La Guardia Civil sospecha que el gran incendio forestal que se declaró el martes por la noche en Artà y Capdepera, que ha arrasado 479 hectáreas de monte bajo, fue intencionado. Los agentes del Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) del Instituto Armado han reunido una serie de indicios que apuntan a que el origen del fuego fue intencionado. Los técnicos del Institut Balear de la Natura (Ibanat), que participan en las pesquisas, también se decantaban ayer tarde por esta tesis.

Tras analizar los primeros datos recabados en la zona calcinada, la principal hipótesis que manejan los agentes es que detrás de este siniestro está la mano del hombre. Sin embargo, las investigaciones continúan abiertas y no se descartan otras hipótesis.

Los guardias civiles del Seprona y los especialistas del Ibanat inspeccionaron ayer el monte quemado y localizaron dos puntos donde se originaron las llamas. Se trata de los bajos de un torrente que desemboca en Cala Torta, prácticamente a la altura de la playa. Los expertos acordonaron las dos zonas, que apenas distan un metro entre sí. Ayer se desconocía si el incendio empezó de forma simultánea en esos dos puntos después de que alguien hubiera pegado fuego en ambos lados o bien pasó de un sitio a otro al propagarse con rapidez por el efecto del viento.

Uno de los datos más relevantes es que el enclave en el que se inició el fuego el martes poco antes de las diez de la noche es el mismo que el de otros siniestros de similares características que tuvieron lugar años atrás en Artà. Así, por ejemplo, el gran incendio del año 1992, que acabó con 1.960 hectáreas calcinadas, empezó a los pies del torrente de Cala Torta. Y otro fuego declarado en 2011, que pudo ser controlado en seguida, también se originó en ese punto del cauce. Además, varios de los siniestros que han castigado la zona de Artà con dureza en los últimos veinte años responden a un mismo patrón.

Según apuntaron ayer los expertos y conocedores de la península de Llevant, parece que se escogió la noche ideal para pegar fuego a la montaña. Las llamas se iniciaron en los bajos del torrente, junto a un camino, con muy buena escapatoria, aprovechando que soplaba el viento de Tramuntana, que empujaba el fuego monte arriba. Las fuertes rachas facilitaron que el siniestro se propagara con rapidez. Además, también resulta extraño la hora en la que empezó, poco antes de las diez de la noche, cuando las temperaturas habían descendido y ya los medios aéreos no podían actuar. Pese a que el fuego se extendió entrada la noche, ayer de madrugada había luna llena, por lo que había una cierta claridad en la montaña. Por suerte, el viento giró en el momento más oportuno y el núcleo de Cala Mesquida se salvó.