Tras una noche de pesadilla, el incendio forestal de Cala Torta quedó frenado ayer después de devorar 479 hectáreas de Artà y Capdepera, la mayoría de carrizo y palmito aunque también había pinar joven. Las llamas se quedaron a las puertas del Parc Natural de Llevant y arrasaron la mitad de la finca pública sa Duaia. Su frenético avance en las primeras horas, críticas para los equipos de extinción hasta que amainó la Tramuntana, llevó a desalojar a unos 180 vecinos, casi todos de sus segundas residencias a las que pudieron regresar horas después. Hasta 150 efectivos de los Bombers de Mallorca, el Ibanat, la Unidad Militar de Emergencias (UME), que envió a 40 personas desde Valencia, y el ministerio de Medio Ambiente trabajaron en la zona hasta lograr contener el fuego. El incendio, que no dejó heridos ni dañó viviendas, se dio por estabilizado ayer tarde pero las brigadas terrestres seguían trabajando sobre el terreno para sofocar rebrotes y refrescar el terreno quemado.

El fuego comenzó entre las nueve y media y las diez de la noche del martes en un torrente muy próximo a la playa de Cala Torta. El fuerte viento de Tramuntana que soplaba entonces empujó las llamas tierra adentro en dirección suroeste y monte arriba, hacia sa Duaia. La mayor preocupación era el flanco que avanzaba hacia Capdepera y ponía en riesgo a Cala Mesquida, donde había 2.000 turistas en hoteles y decenas de veraneantes en viviendas particulares. El fuego se extendió rápidamente y su resplandor podía verse desde buena parte de Mallorca y Menorca.

La oscuridad impedía poner en liza a los medios aéreos, por lo que la lucha contra el fuego se libró en tierra y cuerpo a cuerpo durante toda la madrugada. Veinticinco efectivos de los Bombers de Mallorca -llegados de los parques de Artà, Manacor, Alcúdia e Inca- y tres brigadas, dos autobombas y tres tanquetas del Ibanat se desplazaron al lugar en las primeras horas, así como las agrupaciones de Protección Civil de Artà, Capdepera, Sant Llorenç, Maria de la Salut, Manacor, Montuïri, sa Pobla, Son Servera, Santa Margalida i Vilafranca. Pero el fuego, declarado de nivel 1, siguió avanzando voraz y fuera de control hacia el interior. La carretera de Cala Torta se cortó y se limitó el acceso a Cala Mesquida.

Hacia la medianoche se optó por empezar a desalojar a los vecinos. En Cala Mesquida se evacuó la zona residencial y se habilitó el polideportivo de Capdepera por si era preciso acoger a los 2.000 turistas que pernoctaban en los hoteles. La Policía Local y la Guardia Civil recorrieron también Son Terrassa para sacar de sus viviendas a los moradores de varias casas dispersas y vaciaron el restaurante de sa Duaia. Hicieron lo mismo en Son Barbassa, cuyo agroturismo no llegó a ser desalojado pero donde se trabajó para contener y refrescar el perímetro y se movió a los clientes de las habitaciones más próximas al frente, y en Son Cutrí. En total se desalojó a unas 180 personas. Casi todos estaban en segundas residencias y optaron por marcharse a su casa, por lo que el polideportivo de Capdepera se quedó vacío. El Govern no tardó en pedir ayuda externa. La UME movilizó de madrugada a dos de helicópteros de la base de Bétera (Valencia), que llegaron a la isla con 40 personas a bordo para unirse a los trabajos nocturnos contra el fuego.

Si el flanco de Cala Mesquida preocupaba por el riesgo que suponía para las personas, el que avanzaba hacía el Parc Natural de Llevant extendió el temor a otro desastre natural en esa zona protegida. Se temía que si las llamas lograban atravesar la carretera de Cala Torta, que hizo las veces de cortafuegos, se adentraran en los pinares de Aubarca y es Verger.

El viento que tanto estaba complicando el trabajo de los bomberos acabó convirtiéndose en el mejor aliado. Hacia las dos de la madrugada amainó la Tramuntana y las rachas comenzaron a soplar en dirección contraria, hacia el mar y el terreno ya quemado. También ayudaron las temperaturas, más bajas que en noches anteriores. Este cambio de la situación supuso un alivio para los equipos de extinción. El Parc de Llevant parecía ya estar a salvo, aunque en el frente de Cala Mesquida debían seguir empleándose a fondo.

Al amanecer, con la incorporación de los medios aéreos, comenzó la batalla definitiva contra el fuego. Dos hidroaviones, cinco helicópteros, tres aviones de carga en tierra y un avión de coordinación se unieron a la lucha terrestre, en la que participaban cinco brigadas, dos autobombas y un vehículo nodriza del Ibanat, efectivos de tres parques de los Bombers de Mallorca y un batallón con 40 soldados de la UME llegados desde Valencia. En total, 150 personas bregaron durante la mañana contra las llamas.

A primera hora de la tarde casi todo el perímetro del incendio quedó estabilizado. Los medios aéreos se retiraron, los vecinos desalojados pudieron regresar a sus casas y la carretera de Cala Torta fue reabierta. Un centenar de bomberos continuaron sofocando rebrotes y refrescando el terreno hasta que el fuego quedó totalmente estabilizado a las seis de la tarde, lo que permitió rebajar el nivel de gravedad del incendio al mínimo. Estaba previsto que unos 25 efectivos continuaran trabajando toda la noche y que hoy mismo el incendio se diera por controlado.

El fuego ha arrasado 479 hectáreas, según el balance oficial, de las que 242 pertenecen a Artà y 238 a Capdepera. El 95 por ciento del terreno afectado era matorral y garbelló y el resto pinar joven replantado tras los incendios de las últimas décadas. La finca pública sa Duaia ha perdido 227 hectáreas, la mitad de su superficie.