Pese a las dudas sembradas el martes por una nueva reforma alquiler tan inaplicable que su impulsor la define como "ley Frankenstein", el horizonte del arrendamiento vacacional comienza a despejarse: el Consell de Mallorca plantea que no habrá ni una sola plaza adicional para turistas en seis entornos que considera "saturados". Se trata de las áreas de Platja de Palma-S´Arenal, Peguera, Santa Ponça, Palmanova-Magaluf, Calas de Mallorca y Cala Bona-Son Moro-S´Illot, áreas de explotación turística ya masiva para las que el Gobierno de la isla solo se plantea de cara al futuro la opción de decrecimiento.

Según ha explicado la consellera de Territorio del Consell, Mercedes Garrido, la apuesta por el decrecimiento en zonas saturadas de turismo significa que se crearán y reforzarán herramientas para renovar y mejorar de la oferta de alojamiento ya existente, mientras se amortizan las plazas que vayan abandonándose. No habrá espacio así para autorizar ni un solo alojamiento turístico más, aunque se respetará la actividad de todos los propietarios que ya tienen licencia para el alquiler vacacional.

El veto a nuevas plazas para viajeros incluye a los hoteles, claro, pero también a las modalidades de alquiler turístico hoy autorizadas (casas aisladas y adosadas) y, por supuesto, a toda la oferta ilegal de alquiler en pisos de bloques residenciales (el apartamento del 4ºB, el 3ºA y similares), para los que no habrá opción de regularización. Con lo que en estas zonas saturadas el alquiler turístico de pisos es ilegal y lo seguirá siendo.

"La oferta ilegal no tiene cabida"

Garrido no ha querido ser definitiva en su respuesta, pero se ha expresado con mucha claridad cuando se le ha preguntado si en esos espacios hay alguna opción de que se autoricen plazas de alquiler vacacional una vez que entre en vigor el documento que incluye estos vetos, el Plan de Intervención en Ámbitos Turísticos (PIAT), herramienta clave para el desarrollo del sector en los próximos años. "La oferta ilegal no tiene cabida en un sitio saturado. Si está saturada, lo está para plazas hoteleras y para plazas de vivienda vacacional. Con esto tenemos que ser muy estrictos. Si una zona madura está saturada, está saturada, no hay más vueltas, no hay sitio para más plazas, en todo caso habrá mecanismos para reducir" la oferta de alojamientos turísticos, decía Garrido, que antes había explicado que la versión definitiva de este mapa de zonas prohibidas dependerá de la llamada "zonificación", con la que antes de julio del año que viene el Consell deberá haber definido en qué zonas autoriza más alquiler turístico y el volumen de plazas que habrá en cada uno de esos espacios.

Solo quedan 42.000 plazas por repartir

Aunque antes de eso el Consell tiene claro que el margen existente es el techo de plazas marcado por el Govern balear con su nueva ley turística, que implica además una moratoria en la concesión de licencias de alquiler mientras el Consell define su zonificacion. Se ha encargado de subrayarlo el propio vicepresident del Govern, conseller de Turismo, e impulsor de la nueva regulación, Biel Barceló (Més), que explica que el PIAT del Consell asume tanto la moratoria como ese techo máximo de plazas. De ese modo, Mallorca como mucho podrá tener en el futuro las actuales camas legales, contando las 42.000 que están vacantes. Esas son las que habría que repartir entre hoteles y alquileres. Ni una más.

La mayor parte de la oferta es ilegal y se quedará fuera

Con ese techo queda claro que la mayor parte de la oferta turística hoy ilegal se quedará fuera de la ley. El propio Consell detalla que en las islas hay actualmente más de 20.000 viviendas dedicadas al turismo, con un total de 123.700 plazas, de las que más de la mitad, el 54%, formarían la eufemísticamente llamada "oferta no reglada", es decir, el alquiler fuera de la ley, que sumaría casi 70.000 plazas.

