de la ciudadanía, la empresa y la política.

¿No estamos preparados para hacer el esfuerzo?

No creo que sea tanto una cuestión de energía o esfuerzo sino que aún nos faltan algunas herramientas. Sabemos que tenemos dolor, pero con ‘gelocatiles’ no lo arreglaremos. Hay que hacer un tratamiento integral. Pasar por quirófano. Y una persona (igual que una sociedad) solo va a quirófano si tiene la esperanza de mejorar su bienestar. Por eso, hay que definir una visión-región de futuro que sea estimulante. La Fundació Impulsa Balears ha puesto una sobre la mesa. Ahora nos toca demostrar que es viable, posible y deseable alcanzarla. Ninguna persona transita hacia el vacío, sino hacia un lugar deseable. Al mismo tiempo, hay que demostrar que el tránsito hacia esta visión-región tiene más beneficios que costos. No hay tránsito que no sea costoso, que no tenga perdedores y ganadores, y por eso hay que poner también sobre la mesa todos los elementos de una hoja de ruta que aglutine a buena parte de la sociedad. Todavía no estamos en este punto. Algunos piensan que lo primero es adelgazar la economía. Nosotros pensamos que primero es preparar la economía para que aguante el régimen.

¿Tienen un plazo definido?

La visión región que hemos definido apunta al año 2050. Puede ser que lleguemos antes, pero es bueno tener una fecha de referencia.

¿Hay alguna región que ya haya pasado por este proceso y que podamos tomar como referencia?

Bilbao, por ejemplo, consiguió transformarse desde un sector eminentemente industrial siderúrgico hacia otro donde la cultura ganó mucho protagonismo. En nuestro caso, el tránsito es más fácil, se trata de hacer avanzar el sector terciario (comercio, restauración, hotelería) hacia un sector cuaternario y quinario mucho más avanzado. Desafortunadamente, aunque lo tengamos más fácil, tenemos menos incentivos que ellos para ir al quirófano. Bilbao partía de una infrademanda de los bienes y servicios que producía, mientras que Balears parte de una situación de sobredemanda. Balears tiene que transitar desde la abundancia. Lo tiene que hacer, porque al igual que Bilbao, el bienestar de la sociedad mengua de año en año.

Pero Bilbao tuvo la suerte del Guggenheim. ¿O no?

Los economistas no creemos en las casualidades. No es casualidad que Balears esté donde está ahora. El cambio de Bilbao se atribuye al impacto del museo Guggenheim, pero por sí solo no soluciona ni transforma nada. No basta con crear una gran infraestructura. Se necesita una visión-región y una hoja de ruta. Solo así se explica que el País Vasco esté liderando el ranking de bienestar de España.

¿A quién hay que culpar de este inmovilismo?

No se deben buscar culpables como tal. Es un fracaso colectivo, porque hace ya veinte años que tenemos el diagnóstico hecho. Estamos llegando tarde. Y solo se puede solucionar colectivamente, nadie por sí solo puede ponerle remedio. Todos tenemos ya la sensación de que nos encontramos en un momento crítico. Necesitamos incrementar la capacidad de generar más valor añadido con menos volumen. Hace años que Balears no añade suficiente valor a sus bienes y servicios. Se comportan como una pizzería que en lugar de mejorar la receta, esperan que entren por la puerta miles de personas a comprar. No se invierte suficiente en mejorar, innovar, sofisticar los procesos de producción porque la demanda es muy alta y parece garantizada. Se opta por el volumen (mucho menos exigente) en lugar de por el valor (siempre mucho más exigente). ¡Tenemos que dar ese salto!.

¿El Govern les escucha?

El Govern forma parte del patronato de la Fundació Impulsa Balears, junto con 60 empresas más. Por tanto, es parte de ella. Pero siempre insisto en que el economista no debe buscar influencia directa, ni siquiera que le hagan caso. La relación médico-paciente no se parece a la del economista-político.

¿No debe ser el Govern quien lidere el cambio?

No. No estoy diciendo eso. De todas las transiciones que he estudiado, solo la de Baviera fue liderada por el gobierno. En el resto de casos, el gobierno actuó como catalizador. Puso el marco legal, fiscal... para que las empresas transitaran.

¿La tecnología nos salvará?

