Lletra menuda

La adulteración de la fiesta

Llorenç Riera

Llorenç Riera

Quien calla otorga. La parodia de Santa Catalina Thomàs, más allá de la ironía, el divertimento y la libertad de expresión, hecha en el Much de Sineu, no podía saldarse con la aprobación del silencio porque a las instituciones les corresponde salvaguardar el patrimonio del referente colectivo, el sentido sano de la tradición y el respeto a la identidad del vecino. Pero no todos los estamentos y autoridades reaccionan igual, o saben estar a la altura de las circunstancias, cuando se ven en la tesitura de gobernar, es decir, fijar criterio, decidir y, si hace falta, reprobar porque la libertad y la pluralidad no son homologables con el desprecio.

Se entiende la indignación del ayuntamiento de Valldemosa, de todos sus grupos políticos, que ha sabido canalizar en forma de clarificación y protesta institucional, una vez que ha visto herida la sensibilidad de los valldemossins, con respecto a lo ocurrido el lunes en Sineu. Se nota a faltar una mayor contundencia por parte de las autoridades eclesiásticas y no queda espacio para sostener la postura de, Tomeu Mulet, en su posición de Pilatos. El alcalde de Sineu degrada la función municipal al intentar hacer ver que su Ayuntamiento es un sujeto pasivo sin más responsabilidades que las de barrendero o policía. Son las fiestas del municipio y al consistorio le corresponde supervisar y otorgar buen fin a sus contenidos.

El problema es que el Much se les ha ido de las manos y no tienen el valor de admitirlo y por tanto de reconducirlo, con lo que la fiesta ha quedado adulterada y el civismo hecho un asco. Un ayuntamiento no es una empresa de servicios complacientes, pero las neofiestas de Mallorca seguirán siendo un deterioro colectivo mientras no se regulen y controlen por parte de las autoridades competentes.

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