Mustapha M., el acusado de asesinar de una cuchillada en el abdomen a su expareja en su piso de la calle Aragón en Palma el pasado año, lavó el cadáver de la víctima tras colocarlo encima de su cama, según manifestó ayer el forense en la segunda sesión del juicio con jurado que se celebra en la Audiencia de Palma. El facultativo detalló que la herida principal en el abdomen, de 15 centímetros de profundidad, estaba limpia. "No había restos de sangre alrededor de la lesión. El cuerpo fue lavado después de que lo dejara en la cama", precisó el especialista.

Según su versión, la puñalada que recibió Soledad Arnez, boliviana de 34 años, fue mortal ya que le atravesó el hígado y también el diafragma, por lo que falleció poco después desangrada.

Además de la herida principal en el abdomen, los médicos detectaron otros dos cortes superficiales en un dedo de la mano y en un pie. El perito señaló que el asesino atacó a la mujer de frente cuando esta se duchaba en casa. Por su parte, otros dos forenses descartaron que el imputado, marroquí de 39 años, padezca un trastorno que afecte a su voluntad. "No detectamos ninguna anomalía, ninguna alteración a nivel de inteligencia. Tampoco un cuadro psicótico delirante ni esquizofrénico. No tenía afectada su capacidad de control de la voluntad", destacaron. Lo único que apreciaron fue una reacción depresiva y ansiosa.

En cuanto a sus problemas con el alcohol, los facultativos apuntaron que no tenían base para confirmarlo. "Solo podemos especular con lo que él nos manifestó, ya que nos dijo que consumía bebidas alcohólicas y el día de los hechos había tomado varios whiskys", añadieron. Mientras, su médica de cabecera declaró que Mustapha M. acudió a la consulta en noviembre de 2012 para tratarse por el consumo excesivo de alcohol. "Era consumidor de fin de semana", declaró la doctora, quien detectó en unos test que el paciente podía padecer alcoholemia, por lo que lo derivó a una unidad especializada.

Los compañeros de piso de la calle Aragón recalcaron que nunca vieron borracho a Mustapha. "En casa nunca le había visto beber", explicó uno de ellos. Incluso el día del crimen, el 31 de marzo de 2013, no observaron que el acusado fuera bebido. "Borracho no estaba, trasnochado sí. Tenía los ojos rojos y la cara enojada", relató una vecina. El taxista que lo llevó hasta la Jefatura de Palma, donde se entregó y confesó el crimen tras ingerir sosa cáustica, recordó que no olía a alcohol: "Fue muy educado. Empezó a vomitar en el coche. Lo primero que dijo fue que lo llevara al hospital o a la Policía. Fui a la comisaría al estar más cerca. El chico estaba muy mal. Solo decía ´voy a morir, voy a morir´. En cuanto pude, me fui de allí. No quería problemas". Una amiga de la víctima indicó que Soledad rompió con el imputado y que tenía miedo de él porque el día anterior discutieron y él la amenazó: "Estaba desesperado".