Lleva seis meses como segundo jefe del Cuerpo Nacional de Policía de Balears, aunque tras varios veranos en la isla al frente de una de las Unidades de Intervención Policial (UIP) que refuerzan la seguridad de la Casa Real, conoce bien el panorama de la delincuencia de las islas. El comisario Jesús Fuertes, de 59 años, leonés criado en Asturias, jefe de la Unidad de Coordinación Operativa Territorial (UCOT), hace un amplio repaso sobre los principales cuestiones relacionadas con la seguridad en las islas.

–¿Qué es la UCOT?

–Es una unidad que se creó en el año 2005. Su cometido es coordinar, dentro de cada jefatura superior, el trabajo de las distintas unidades territoriales que existen. La figura de comisario de UCOT viene a ser el segundo del jefe superior. Además de coordinar las unidades debe inspeccionar, controlar y hacer el seguimiento de todos los servicios.

–Después de seis meses en el cargo, ¿qué es lo que más le ha llamado la atención del trabajo policial en la isla?

–Lo que más me ha llamado la atención ha sido la cantidad de casos de corrupción política y urbanística. En otras comunidades se dan casos de corrupción, pero lo de aquí era excesivo. Con una cantidad tan grande de personas implicadas, tan conocidas y que daban una sensación de una actitud insultante hacia la población que había depositado en ellos una confianza como gestores de sus recursos, y que hayan sido tan engañados durante tanto tiempo...

–Con todas las investigaciones realizadas, ¿qué le parece que algunos políticos se presenten como víctimas de una persecución, de una caza de brujas?

–Pues habrá que esperar a las resoluciones judiciales. Nosotros en definitiva lo que hacemos es investigar, que lo están haciendo fenomenalmente los compañeros del Grupo de Delincuencia Económica, en coordinación con la Fiscalía Anticorrupción. Están trabajando muy bien. No apuntan en una única dirección, porque hemos visto que el abanico abarca a distintos pensamientos políticos, ni a un único estamento. Entre los más de 50 imputados de los últimos seis meses hay de todo.

–Da la sensación de que estos grupos deben de estar saturados de trabajo.

–Tienen mucho trabajo. Es gente muy preparada y trabajan muy bien. Porque no se trata solo de detener a los presuntos responsables. Antes hay que preparar una investigación exhaustiva, y luego en los registros se recopila mucha documentación. Y esa documentación hay que trabajarla. Ello implica ir a toda velocidad, porque mientras instruyes las diligencias puede ser que tengas que mantener detenida a esa persona. Y a veces la gente se plantea ¿por qué lo tienen tanto tiempo?, ¿por qué no lo ponen a disposición judicial? Bueno, pues porque hay mucho que estudiar y muchas preguntas que hacerle antes de ponerle a disposición del juez. Entonces puede ocurrir que dé la sensación de que lo has mantenido gratuitamente más tiempo de lo debido. Cuando una vez que tienes la certeza de los hechos que se le imputan lo escribes, y lo pones a disposición judicial cuanto antes. No es algo caprichoso.

–El último caso destapado, la operación Pasarela, parece la traca final de este proceso. ¿Cabe esperar más operativos parecidos?

–No lo sé, no puedo adelantar nada, porque esto es una madeja con muchos tentáculos y no se sabe hasta dónde se puede llegar.

–¿Cómo ha quedado la situación del narcotráfico en la isla tras la caída de La Paca?

–Tras la detención de La Paca y su clan, y la incautación de todo ese oro y dinero, podría parecer que había quedado afectado el narcotráfico, pero qué va. Estos clanes han sido sustituidos por otros. Quizás en Son Banya no haya tanto como había, pero se ha desplazado a La Soledad, Son Gotleu y otros barrios, donde vuelve a haber focos de menudeo y trapicheo de drogas. Un pequeño trapicheo que es muy difícil de erradicar. No obstante, nosotros mantenemos una vigilancia permanente de estos lugares de menudeo, que es lo que más hay aquí.

–Respecto a la existencia de Son Banya, hay una polémica antigua. Hay policías que defienden la existencia del poblado, porque prefieren tener a los narcotraficantes ubicados en un gueto antes que diseminados por toda la ciudad.

