La conexión de Campos con la sabana africana: una granja de avestruces que cumple 25 años en Mallorca

Artestruz nace en la sabana sudafricana con el sueño de Josephine van Stokkum y Uri Loffler de tener una granja en Mallorca u Se dedican a la producción de huevos y diseñan elegantes creaciones con las cáscaras, las plumas y el cuero

Avestruces, de la sabana a la isla

Avestruces, de la sabana a la isla / Rosa Ferriol. Campos

Rosa Ferriol

Rosa Ferriol

Jaume, Quim, Tòfol Tomeu, Gulliver, Blanca, o Rosa son algunos de los nombres de los 30 avestruces que atesora la granja de Ohad Loffler y su hermano Jonathan en Campos. Se trata de Artestruz, una granja educativa que conmemora sus bodas de plata. Se puede decir que fue un sueño de su madre Josephine van Stokkum hecho realidad hace un cuarto de siglo junto a su padre Uri Loffler y que los dos hermanos han cogido el relevo con la misma pasión y amor por este tipo de aves que custodian numerosas habilidades poco conocidas y que ellos mismos se encargan de desvelar a los visitantes, entidades y escuelas que acuden a sus instalaciones. Artestruz se dedica a la producción de huevos y a la granja educativa. Cada año se producen 400 huevos de avestruz, «son deliciosos y muy saludables».

«Los avestruces son tremendamente curiosos y juguetones por lo que pueden divertirse interactuando con ellos. Cada uno tiene su propia personalidad. Eso sí, son algo traviesos», desgrana Ohad Loffler. «Los avestruces no te dejarán indiferente», sentencia.

Avestruces, de la sabana a la isla

Avestruces, de la sabana a la isla / Rosa Ferriol. Campos

Ahora que conmemoran el 25 aniversario de la granja, Ohad Loffler recuerda que el sueño de empezar una granja de avestruces se inició en la sabana sudafricana, observando una pareja de avestruces. Su belleza, elegancia y determinación inspiró a Fina y Uri. «Sería maravilloso tener una granja de avestruces en Mallorca», le dijo Fina a Uri. Un trágico robo trastocó los planes de la pareja con dos hijos pequeños.

Cambiaron completamente su forma de vida y tras dedicarse a otro negocio, pudieron recuperar el patrimonio perdido. Fue aquí cuando se acordaron de su sueño: tener una granja de avestruces en Mallorca. Así nació Artrestruz, una granja que aúna arte, creación y pasión por estos peculiares animales que enamoran al primer golpe de vista. Artestruz se convirtió en la primera granja de avestruces de Mallorca en 1998. En sus inicios era una granja industrial pero evolucionó hacia una granja de visitas. Atesoran 30 animales. El más mayor es Jaume que tiene 28 años. El benjamín de la familia suma cinco meses.

Producción de huevos

La misión principal de los Loffler es divulgar todo lo relacionado con los avestruces, además se dedican a la producción de huevos en venta directa o se pueden degustar en la cafetería de la granja, que cuenta también con una boutique con productos derivados como accesorios de cuero como bolsos, monederos e incluso zapatos o productos artesanales exóticos hechos en Mallorca. Las principales industrias del avestruz son el cuero, las plumas, la carne, los huevos, las cáscaras y el aceite. «Las cáscaras son una pieza decorativa natural, elegante y sencilla», desgrana. De hecho, «la cáscara es como si fuera porcelana». En la tienda, se pueden encontrar auténticas creaciones desde lámparas o relojes a piezas de diseño. «Trabajamos con artesanos locales. Eso sí, todo es importado, igual que la carne de avestruz que servimos porque no queremos sacrificar a nuestros animales», admite. Una curiosidad es que en 2004 obtuvieron el huevo más grande del mundo en aquel momento con 2,371 kilos aunque no llegaron a registrar la hazaña.

Este 1 de marzo Artestruz ha querido conmemorar sus 25 años con el evento Eggcellent donde además de visitar la granja, alimentar y conocer a los avestruces, los visitantes han podido degustar el huevo de avestruz y llevarse la elegante cáscara de recuerdo.

«En las visitas sorprende el huevo de avestruz, tanto por su tamaño como por su peso. Es espectacular verlo frito. Suele pesar un kilo y medio y equivale a 24 huevos de gallina, además la cáscara es como una cerámica», explica.

Mala fama

De hecho, una de las misiones de Artestruz es divulgar todo tipo de conocimientos sobre los avestruces. «Es un animal que tiene muy mala fama pero es un animal social que le encanta el contacto con las personas. Es una faceta que en la granja se puede llegar a descubrir porque los visitantes pueden acariciarlo, alimentarlo [hay la opción de colocarse un guante o darle la comida con una cuchara larga de madera o con la mano plana para los más atrevidos] y aprender sobre ellos para verlos con otros ojos», defiende.

«Lo que más llama la atención de los visitantes es el tamaño de los avestruces. Impresiona bastante». De hecho, completamente estirado pueden llegar a alcanzar los tres metros. «Suelen pensar que es un animal agresivo pero se sorprenden porque incluso hay algunos que se dejan acariciar».

«De todos es sabido que los avestruces son rápidos y fuertes pero tienen una lista de habilidades más larga de lo que la gente se espera», explica como por ejemplo sus comportamientos sociales. «El nido comunal es el mismo tipo de nido que tenían los dinosaurios. También sorprende su conexión directa con los dinosaurios», detalla Loffler al enumerar las habilidades de los avestruces. La vista es otra. «Sorprenden porque tienen los ojos más grandes . Ven millones de colores que nosotros no podemos ver y ven más lejos que una águila en detalle»

Además de la velocidad, «su fuerza es espectacular. Una patada puede llegar a 450 kilos de impacto. De hecho, puede matar a un león de una patada», confiesa. Además, tienen uno de los mejores sistemas inmunológicos, casi nunca se ponen enfermos. Se están estudiando en Japón por el tema de los anticuerpos. Son animales saludables que se nota con los huevos y la carne de avestruz. Tienen propiedades muy buenas».

Y en estas bodas de plata, toca hacer balance. «Nos emociona mucho conmemorar el 25 aniversario porque no es fácil sobrevivir y prosperar». En una isla donde la masificación está a la orden del día, quieren prosperar y mejorar como negocio pero alejado de aglomeraciones y preservando el carácter familiar». «Es difícil hacer negocios con las condiciones que tenemos como autónomos, pero se puede hacer y hacer bien. Son 24 horas con las horas que conlleva la burocracia. Es sacrificado pero nos encanta. Ver las caras de la gente vale la pena. Es nuestra pasión», confiesa. Entre los retos que se fija Artestruz está la sostenibilidad de la empresa, además de ampliar la plantilla con una o dos personas más.

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