Lletra menuda: Un soplo de ánimo para una artesanía única

Llorenç Riera

Llorenç Riera

Un reconocimiento y aval por parte de la Unesco viste mucho, reconoce méritos y valores culturales, concede prestigio y sirve de gran reclamo pero no garantiza el futuro ni borra dificultades por arte de magia. Esta es la disyuntiva en la que se encuentra una empresa como Guardiola, pese a la reconocida calidad de sus productos, al ver que la técnica de vidrio soplado adquiere la condición de Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. En todo caso es un soplo de ánimo en toda regla para una técnica artesana que pese a sus valores, debe vérselas a diario con las dificultades de la especialización profesional y la competencia desigual y feroz de la industrialización.

El alto reconocimiento administrativo puede ser también un instrumento de doble filo. En los próximos meses se verá si la declaración de la Unesco queda incorporada como un plus en el coste final del producto para el consumidor o si, desde la normalidad del precio justo para una alta artesanía, el cliente puede acercarse más al vidrio soplado y aprender a valorarlo mejor y adquirirlo.

En el caso concreto de Guardiola, si atendemos a las declaraciones de Mar Aldeguer, parece que se trabajará más en primar la segunda faceta.

Las cristalerías y lámparas de vidrio soplado no serán ahora ni mejores ni peores que antes de llevar el sello de Patrimonio de la Humanidad. Ocurre, simplemente, y no es poco, que la Unesco ha reconocido y avalado esta técnica ancestral, lo cual comporta un legítimo punto de orgullo para los fabricantes, posibilita la consolidación de cara al futuro y le otorga nueva actualidad y proyección pública. El objeto debe ser ahora el de saber administrar a conciencia la realidad que se presenta y que en todo caso es mejor que la precedente.

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