Un año de la borrasca ‘Juliette’: Los expertos aseguran que fue una nevada única que es muy difícil que se vuelva a repetir

Esta semana se cumple el primer aniversario del paso de la fatídica borrasca que provocó incalculables daños en la agricultura y en infraestructuras públicas y privadas, en especial en la Serra de Tramuntana donde la peor parte se la llevaron los olivares y los bosques de encina. Los expertos aseguran que fue «un fenómeno único por la gran cantidad de nieve que dejó en las cumbres»

Este martes se cumple el primer aniversario del paso de la fatídica tormenta Juliette, un fenómeno meteorológico que provocó incalculables daños en la agricultura y en infraestructuras públicas y privadas, en especial en la Serra de Tramuntana donde la peor parte se la llevaron los olivares y los bosques de encina.

Todo sucedió el 27 de febrero cuando sobre el Mediterráneo se formó una profunda depresión que trajo consigo abundantes precipitaciones, caída de las temperaturas, nieve y viento; un cóctel meteorológico que propició que se registrara la mayor nevada que se recuerde en la Serra. En la zona del Puig Major el grosor se acercó a los cuatro metros de altura y en algunos lugares la nieve llegó a cuajar a nivel del mar. El paso de Juliette dejó tras de sí la mayor nevada que se recuerda, tanto que incluso superó a la que se recogió en 1956, un episodio que todavía hoy es recordado por los más mayores como el «any de la neu».

El encargado de la estación termopluviométrica de Sa Vinyassa, en Sóller, Joan Puigserver, recuerda que Juliette «fue un fenómeno único por la gran cantidad de nieve que dejó en las cumbres, no tanto por el frío que dejó el paso de la borrasca». El responsable de la estación adscrita a la Agencia Estatal de Meteorología afirma que la formación de la depresión «fue fruto de la combinación de humedad y frío en altura», algo que propició «la caída de una nieve espesa, húmeda y pesada que fue la que provocó el desastre en la montaña».

Puigserver asevera que esta nieve «hizo que provocara una gran rotura de ramas en los árboles e incluso el desplome de parrals por el gran peso de nieve que acumulaban», algo que «tuvo especial incidencia a partir de la cota de los 500 metros de altura». Para Joan Puigserver fue una nevada «única» que «estaremos años en volverla a ver porque es muy difícil que se vuelva a repetir». Agrega que fue una nevada tan copiosa que «incluso fue mayor que la del año 1956».

«Fue un fenómeno único por la gran cantidad de nieve que dejó en las cumbres"

Joan Puigserver

La tormenta Juliette permitió recuperar los recursos hídricos de la Serra y de muchos otros puntos de la isla, abriendo un paréntesis de la larga sequía que todavía perdura. Permitió que los embalses se recuperaran y que manantiales de la montaña aportaran un caudal de agua que hacía tiempo que no se veía.

En cómputo anual, la lluvia que dejó Juliette equivalió a una tercera parte de lo que se recogió a lo largo de 2023, «algo que distorsiona los datos de pluviometría porque llovieron más de 300 litros en unos pocos días».

Agricultura, la peor parada

Quien se llevó la peor parte de la gran tormenta que se produjo hace ahora un año fueron los bosques y los olivares. Miquel Gual, presidente de la cooperativa agrícola de Sóller, recuerda que «pese al desastre que supuso la caída masiva de árboles o ramas» en las montañas de la Serra, con el paso del tiempo este profundo temporal también ha aportado su parte positiva. Gual, que es productor de aceituna y tuvo que afrontar las graves consecuencias que supuso toparse con un olivar devastado, afirma que «lo bueno es que no llegó a cotas bajas salvándose así los cultivos de naranjos». Pero no es todo. Afirma que la nieve y las lluvias «acabaron con el déficit hídrico en la Serra, lo que propició que los olivares este año hayan producido una de sus mejores campañas de aceituna». El presidente de los agricultores sollerics explica también que el frío «acabó con las plagas que acechaban el olivar porque eliminó bacterias y otros bichos que afectaban a los olivos» y «posibilitó recuperar las reservas hídricas que hasta entonces estaban maltrechas».

"El frío acabó con las plagas que acechaban el olivar"

Miquel Gual

Un aspecto que destaca este payés de la Serra es que la nevada propició que en los meses posteriores muchos propietarios de fincas trabajaran en reparar los olivos afectados por la caída de ramas», algo que «nos ha permitido recuperar y tener en buen estado muchos olivares de la Serra».

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