"Conveniente", "necesaria", "interesante", "positiva", "beneficiosa", "muy satisfactoria". Pocas veces se había escuchado tal confluencia de calificativos elogiosos a una operación financiera. Ni el hecho de que Sa Nostra aporte el 20% del dinero a una sociedad que ha cambio le concede apenas el 14,5% de la participación, ni la circunstancia de que el nuevo grupo vaya a pagar sus impuestos en Madrid, ni la realidad de que el cargo más representativo que Balears logra en la recién alumbrada caja del arco mediterráneo sea la presidencia de la comisión de auditoría evitan que la fusión sea vista como un éxito por los empresarios. Ven en la integración con Cajamurcia y compañía la oportunidad de que el crédito perdido vuelva a fluir. Y una opción de ampliar horizontes. A ello se refería el presidente de la patronal CAEB, Josep Oliver, que está convencido de que la solvencia que gana Sa Nostra gracias a la fortaleza de sus socios irá en beneficio de los clientes y de las empresas. "No creo que sea un riesgo que Sa Nostra se diluya en el grupo, sino que esa dimensión ganada afectará de forma positiva: se podrán acometer proyectos relevantes que por tamaño no podía asumir sola y además abre el horizonte a los empresarios con la proyección nacional e internacional del grupo", valora Oliver, que confía en que la fortaleza que da la unión resucite el crédito. No creen ni un poco en ello los sindicatos, que recuerdan que las cajas en general miran "sus beneficios y su ombligo". Lo explica con contundencia Toni Baos, portavoz de CCOO: "Los financieros han provocado esta crisis y no creo que una fusión que ahonda en la filosofía del gran tamaño para grandes clientes nos devuelva el crédito".

Crédito. La palabra mágica. La que hace latir a un empresariado que ha perdido a gran parte de sus miembros por un estrangulamiento financiero que está en el origen del paro galopante que machaca la economía. Así lo ve Juan Cabrera, presidente de la patronal de la pequeña y mediana empresa, que elogia la fusión por la calidad de sus socios ("no es lo mismo ir juntos tres enfermos graves, que llevar solo a alguno constipado") pero exige la sangre que da la vida a las empresas: la financiación. "Están cerrando empresas porque no les dan créditos para financiar capital circulante, así que esperemos que esta operación sirva para que vuelva el crédito y para que no se vuelvan a hacer las cosas a la ligera sin medir riesgos, dando créditos a empresas grandes y negándoselas a las pequeñas y medianas, para que sean las grandes las que meten a la entidad en el lío", razona Cabrera, que coincide con otro líder patronal, el de los hoteleros, Antoni Horrach, en que la integración de Sa Nostra en el grupo de Cajamurcia puede suponer una pérdida de poder de decisión. "Nadie mejor que Sa Nostra para evaluar esta decisión, que seguro que es interesante y meditada, pero sí que es posible que se pierda un poco el carácter local. Y es importante, porque Sa Nostra es "sa nostra", nuestra caja".

Con Sa Nostra sí hay consenso

Pero ni la posible pérdida de poder ni la marcha de financiación están entre las amenazas reales. O eso creen todos los partidos políticos de la isla, que en un discurso monolítico con pocos precedentes coinciden en elogiar la operación que le da a Sa Nostra la séptima parte del grupo mediterráneo. Lo dejaba bien claro Carles Manera, conseller de Economía, que tras declarar su "satisfacción" por la alianza auguraba un aumento del crédito en Balears. "La operación facilita el acceso a financiación en los mercados mayoristas internacionales y eso mejorará la posición de la caja", abundaba Manera, que aseguraba que la sede "no está decidida", pese a que el presidente del nuevo grupo, Carlos Egea, y los cuatro socios han confirmado en varias ocasiones que el banco creado pagará impuestos en Madrid, donde tendrá su sede.

También elogiosos se mostraban en el PP y el PSM, aunque con matices. El PP, a través de Francesc Fiol, expresaba que la boda mediterránea de cajas es "altamente positiva" y destacaba que "las rentas que gestiona Sa Nostra continuarán fluyendo hacia proyectos de Balears". Un tono más crítico usan en el PSM, partido desde el que el senador Pere Sampol ensalzaba un acuerdo que permite a Sa Nostra "mantener su identidad", pero recordaba cómo los excesos inmobiliarios del pasado han forzado a Sa Nostra a esta fusión a la baja. "Ahora tengo confianza en que el equipo directivo defenderá los intereses de las islas", añade Sampol.

Con unos y otros comparten optimismo y flores dos históricos de la economía balear, el presidente del Círculo de Economía y ex conseller de Hacienda, Alexandre Forcades, y el ex president del Govern Tòfol Soler, que en declaraciones a la Cope alababan una unión "mejor y más conveniente" que la que anteriormente se planteó con Caja Navarra y otras entidades: "[Esa fusión] dejaba a Sa Nostra laminada".

Un futuro mejor

Y Sa Nostra no está laminada. Al contrario: la entidad se siente rejuvenecida. Fuerte y solvente de nuevo. Segura de que podrá reescribir un futuro que hasta la fusión se leía en renglones torcidos. "Somos conscientes que ahora se va a hablar de oficinas y cuotas, pero no es el corto plazo lo que tenemos en mente, sino el futuro de la caja y de Balears. Nos hemos garantizado solvencia y así podremos conseguir financiación y captar pasivo para mejorar nuestra eficiencia y productiva y alimentar así la obra social y el tejido empresaria. Garantizaremos de ese modo inversión en innovación, empleo y diversificación", subrayaban en Sa Nostra, que respira hoy mejor que ayer. Y peor que mañana. Porque mañana habrá más crédito: "Con la solvencia viene el crédito". Y la credibilidad.