No hay transición sin tecnología, entendida como conocimiento en sentido amplio. Las transiciones necesitan mucho dinero, mucha inteligencia y mucha gobernanza.

¿La incertidumbre paraliza?

Vivimos un momento de mucha incertidumbre. La década de los años veinte parece estar llamada a ser una época de grandes disrupciones, de cambio de paradigma. Lo fueron los siglos anteriores y lo es en este siglo XXI. Y es cierto que una respuesta natural a la incertidumbre que traen estos cambios de paradigma es la parálisis. Está demostrado que hay quienes durante estos períodos son capaces de poner las luces largas y esquivar la niebla.

¿Y cómo se hace para combatirla?

Solo hay una manera: transformarla en riesgo. Los humanos sabemos gestionar situaciones de riesgo. Cuando un excursionista hace el torrente de Pareis, por ejemplo, pondera lo que le puede pasar, sabe que hay riesgo pero lo asume y lo controla. En cambio, la incertidumbre no es controlable.

¿Y la inercia?

La inercia es mala compañera de viaje siempre, incluso cuando las cosas van bien. Pero los individuos son, generalmente, más amantes de la inercia que de los cambios. Lo difícil es vencerla, aunque hay momentos en que no queda otro remedio que romperla para evitar sus consecuencias negativas: tensión social, desigualdades, polarización, fragmentación...

Hace cien años nadie habría podido imaginar el cambio económico y turístico que hemos atravesado. Si viajáramos al siglo que viene, ¿estaríamos igual de sorprendidos?

En menos tiempo haremos el mismo salto, créame. La tecnología va más acelerada y con ella todo lo demás. De la misma manera que la sociedad agrícola del siglo XIX no estaba preparada, ahora también nos costará. No importa mirar tan lejos. La geopolítica, que prácticamente había desaparecido del mapa, ahora vuelve a cobrar protagonismo. La disrupción tecnológica, la emergencia de la inteligencia artificial, el cambio climático... Son muchos vectores con gran potencial de transformación y todos están ahora sobre la mesa.

Precisamente, ¿dónde queda el sector agrícola en todo esto?

Nos alimentaremos de forma diferente y por tanto también produciremos de manera distinta. Estoy convencido de que la agricultura jugará un papel no solo de producción, sino que el territorio rural será protagonista de otras formas.

¿Cuáles?

Por ejemplo, será muy importante para la captura de carbono y la regulación del clima, de las temperaturas... El campesino podrá monetizarlo mediante la compraventa de derechos de carbono. De hecho, ha comenzado a ocurrir.

¿La conciencia turística también debe partir desde el origen?

Hay una disposición a pagar del turista como no había habido hasta ahora; que cada vez está más concienciado, también del destino a donde va. Tiene preferencia por hoteles con buenas prácticas, con huella medioambiental baja...

Usted dice que contabilizar turistas ya no sirve para medir el éxito de una temporada.

Como decía hace veinte años que no es así. Desde el año 2003 en Balears, más ya no significa mejor. Antes contar turistas te daba una referencia del nivel de actividad y de prosperidad. Ahora ya no. Hay que cambiar ya esa perspectiva.

¿Cuáles serían ahora los parámetros idóneos?

Quizá habría que calcular la huella hídrica o ecológica de un turista y computarla en euros e integrarla con otros indicadores monetarios. Tenemos todas las herramientas para poder hacerlo ya.

Volviendo a los ejemplos regionales. ¿Nos podemos guiar por alguna isla mediterránea?

No, no hay un paralelismo mediterráneo, ni de islas españolas. Ni Canarias, ni Barcelona ni Venecia sufren la enfermedad de Balears. Solo hay algunos síntomas comunes.

Los canarios han salido a la calle para protestar con una presión turística la mitad de la Balear, ¿por qué nosotros no?

Porque nosotros ya hemos pasado por donde ahora transitan ellos, por este desarrollismo, y ya nos manifestamos para que muchas zonas emblemáticas no se urbanizaran. ¿Lo recuerda?. En el año 2000 las Baleares estábamos entre las 50 regiones más ricas de Europa, ahora somos la 110. Canarias no ha gozado nunca de esta posición. Y Venecia, concretamente, la región del Véneto continúa con una posición muy envidiable en el ranking europeo. Y en cambio, las tres regiones tienen problemas de presión turística.

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