–No lo llamemos gueto. Es un barrio donde hay una concentración de estos clanes que hasta cierto punto están cómodos allí, no se meten con nadie y cuando quieres pillar a alguien sabes que lo tienes ahí, no lo tienes desperdigado. No me gustan los barrios marginales para nada, pero es verdad que en muchas ciudades se ha intentado integrar estos grupos en el resto de la población y no acaba de cuajar. Resulta difícil que se adapten a la forma de vida del resto de la sociedad.

­–Es su primer verano en la isla, una temporada con unas características especiales. Se junta todo el operativo de seguridad alrededor de la Casa Real con toda la afluencia de turistas y la delincuencia que trae asociada.

–No es mi primer verano en la isla. Yo estaba en las Unidades de Intervención Policial y estos grupos venimos todos los veranos a apoyar el dispositivo especial de la Casa Real. Además, siempre desvías algunos efectivos para apoyar la plantilla, sobre todo en Playa de Palma, Gomila... Así que conocía la problemática de la delincuencia en Mallorca. Y ahora la estoy viendo venir. Con esas diez o doce mil personas que desembarcan dos veces por semana de los cruceros que llegan a Palma y los delincuentes que les siguen como moscas a la miel. Casi me parece que pasan pocas cosas con el volumen de turistas que vienen a lo que vienen y no se preocupan de proteger sus pertenencias. Por mucho que nosotros estemos encima de ellos y hagamos campañas de prevención para que no se descuiden, es inevitable, porque son muchos los turistas y muchos los delincuentes que les siguen.

–Esta circunstancia marca las estadísticas de delincuencia en las islas. Siempre se dan unas tasas altas de delitos porque se calculan en función de la población oficial y no se tiene en cuenta la población flotante de turistas en verano.

–Efectivamente. De todas formas, la Jefatura de Palma en los últimos años ha ido rebajando poco a poco la tasa de delincuencia. A lo mejor estamos en el pico más bajo y ahora sube y la fastidiamos y parece que no hacemos nada. Cuando bajas mucho llega un momento en que no puedes bajar más y en algún momento tiene que subir. Pero con los efectivos que tenemos y todo el despliegue coordinado con el resto de Fuerzas de Seguridad del Estado, creo que podemos tener la situación controlada y dar garantía de seguridad a la gente en verano.

–Se ha cumplido un año de los atentados de ETA, que pusieron a Mallorca en el mapa de los objetivos terroristas. ¿Cree que se pueden repetir?

–Lo del año pasado fue una sorpresa, pero no tanto porque ese mismo año ya había habido otros atentados, señales de alarma. Resulta tan fácil llegar a la isla para alguien que no tenga antecedentes y armar una como esta o peor. Nosotros estamos limitados, somos cumplidores de la legalidad. Y es tanta la afluencia de gente y tantas las oportunidades que tienen de hacer daño... De todas formas, creo que a raíz de lo del año pasado se han aumentado los sistemas de seguridad, los filtros, los chequeos. Tenemos mucha gente preparada y apoyo específico para estos temas. No bajamos la guardia.

–¿Se ha notado la crisis en el fenómeno de la inmigración irregular? ¿Han detectado si ha bajado la afluencia de inmigrantes?

–Yo creo que sí. Varias razones confluyen. Esto ya no es el paraíso que muchos inmigrantes pensaban. No es solo que ya no vienen, sino que muchos se han ido, aprovechando medidas que el Gobierno promueve para ayudar a todos los que quieran volver a sus países y carezcan de medios. Y así dejan de estar aquí en situación irregular, mendigando o haciendo trabajos en economía sumergida que no son buenos para nadie. El final del boom de la construcción también ha dejado a mucha gente que no tiene nada que hacer. Pero lo que más nos preocupa a nosotros son los inmigrantes delincuentes, los que nosotros denominamos "cualificados". Ahí sí que estamos atacando fuertemente porque siempre que quitas a uno de estos, sabes que quitas delitos de la calle. No es lo mismo un pobre hombre que está buscando un trabajo pero que no ataca a la sociedad para nada, que un delincuente. Ahí es donde estamos implicándonos.

