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El futuro del alquiler turístico

Solo se podrá alquilar a turistas donde haya agua, depuradoras y recursos para ello

El Consell permitirá más turismo donde haya recursos para asumirlo

Atasco en vía de cintura: el tráfico será clave en la zonificación. b. ramon

Mientras Podemos y el Govern negocian durante este fin de semana para resolver el caos generado con la aprobación el martes de una ley del turismo que nace tan mutilada que ya hay que reformarla, el Consell Insular de Mallorca trabaja ya para tener antes de que acabe octubre un primer detalle de las zonas de la isla en las que se autorizará el alquiler turístico. En esa primera aproximación se explicitará también el volumen de plazas para viajeros asumibles en cada punto del territorio. El planteamiento es partir de los recursos, infraestructuras y servicios de cada parte de Mallorca, y a con ellos en la mano definir el mapa del alquiler vacacional. El futuro del negocio de moda dependerá por tanto de variables objetivas como el suministro de agua disponible, la capacidad de depuración de fecales de cada entorno o la disponibilidad de territorio, energía e incluso infraestructuras como carreteras.

Trabajan para ello simultáneamente en dos ejes, que en el fondo son uno. De un lado, el Consell avanza con la llamada zonificación, con la que definirá las zonas en las que se permite el alquiler turístico. Para hacerlo, se basarán en el segundo eje, que es la clave de todo: no se autorizará o prohibirán las nuevas plazas turísticas al gusto del alcalde de turno o del político insular al mando, sino que prometen que lo harán en base a los criterios de sostenibilidad urbanística, territorial y ambiental que defina el propio Consell en su Plan de Intervención en Ámbitos Turísticos.

A él se alude con las siglas PIAT, las que definirán el futuro turístico de la isla. También el del alquiler de pisos y casas, claro. E incluso el acceso a la vivienda de una población residente que padece subidas fulgurantes de precios de alquiler ligadas al arrendamiento turístico de inmuebles residenciales. Por todo ello, según confirman en fuentes del Consell Insular, la zonificación no discriminará si la vivienda que se dedica al turismo es un piso en bloque residencial, un chalet en el campo o una casa de pueblo, sino que estará totalmente condicionada por la capacidad de cada zona.

"Si no hay recursos de abastecimiento de agua o de depuración, no los hay ni para un turista de piso ni para uno que se aloje en una casa", razonan en el Consell Insular, en el que parecen dispuestos a mantenerse al margen de la preocupación casi exclusiva en el Govern y partidos como Podemos por la prohibición del arrendamiento de pisos, para centrarse fundamental en la capacidad de la isla para atender a la población presente en cada zona y en cada momento. "Nuestra zonificación afectará a todo tipo de alquileres turísticos, no solo pisos. Tampoco es nuevo que sea así: es lo que se ha hecho con la oferta hotelera".

¿En qué se concreta todo esto? Pues en que el Consell definirá a través de su PIAT una "ratio de turistas" por zona, que se definirá en función de variables como la superficie disponible, la edificabilidad de cada área y los equipamientos operativos para atender a una población condicionada por el turismo. De todo ello se habla también en un informe técnico sobre el PIAT, elaborado por la Comisión de Medio Ambiente del Govern de Balears, al que ha tenido acceso este diario. En él, por ejemplo se destaca la necesidad de que el Consell Insular defina las condiciones que han de darse para considerar que una zona está saturada, y se sugiere además "limitar el desarrollo de nuevos suelos de uso turístico". También en este sentido, se piden medidas para "renovar y mejorar establecimientos turísticos, sin incrementar el número de plazas" y plantean la supresión paulatina de "las plazas de menor calidad".

Habrá límites objetivos

Tanto el Consell como la Comisión de Medio Ambiente apuntan a que es preciso estudiar "limitaciones" en función de la capacidad de atención al turismo y la población residente. Eso se concretará en un marco que acotará el espacio destinado a viajeros que corresponde al conjunto de la isla y a cada zona del territorio, de modo que se garantice el acceso a la vivienda de los residentes y los servicios básicos de toda la población (local y foránea). Ese control de espacios se completa con el establecimiento de límites para "descongestionar algunos recursos sobrecargados".

Entre ellos destacan los más básicos: el abastecimiento y depuración de agua, el tratamiento de residuos, el suministro energético o servicios e infraestructuras de transporte y movilidad. El informe técnico de la Comisión de Medio Ambiente lo deja claro en una frase: "Los recursos como el agua, la energía, o el territorio se han de considerar como recursos limitados, por lo que se hace necesario limitar las actividades que se desarrollan en la isla, como por ejemplo el turismo".

¿Cómo hacerlo? Pues por un lado con un techo de plazas que queda fijado con la reforma de ley turística impulsada por el vicepresident y conseller de Turismo, Biel Barceló (Més). Es un primer paso al que seguirán muchos cambios concretos, liderados en este caso por el Consell Insular de Mallorca, que además de vedar el alquiler turístico en zonas seguirá creando restricciones de tráfico como las implementadas en los últimos meses para frenar la avalancha humana en lugares como Es Trenc, Cala Varques o Formentor.

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