Mallorca es femenino

Erica Jong, no hay pasión sin sumisión

Erica Jong.

Erica Jong. / Miquel Massutí

Matías Vallés

Matías Vallés

Erica Jong ejercía de sulfurosa diablesa feminista en casa del pintor Bruno Zupan en los noventa, pero la conversación no sería hoy publicable por reaccionaria:

–El lesbianismo se perfila como la última frontera.

–El lesbianismo es una salida fácil.

Fue la vigía de decenas de millones de personas asustadas, con Miedo a volar. Quise enredarla en su epígrafe de que «toda mujer adora a un fascista», pero me quebró el argumento. «Me ha pasado muchas veces, la sumisión es una parte de la pasión, solo puedes amar si te rindes completamente al otro».

La acompañaba uno de sus cuatro maridos, querían «vivir a caballo entre Valldemossa y Nueva York» como todo el mundo. Admiraba a George Sand, a pesar de que o porque «es poco leída». Empecé asustado, me ganó su confianza incluso cuando declaró que una top model, una prima ballerina o una campeona de tenis quedan indefensas a los treinta, «a no ser que se suiciden». Hay mujeres que elevan la densidad de Mallorca:

–¿Soy su enemigo?

–Ni hablar. Mi feminismo integra al varón.

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