Lletra menuda: Los vecinos indeseados

La consellera de Familias y Asuntos Sociales, Catalina Cirer.

La consellera de Familias y Asuntos Sociales, Catalina Cirer. / E.P.

Llorenç Riera

La sociedad es compleja, ya se sabe. No solo eso, ella misma tiende a incrementar el grado de dificultad de las cosas porque, en general, solo aprecia y defiende la pequeña parcela de confort de cada uno. Lo gravoso y complicado, que permanezca aparcado, mejor si no se ve, aunque ello contribuya a incrementar carencias personales y, por repercusión, también sociales. Son actitudes que se manifiestan cuando hay que dar salida a determinados servicios sociales y atender debilidades de estructura familiar. Es cuando aparecen los vecinos indeseados. La solidaridad es más bonita y cómoda a distancia.

La conselleria de Asuntos Sociales planea la primera residencia de Balears, a modo de vivienda puente, para jóvenes extutelados, en el antiguo convento de las monjas de Bunyola. El Ayuntamiento se lo ha tomado poco menos que como un castigo, y eso que hay afinidad política de por medio. Se ha hecho saber a la consellera Cirer que «el pueblo no quiere» este tipo de instalaciones. Dicho de otro modo, el gobierno municipal teme el coste electoral de dar acogida a unos jóvenes que, aún estando en fase avanzada de integración y autonomía, cuentan con el estigma de una presunción problemática.

A pesar de estar alquilado al Govern, el Ayuntamiento quería el edificio de Ca ses Monges para sí, para dotar a la población de servicios municipales más vistosos y cómodos.

No es la primera vez que pasan cosas semejantes a la que ahora se experimenta en Bunyola. La gente rechaza por igual la vecindad de un centro de transeúntes como una actividad industrial molesta. Casi nadie quiere implicarse en los costes de la sociedad moderna cuando lo lógico es que estén repartidos de forma equitativa y proporcional.

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