Fútbol. Copa del Rey.

Esta vez la moneda salió cruz para el Mallorca

La tanda de penaltis que le clasificó para la final en Anoeta le dejó sin el trofeo en la final de La Cartuja

Radonjic acabó con las esperanzas de ganar la final de la Copa del Rey en los penaltis.

Radonjic acabó con las esperanzas de ganar la final de la Copa del Rey en los penaltis. / EFE

Miguel Chacártegui

Miguel Chacártegui

El fútbol puede provocar la sensación más embriagadora y feliz de la vida de alguien o el mayor dolor y sufrimiento. Ayer, el RCD Mallorca tuvo que lidiar con la segunda. Lo que le llevó al cielo en el Reale Arena le bajó de golpe a la tierra en La Cartuja. La tanda de penaltis en la que Darder y Greif provocaron jugar el partido en Sevilla birló ayer la posibilidad a los bermellones de volver a alzar un título veintiún años después. 

Como en 1998, ante el Barcelona en Mestalla, la moneda de los once metros salió cruz para el Mallorca. Una cicatriz para una nueva generación de mallorquinistas que vivían su primera final. Los lloros entre los jugadores y afición están más que justificados. La diferencia entre alzar la Copa o marcharte a casa hundido reside en cinco lanzamientos que ayer no sonrieron a los intereses de los de Javier Aguirre

La llegada de los penaltis fue un justo premio para el Mallorca, no así tanto para el Athletic. Los bermellones, que fueron inferiores en lo futbolístico a los de Ernesto Valverde, se encontraron con la alegría del gol de Dani Rodríguez, pero ofreció poco más ante un gran equipo. El empate de Sancet hizo justicia a lo que se veía en el verde, y ya partir de ahí quedó aguantar. 

Y los bermellones lo hicieron, con poco fútbol y sí mucho corazón. Llegar vivos a este momento era un regalo. Y así se celebró. Porque lo que sucedió tras señalar Munuera Montero el final de los 120 minutos escapa a toda lógica. Ante el nerviosismo de la grada ‘athleticzale’, la bermellona se puso a celebrarlo. Fue un claro mensaje a los jugadores: «ya lo habéis conseguido muchachos», parecieron querer decirles a los agotados Muriqi, Raíllo, Morlanes y compañía. 

En el círculo de Aguirre con sus jugadores, se volvió a vivir otro momento irrepetible. El técnico mexicano, dándole suspense, anunció uno a uno los tiradores. Y con cada nombre que salió de su boca llegó una celebración por parte del resto. Con esta táctica, surgida espontáneamente en semifinales ante la Real Sociedad, el técnico mexicano buscaba relajar a los futbolistas, que se sintiesen liberados de lo que podía ocurrir y que disfrutasen, algo que en ocasiones así puede no hacerse. 

Lo que vino después ya entró de llena en el capítulo de historias tristes del Mallorca ni al mallorquinismo. Ya el sorteo de la portería fue favorable al Athletic, disputándose en la de su fondo -más allá de que el 75% del estadio fuese suyo-. Muriqi, el kosovar, sería el primero en lanzar. El kosovar no dudó y marcó lanzando a la izquierda de un Julen Agirrezabala al que la noche le aguardaba su primer momento. Raúl García hizo lo propio. El siguiente fue Morlanes. El maño, certero en Anoeta, repitió el mismo lado y se encontró con el guardameta del Athletic. La Cartuja estalló y el tanto de Muniain a continuación ya puso a los rojiblancos por delante. 

El Mallorca no podía permitirse otro fallo. Nemanja Radonjic fue el siguiente. Y su suerte fue la misma que la del mediocentro maño. Solo que su disparo prácticamente se marchó al fondo sur tras pasarse de potencia. El tanto de Vesga, resbalándose, ya plantó un Everest en el camino de los bermellones hacia el título. 

Solo un milagro podía dejar al Athletic sin su ansiado título 40 años después. Necesitaban marcar o que el Mallorca fallase. Antonio Sánchez alargó un poco más la tanda y de penaltis y la agonía. Pero Álex Berenguer marcó y rompió en mil pedazos el sueño del mallorquinismo. 

Esta final, que dejó a muchos jugadores del Mallorca llorando y hundidos en el campo, fue solo una pequeña derrota. La afición les aplaudió tras el partido y les transmitió su cariño y apoyo. Tienen un debe con el fútbol y en algún momento les llegará la oportunidad de resarcirse.