La Audiencia de Palma ha condenado a 33 años y medio de prisión a Alejandro de Abarca Barnet por asesinar a la joven Ana Niculai, cuyo cuerpo calcinado fue hallado el pasado 19 de julio de 2010 en el maletero de un coche en llamas en un camino a las afueras de Muro. La magistrada presidenta del jurado popular que el pasado viernes declaró culpable de seis delitos al ´Enano´, de 35 años, le ha impuesto también una indemnización de 1.100.000 euros para los familiares de la víctima: sus diez hermanos y su pareja. La sentencia considera "incontestable" que han sufrido un "extremado impacto emocional" que resulta, "sin duda alguna, un daño moral".

El acusado, un preso de tercer grado que no regresó al Centro de Inserción Social (CIS) de Palma tras un permiso de fin de semana, pasará en prisión 30 años, lo máximo de cumplimiento efectivo que permite la Ley. Así, Abarca saldría de la cárcel con 65 años, la edad de jubilación. El sospechoso, un delincuente reincidente con múltiples antecedentes a sus espaldas, cuenta ya con diez condenas firmes desde 2001, la mayoría por violentos robos.

La Audiencia de Palma ha fijado la pena máxima por asesinato, 25 años, al tener en cuenta las circunstancias agravantes de alevosía, ensañamiento y aprovechamiento del lugar para cometer el delito. La magistrada ha penado el crimen en concurso con los delitos de detención ilegal alevosa y daños mediante incendio al considerar que la finalidad última del sospechoso en estos tres hechos delictivos era la de acabar con la vida de Ana Niculai.

Además, la sentencia añade otros seis años de cárcel al ´Enano´ por robo con violencia con la agravante de reincidencia; dos años más por conducción temeraria y otros seis meses por circular sin carné.

Julio de 2010

Según se declara probado, Alejandro de Abarca conoció a Ana Niculai, de 25 años, en el bar que esta regentaba en Palma, donde entró y consumió una bebida unos días antes del crimen.

El día 19 de julio de 2010, sobre las siete y media de la mañana, la joven llegó al aparcamiento de la calle Jerónimo Pou con el vehículo de su novio, un Audi A4. Una vez estacionó el vehículo, fue sorprendida por ´El Enano´, quien la redujo y la introdujo de nuevo en el interior del coche. El acusado utilizó medios y formas que impedían a Ana defenderse, huir o pedir auxilio. Abarca se apropió también del bolso de la víctima, donde había al menos 500 euros, así como del vehículo.

Durante toda la jornada diurna de ese día, el hombre se desplazó por varios municipios de la isla con el turismo llevando en ocasiones a Ana Niculai en el asiento trasero o en el maletero. A primera hora de la mañana, se dirigió al Camí de s´Amarador, en Muro; a media mañana, condujo hasta una gasolinera de Muro donde compró cinco litros de gasolina; alrededor de la hora de comer fue a Son Banya, donde compró heroína. Luego, acudió a un bar de la Porta de Sant Antoni, en Palma, y a un taller de Lloret, donde le cambiaron una rueda pinchada.

Al menos desde las tres de la tarde, ´El Enano´ obligó a consumir heroína a la joven, que nunca se había drogado. En alguna ocasión ató a la víctima, ya fueran los pies o los brazos. Finalmente, sobre las ocho de la tarde, Abarca fue al Camí de s´Amarador, en Muro, mientras Niculai se hallaba en el maletero del coche bajo los efectos de la heroína. Tras rociar con gasolina el vehículo y algunas zonas del cuerpo de la muchacha, prendió fuego al turismo y huyó. La joven murió asfixiada.

El imputado eligió ese camino al ser una zona alejada donde no pasa mucha gente. Al menos en una ocasión, cerca de Santa Maria, condujo de forma temeraria. El hombre carecía de carné.

Ana Niculai no pudo defenderse y sufrió "un prolongado e innecesario dolor antes de producirse la muerte", según la sentencia. Abarca, con sus facultades en perfecto estado, primero tenía la intención de privar de libertad a la joven, pero cuando compró la gasolina y drogó a Ana, su intención fue matarla, así como destruir las pruebas que le incriminaran.