OPINIÓN

Los tractores tocan a muerto

Matías Vallés

Matías Vallés

Todo periodista recuerda el primer día en que publicó que la aportación de la agricultura y la pesca a la economía de Balears no llegaba al 1,5 por ciento. Ya ha descendido por debajo del uno, es fácil extrapolar la línea para averiguar en qué año se dejarán de cultivar la tierra y el mar. La extinción obliga a concluir que los mallorquines no comen, así que pueden prescindir de los preparativos del banquete.

La principal ventaja de Mallorca es que no engaña a nadie. El campo no sobra, estorba. Un grupo hotelero factura más que el agro entero, sus turistas beben zumo de naranja traído de Alemania. De ahí que tocaran a muerto los tractores que desfilaron ayer por las calles palmesanas colapsadas de antemano. Tal vez los jóvenes conductores de la maquinaria agrícola lo ignoran en su romántica inconsciencia, pero los buitres inmobiliarios le han tomado las medidas a su ataúd colectivo, para levantar los adefesios correspondientes. Balears tiene una solución para el campo, construirlo en cuanto finalice el exterminio.

Los dirigentes agrarios a los manifestantes: "Encara som vius. Si no ho solucionam, tornarem"

B. Ramon / Rosa Ferriol

El campo no es inocente, pero cuesta más denigrar a los muertos. Ningún periodista olvida el primer día en que comprobó la leyenda de las vacas mallorquinas migratorias, con España recién estrenada en la Comunidad Europea. Los inspectores acreditaban que una explotación ganadera contaba con las reses comprometidas. Se trataba de los mismos animales que eran trasladados a continuación a toda prisa a la siguiente ganadería, para volver a dar fe, y así sucesivamente.

La tractorada toma Palma

B. Ramon / Rosa Ferriol

Las vacas multiplicadas por cinco sobredimensionaban la potencia del sector, pero al menos lo mantenían vivo, aparte de que las triquiñuelas agrícolas palidecen frente a la corrupción urbanística. Los carroñeros han reducido el campo a una actividad recreativa. Levantan un hotel, le adjuntan un jardincillo y lo catalogan como explotación agropecuaria.

Los tractores van en la dirección equivocada, porque esquivan el Consolat que polarizaba sus protestas con Governs de izquierda. Tampoco importa demasiado, porque en realidad no se dirigen a ninguna parte. Los jóvenes tractoristas que contradicen el tópico del envejecimiento campesino pretenden acabar con la burocracia, cuando es la única garantía de la pervivencia de su actividad.

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