Carlos Delgado ha aterrizado ya en la conselleria de Turismo y Deportes y, acorde con su talante, sin perder tiempo, está dejando su impronta. Su mensaje y su hoja de ruta son claros y contundentes. Se le podrá acusar de otras cosas, pero no de titubeo ni confusión. Convencido de que la fuente del dinero público, "la teta de la Administración" lo llama él, está agotada, no queda más remedio que empezar a cultivar el beneficio de la inversión y la rentabilidad en otros lares que no son otros, porque tampoco hay más alternativas, que los de la empresa privada. Que los hoteleros tengan todas las facilidades del mundo para ganar dinero y después lo reinviertan en la reconversión de usos turísticos y en la regeneración, vía esponjamiento y embellecimiento de infraestructuras, de las zonas más degradadas que no son sólo la Platja de Palma, sino, por ejemplo, Magaluf o Alcúdia. El planteamiento parece irrebatible pero para tener éxito deberá pasar por la reconversión de la mentalidad de unos hoteleros poco predispuestos y apenas entrenados para la generosidad y mucho menos el altruismo público.

Para que no le vuelvan la espalda, Carlos Delgado abrirá el catálogo de las facilidades. Ante cualquier iniciativa empresarial o emprendedora la respuesta, de entrada, será afirmativa. Después, ya se verá. Es lo que el nuevo conseller de Turismo llama "presunción de legalidad", lo cual, en lo bueno y en lo malo, no deja de comportar notables riesgos porque la política de hechos consumados también resulta muchas veces irreversible. También es posible que sea precisamente esto lo que se persigue.

Delgado mira a las grandes infraestructuras culturales de Valencia y Bilbao y a partir de ellas afirma que hay que desprenderse de cualquier complejo para aprovechar cualquier oportunidad de crear un parque temático desestacionalizador porque el sol y playa, la serra de Tramuntana y el todo incluido juntos no bastan por sí solos. El enfoque temático es el mismo que propone para el hotel del Palacio de Congresos que quiere desbloquear buscando 20 millones en donde no existen. Cuadrar cifras es el primer malabarismo urgente en el que debe emplearse a fondo el antiguo alcalde de Calvià. Ha topado con 15 millones de gasto comprometido y no presupuestado. Necesita 30 para ir tirando porque tiene demasiados frentes abiertos y muchas entidades y clubes que llaman a su puerta. No hay que olvidar que es también conseller de Deportes y que, aparte de las grandes estrellas mediáticas que pueden alegrar y aportar toque exclusivo a la imagen de promoción turística, cobrando por supuesto, también tiene que despejar el terreno para el deporte amateur y sus resultados sociales o educativos. Será en castellano en todo caso, porque el conseller no entiende que el idioma de todo el Estado no pueda ser el único vehicular de la Comunidad. Descartada la subvención imposible, se decanta ahora por la Ley del Mecenazgo. Otra vez los empresarios. ¿Está en disposición el sector privado de hacerse cargo de todas las impotencias de la Administración, aún hoy derrochadora? Es un circulo vicioso que acaba por estrangular a todos.

Vistos los buenos resultados que le ha reportado, Carlos Delgado intentará aplicar en Turismo los mismos postulados que han actualizado su porvenir político. Rival de Estaràs y Bauzá en la presidencia del PP, es ahora uno de los principales referentes del nuevo Govern. Al contrario que otros, supo apartarse y callar a tiempo para reaparecer en el momento oportuno. Su conselleria le vuelve a situar en el ojo del huracán pero él, acorde con su personalidad, no ha renunciado a nada.