José Roig lleva siete años residiendo en el Camí dels Lleonets, al que se desplazó con su familia al nacer su tercer hijo "para ganar calidad de vida". En relación a algunos de sus vecinos, puede considerarse relativamente afortunado porque su casa no va a ser derribada, pero sí "va a quedar encajonada" por la ampliación del segundo cinturón. Y se indigna al recordar que el proyecto que se les presentó inicialmente tenía unas dimensiones mucho más reducidas que el que finalmente se quiere ejecutar.