Como cada día, Malén Ortiz salió de su instituto y cogió el autobús para volver a su casa, en Cala Vinyes (Calvià). La adolescente, de 15 años, bajó en una parada de Magaluf y llamó a su novio y a su padre para decirles que se había olvidado las llaves y que iría a comer con el joven a Son Ferrer. No ha vuelto a saberse de ella. Su rastro se pierde en ese trayecto, a las tres y media de la tarde del 2 de diciembre de 2013. Un mes después, muchas son las teorías y pocas las certezas sobre lo ocurrido. Intensas jornadas de rastreo por tierra, mar y aire, vídeos de su familia clamando que vuelva, varios registros en domicilios, estrechas vigilancias en Internet e incluso una recompensa de 3.500 euros. Todo ha sido en vano y la Guardia Civil no descarta nada. Mientras algunos indicios apuntaban a que la menor pudo desaparecer voluntariamente, con el paso de las semanas empieza a cundir el pesimismo.

Alejandro Ortiz, el padre de Malén, se temió lo peor desde el primer momento. “Nunca se ha retrasado al volver a casa. No creo que sea una desaparición voluntaria”, explicaba esa misma tarde. Bomberos, guardias civiles, policías locales y miembros de Protección Civil empezaron enseguida a rastrear la zona, trabajo que se prolongó durante días, al tiempo que su familia repartía carteles por toda la isla.

Los agentes encargados del caso apostaban por una huida voluntaria. En varios vídeos colgados en Internet en los días siguientes a la desaparición, el padre y sus allegados le pedían que volviera, diciéndole que estaba “perdonada” y que no iba a pasarle nada. Se intuía que alguna desavenencia entre Alejandro Ortiz, que se define como un padre estricto, había llevado a la adolescente a escaparse de casa. La madre, separada del padre desde hace años, lanzó también por su cuenta un mensaje desesperado en el que animaba a su hija a ponerse en contacto con ella: “Si no aguantas más a tu padre, acá está tu mama”.

Tras una semana de infructuosas batidas en Santa Ponça, Magaluf y Son Ferrer en las que apenas quedó un palmo de tierra sin escudriñar, la Guardia Civil suspendió la búsqueda sobre el terreno y apostó por la investigación discreta. Los agentes recibieron numerosas pistas sobre el paradero de Malén, a la que se creía oculta en algún rincón de Mallorca con la ayuda de algún conocido, y vigilaron de cerca cualquier comunicación que pudiera tener la menor a través de Internet. Su teléfono móvil no volvió a encenderse desde la tarde que desapareció.

Varios testigos aseguraban haberla visto en lugares diversos de la isla. La búsqueda, ya sigilosa, se extendió a otros puntos de Mallorca con el convencimiento de que alguien estaba ayudando a Malén a esconderse. Pero todas las pesquisas acababan en un callejón sin salida. El ‘Ico’, hijo de la matriarca de Son Banya, ‘La Paca’, anunció públicamente que recompensaría con 3.500 euros a quien aporte una pista que permita encontrar a la menor. Las llamadas de supuestos testigos se han disparado, con escaso resultado.

A la espera del laboratorio

La investigación dio un nuevo giro cuando se cumplían tres semanas de la desaparición. El paso del tiempo debilitó la hipótesis de la fuga voluntaria. El sábado 21 de diciembre la Guardia Civil volvió al punto de origen y llevó a cabo un minucioso registro en una casa del Camí de sa Porrassa, muy cerca del lugar donde se perdió el rastro de Malén. Los investigadores recogieron varias muestras que fueron remitidas al laboratorio de Criminalística de Madrid con la esperanza de que los resultados impulsen la investigación. Durante los días siguientes se rastreó a fondo el bosque de Son Ferrer, donde también se recabó material para analizarlo, y los buzos inspeccionaron los lagos del Golf de Poniente y la costa de Portals Vells y la playa del Mago. El pasado martes se reanudaron las batidas por tierra y aire, que está previsto que continúen a lo largo de los próximos días con el objetivo de responder a la pregunta que, desde hace un mes, tiene en vilo a Mallorca: ¿Dónde está Malén?