­"Es una vergüenza", "un desastre", "lo que han hecho no tiene nombre" ... son las frases más repetidas entre los pasajeros que entre ayer y el viernes debían pasar estos días festivos en Estambul, Málaga, Roma, Sevilla... y tendrán que conformarse en pasar el puente en casa y, como mucho, "subir a Lluc". Impotencia, rabia, caras de desilusión y cansancio era el panorama de todos aquellos ciudadanos tirados en la terminal de salidas a la espera de ver qué pasaba con los controladores, el Gobierno y el espacio aéreo español. Mallorca incomunicada y los pasajeros "rehenes de un terrorismo encubierto" tal y como describe Sebastiana Blanc.

Las interminables horas en la terminal han dado para mucho: para lágrimas, para risas, para rabia, para hacer cola, para observar las pantallas, para leer, para comer, y sobre todo para rellenar el formulario de reclamación. Ayer los viajeros ya iban concienciados a que pasaban el puente en casa. Emilio Casanova y su mujer se iban a Tenerife a ver a la familia ya que por motivos laborales no podían juntarse en Navidad. Sentados en unas sillas esperaban su turno para que la compañía les reembolsara el billete. "El Gobierno es tan culpable como los controladores", remarca. Juan Pedro López trabaja en Viatges Llevant, llevaba meses preparando la salida a Estambul. Horas y dinero en publicidad invertidos para nada. Se canceló. Ayer estaba triste. Sabía que muchos pasajeros habían ahorrado para estas vacaciones. No podía soportar las caras de desilusión de sus clientes. No hubo escenas de gritos. Los viajeros dieron una lección de comportamiento. Estaban enfadados, pero optaron por tomárselo con filosofía, cuenta Isabel Cabanellas. Más que volar, el objetivo era reclamar el coste del viaje.