La cuenta es así muy clara: con 42.000 plazas a repartir para la actividad legal y 70.000 camas ilegales de alquiler turístico, buena parte de la oferta irregular está condenada a seguir siéndolo. Aunque lo tendrá más difícil: para esa oferta el Govern acaba de aprobar un drástico incremento de multas, que pasarán a ser de entre 20.000 y 40.000 euros para el propietario que alquile ilegalmente a turistas y alcanzarán los 400.000 euros para las webs tipo AirBNB y agencias que publicasen ofertas no autorizadas por Turismo.

La saturación ya no se niega

Con todas estas medidas, multas y restricciones se persigue reducir la saturación de Mallorca, que ya no se niega. Hace un año era algo "puntual", según la versión del Govern del Pacto, pero hoy el Consell Insular de Mallorca constata en su documento de regulación turística que la isla sufre situaciones de exceso insostenible. En el PIAT se recalca que Mallorca ha superado en varias ocasiones su "capacidad teórica" para albergar población. O traducido, ha habido momentos en los que había más personas en la isla que plazas de residente y turista construidas para albergarlas. Ocurrió el 5 de agosto de 2015, por ejemplo, cuando 1.425.063 almas dormían en una isla con sitio para 1.419.970 como mucho.

Especialmente dramática llega a ser la situación de Palma, donde la ilegalidad es la norma. Según destaca el Consell en el avance de su plan, dos tercios de los alojamientos turísticos de la capital están en viviendas (los hoteles son cada vez más secundarios), con el agravante de que "solo el 10% de las viviendas turísticas están reguladas". Es decir, el 90% de la oferta de alquiler vacacional de Palma es directamente ilegal, fenómeno que explicaría en gran medida los precios disparados del alquiler o que en todas las encuestas de percepción del alquiler turístico, el mayor rechazo ciudadano al arrendamiento vacacional se dé en Ciutat.

Recursos al límite, avisa el Consell

¿Cual es el resultado de la avalancha humana, que llena la isla más allá de lo asumible? Lo explica el propio Consell: "Muchos entornos, a veces muy frágiles, y además muchas infraestructuras y servicios y muchos recursos están sometidos a una presión insostenible", dice el Plan de Intervención en Zonas Turísticas del Consell de Mallorca. El impacto es fuerte sobre el paisaje y sobre espacios naturales como la playas, o sobre recursos clave como el agua, sobre la que el Consell ofrece un dato preocupante: "Más de un tercio de la reservas de agua de Mallorca están sobreexplotadas".

Por todo ello, el Consell insiste en que "hay que evitar la saturación en muchos puntos de Mallorca y plantear medidas de contención del crecimiento e, incluso, favorecer el decrecimiento en las zonas más saturadas". Y eso pasa en primer lugar por atacar la controlar de alojamiento, que "muestra manifestaciones preocupantes que se han de corregir". Entre ellas en el Consell destacan la "ocupación masiva del litoral, el "notable nivel de degradación de algunas zonas" y "el impacto considerable de las estancias turísticas en viviendas".

Prioridad al zonificar: evitar excesos y fomentar vivienda asequible

Todo esos factores condicionarán el futuro mapa del alquiler turístico autorizado. Según los planes del Consell, la zonificación del arrendamiento vacacional se hará entendiendo prioridades como luchar contra la sobreexplotación de recursos naturales, equipamientos e infraestructuras y "evitar la reducción del número de viviendas asequibles destinadas a residencia permanente".

Más allá de las seis zonas ya citadas en las que la previsión es que no se autorice ni un alquiler turístico más, el Consell tiene detectadas otras zonas aún no saturadas en las que la actividad de alquiler ilegal es masiva. Es el caso de las bahías de Alcúdia y Pollença, que en sus zonas de litoral lideran con la bahía de Palma y la propia Palma la oferta de arrendamiento turístico fuera de la ley. En situación muy distinta está el interior de la isla, donde la oferta de alquiler vacacional, en este caso mayoritariamente legal, se ha convertido en motor de desarrollo económico. Aunque también crece a un ritmo que permite avizorar problemas futuros si no se actúa: el interior de Mallorca ya tiene 10.000 plazas de alquiler vacacional, tantas que facilitan que hoy cuatro de cada diez estancias turísticas en viviendas se produzcan sobre el suelo rural de una isla al límite dispuesta a poner sus propios límites al turismo.