–¿Cómo están funcionando las oficinas de tramitación de DNI y pasaportes? ¿Han conseguido reducir las colas?

–En la actualidad tenemos 17 mesas. En verano también se nos multiplican las solicitudes. La particularidad de las islas hace que para viajar en avión necesitas estar documentado, no hay más remedio.

–Y muchos nos acordamos en el último momento.

–Exactamente. Entonces vienen las prisas, de gente que necesita el documento para hoy porque viaja mañana. Todas las mesas que tenemos abiertas son con cita previa. La gente tienen que mentalizarse que tenemos que ir como al médico o al mecánico. Hay que pedir cita previa. Las citas se daban antes para dos meses, pero ahora, con las mesas que tenemos abiertas, se dan para ocho o diez días. Ya no es necesario hacer colas como antes.

–En los últimos años se ha estimulado mucho los contactos con asociaciones vecinales y la participación ciudadana.

–Es una tarea en la que se ha implicado mucho la Comisaría General de Seguridad Ciudadana, que ha establecido una serie de programas. Todas las dependencias policiales tienen un delegado de participación ciudadana. El concepto en las sociedades democráticas es que la Policía está al servicio de la sociedad. Hay que desterrar los viejos estereotipos. La Policía está para ayudar, somos servidores de la sociedad. Este delegado de participación ciudadana está en contacto permanente con los colectivos vecinales, con gremios de comerciantes, profesionales y sociales de cualquier tipo que puedan ser objeto de delitos. Y no solo con colectivos, sino también con personas. Es lo que se llama Policía Proactiva. Intentamos ir por delante del delincuente, para lo cual necesitamos conocer la opinión de la gente, que nos cuente sus problemas, sus necesidades. Hay problemas en los que necesitas coordinar otros medios, como es el botellón, que aunque no nos afecta directamente porque es una cuestión municipal, puede devenir en un problema de orden público. Y no solo en Palma, sino también en s´Arenal. Porque de estos botellones se pueden derivar peleas o abusos sexuales. Y estos fenómenos se tienen que abordar con una coordinación política y social. Tratar de cortarlo de repente no es fácil.

–¿Cómo han encajado las insinuaciones de la familia de Dieter Frerichs, el alemán acusado de estafas que se pegó un tiro cuando iba a ser detenido, responsabilizando a la Policía de su muerte?

–Yo particularmente, mal. No me gustó nada. Lo viví personalmente. Estuve en el lugar con el juez aquella mañana y vi la actitud de la familia y era muy desagradable. Los hechos se trataron con una transparencia total desde el primer momento. Y el policía que se tiró al agua para rescatarle, se la jugó, que era una altura considerable, para sacar al hombre que estaba sangrando y se hundía. Y lo sacó, y por eso la causa de la defunción no fue ahogamiento, sino el tiro que se pegó en al cabeza. Hubo que pelearse entre las rocas, buscar mucho tiempo entre la posidonia hasta que apareció el arma, con un servicio constante para que nadie se acercara o revolviera. Y la familia, cada vez que veía a un policía le insultaba. Y uno de los familiares ha abusado de su relación con los medios de comunicación lanzando insinuaciones inadecuadas. Yo sé que los policías que intervinieron se sentían indefensos ante estas manifestaciones. Pero pienso que está aclarado de sobra. La autopsia nos dio la razón y no hay muchas más vueltas que darle.

PERFIL

Jesús Antonio Fuertes Otero

Nacido en Astorga (León) hace 59 años pero asturiano de adopción –"Uno es de donde pace", comenta–. Es policía desde 1973. Su currículo parece un recorrido por algunos de los puntos mas calientes de España en los últimos cuarenta años. Desde la Barcelona de los años setenta, con delincuentes como El vaquilla; Pamplona en 1990, con la "kale borroka" en su apogeo; las olimpiadas de Barcelona y justo después, participar en la creación de la Unidad de Intervención Policial (UIP) de Oviedo. –"Ahí me he tirado 17 años con las botas puestas"–. Al frente de este grupo de antidisturbios tuvo que bregar en los conflictos de la reconversión industrial de la zona, como los de Hunosa y el sector naval.