­Opentach Pla cierra el 2014 a dos partidos de la salvación. Así se puede resumir lo que ha sido un trayecto para el olvido el protagonizado por el colectivo marratxiner en el año de su debut en la LEB Plata. Ayer, ante uno de los ´cocos´ de la competición como es el Cáceres de Ñete Bohígas, el técnico local César Sánchez apostó por un partido eléctrico, con nervio, rotando continuamente a sus efectivos para que el cinco visitante se sintiese forzado en sus acciones.

De salida, se consiguió el objetivo, poniéndose por delante el cuadro mallorquín (11 a 10, minuto 6). Pero todo ello quedó en agua de borrajas cuando los extremeños, de la mano de un inspirado Brandon Seribumbi, le infringía un 0 a 8 de parcial, volteando el marcador. El triple de Carlos Sanemeterio en el último segundo del primer cuarto estrechó en algo el marcador (17 a 18), atisbando una leve reacción local. Y tras el arranque del segundo parcial, parecía que de nuevo podría dar la cara el Opentach, colocándose de nuevo por delante (21-20, minuto 13) tras canasta de McKeither. Pero ello fue un mero espejismo. Ñete Bohígas mandó endurecer más su defensa, y un parcial de 0 a 9 devolvía al Pla a su hábitat natural (21-29, minuto 16), llegándose al intermedio con el Opentach perdiendo de 10 frente a un serio Cáceres.

Tras el intermedio, pese a la aportación de McKeither y Jonhson, las diferencias siempre fluctuaron entre los 8 /10 puntos a favor de los visitantes. Un guarismo que superado ya el tercer cuarto llegó a ser de +17 a favor de los de Ñete Bohígas (38-55 tras canasta de Mansour Kasse). Parecía el partido ya acabado, pese a que quedaban nueve minutos por jugarse. Pero el Opentach sacó orgullo y fuerzas de donde no las tenía. Seis puntos de Matt Jonhson, cuatro de Albert Ausina y dos de Joan Riera colocaban un esperanzador parcial de 12 a 0, que enchufaba de nuevo al partido a los de César Sánchez (50-55, minuto 37). Pero, de nuevo, las bolas calientes fueron mejor jugadas por un Cáceres que vio cómo a falta de 34 segundos para el final, solo ganaban de cuatro (53 a 57), aunque en su caso supieron apuntillar a su rival con dos nombres propios: José Antonio Marco -que le ganó la partida a Riera- y Parejo, que frenó la hipotética reacción.