RCD Mallorca: 40 años de la caída del muro en el Lluís Sitjar

El 18 de marzo de 1984 rugía el Lluís Sitjar en un más que importante Real Mallorca-Valladolid, con el equipo bermellón jugándose sus opciones de permanencia ya que estaba metido en descenso (20 puntos, por 21 de los pucelanos, que marcaban la salvación).

El estadio estaba prácticamente lleno y el encuentro estaba siendo de los denominados ‘calientes’, con mucha intensidad en el campo y la afición intentando ayudar desde la grada metiendo presión al árbitro y a los rivales. El punto álgido del partido llegó a diez minutos del descanso, cuando el norirlandés Gerry Armstrong, el fichaje estrella de aquella temporada, batió a Fenoy.

Con el 1-0 estalló de alborozo el Lluís Sitjar y en el estruendo tiritó el fondo sur, cediendo la pared que delimitaba el foso y provocando la caída de medio centenar de personas. Varios metros al vacío que de repente sumieron en el silencio a todos el estadio. Policías, personal del club y los miembros de la Cruz Roja, además de aficionados, acudieron casi de inmediato al lugar. Para ayudar y, por fortuna, para comprobar que solo había heridos, de mayor o menor consideración, que tuvieron que ser hospitalizados.

El muro cedió cuando los aficionados del fondo sur celebraban, en el minuto 35, el gol de Armstrong al Valladolid

Las imágenes, tanto fotográficas como de televisión, alcanzaron relieve nacional, en una época, hace 40 años, en la que no existían internet ni teléfonos móviles ni, por supuesto, redes sociales. Los siguientes días fueron un cúmulo de noticias alrededor del suceso, con el Real Mallorca escudándose en que no era responsable de “una obra firmada por expertos” y que tenía el “visto bueno del Colegio de Arquitectos de Baleares”.

“Concebido como barandilla”

Una obra que se había hecho deprisa y corriendo en el verano de 1983 para poder albergar la celebración del Torneo Ciutat de Palma y un concierto de Julio Iglesias. Un muro que, según declaró el aparejador Jaime Gibert a Diario de Mallorca, “fue concebido como barandilla y no como pantalla de contención contra una eventual avalancha”.

Lo cierto es que, tras la investigación abierta por orden del gobernador civil, Carlos Martín Plasencia, y la denuncia del fiscal contra el Real Mallorca por imprudencia, el club quedó absuelto de responsabilidad penal tras varios juicios.

Si el Mallorca salió malparado, sobre todo, a nivel de imagen, en lo deportivo fue aún peor. Y casi dramático. El uruguayo Da Silva empató en la segunda parte -sí, no se sorprendan, se reanudó el partido pese al grave incidente- tras tocar el balón con la mano, siendo expulsado Estella en las protestas. Antes del descanso ya había visto la roja Zuviría. Y Marcel Domingo, técnico francés que había sustituido a Koldo Aguirre (destituido en la jornada 11), tuvo un rifirrafe con un linier en una segunda parte llena de interrupciones y protestas.

“Ha sido la jornada más triste de toda la historia del club”

Miquel Contestí

— Presidente del Real Mallorca en 1984

“Ha sido la jornada más triste de toda la historia del club”, había declarado tras el partido el presidente bermellón, Miquel Contestí. Una frase que se confirmó varios días después con las sanciones al Mallorca. Clausura de un partido al Lluís Sitjar, pero no por el muro sino por los “incidentes de público de especial gravedad, lanzándose reiteradamente objetos al terreno de juego que perturbaron su normal desarrollo, resultando alcanzado en cuatro ocasiones un juez de línea, produciéndose nuevos lanzamientos al término del partido, por lo que el trío arbitral hubo de salir protegido por los escudos de la fuerza pública, y conducidos hasta el aeropuerto en un vehículo policial”. El partido siguiente como local se jugó en el Mini Estadi del Barça, contra el Betis.

A Zuviría le cayeron 2 partidos de sanción por su entrada a un rival y a Estella, uno por su expulsión. Y al entrenador, Marcel Domingo, diez encuentros: 3 por provocar la animosidad del público y los 7 restantes por zarandear a un juez de línea al tiempo que protestaba airadamente”.

Un partido inolvidable, que quedará para siempre en la historia del mallorquinismo por lo sucedido y que, además, supuso el definitivo empujón hacia Segunda División del Mallorca.