Iglesia Pentecostal: Una Casa Nueva para los cristianos en Palma

El Centre Cristià de Mallorca inaugura tras más de 15 años de esfuerzo un nuevo lugar de culto

Los miembros proceden de 35 naciones distintas

La fachada inmaculada y las cruces resplandecientes de la nueva iglesia.

La fachada inmaculada y las cruces resplandecientes de la nueva iglesia. / Patrick Schirmer

Patrick Schirmer Sastre

No encaja en este barrio sin adornos. Al lado hay una gran tienda de descuento de muebles. Enfrente, al otro lado de la calle, una empresa de alquiler de coches ha aparcado todo un ejército de vehículos que no se necesitan en temporada baja. Detrás de este aparcamiento se ve el estadio de Son Malferit, donde el equipo femenino del Atlético Baleares juega sus partidos como local. Y en medio de este lúgubre polígono, dos cruces iluminadas brillan sobre la inmaculada fachada blanca. Una iglesia.

Tras 15 años de donaciones, angustias y adversidades, por fin es una realidad: la nueva iglesia del Centre Cristià de Mallorca, que forma parte del movimiento pentecostal.

Casa Nueva. La congregación la ha bautizado con un nombre sencillo. La iglesia tiene capacidad para unas 700 personas. Asientos tapizados de color verde oscuro en semicírculo alrededor de un gran escenario, y en el día de su inauguración la mayoría estaban ocupados. En una gran pantalla había una cuenta atrás. Jonathan Rodríguez es uno de los pastores de la iglesia y el joven de 31 años en la pantalla exponía la filosofía y los valores de la iglesia. La producción fue muy profesional.

Rodríguez estaba vestido con un traje beige con estampado de cuadros dorados y camisa blanca. No llevaba corbata. Se dirigió al público y explicó: «La calle en la que estamos se llama carrer Camp de Deu, Campo de Dios. Queremos hacer realidad lo que ya es una realidad con este nombre: que aquí estamos creando un campo floreciente en nombre de Dios».

Con butacas de cine, una gran pantalla y juegos de luces en el techo: la sala de reuniones de Casa Nueva.

Con butacas de cine, una gran pantalla y juegos de luces en el techo: la sala de reuniones de Casa Nueva. / Patrick Schirmer

Más que un lugar de encuentro

«Llevamos mucho tiempo soñando con tener un lugar digno donde reunirnos», dice el pastor Jonathan Rodríguez. La comunidad cuenta con lugares de culto en Alcúdia e Inca. En Palma, llevan 20 años reuniéndose en una planta baja cerca de la plaza d’Alexander Fleming, pero hacía tiempo que se había quedado pequeña.

La Casa Nueva pretende ser algo más que un lugar de encuentro. El Ayuntamiento ha creado un banco de alimentos para los necesitados. También hay duchas donde los sin techo pueden asearse. La organización también trabaja con dentistas y oftalmólogos, que ofrecen su ayuda aquí. «Tenemos una visión holística de las personas», explica el pastor Rodríguez. «Creemos en el evangelio para cada individuo, que no sólo tiene necesidades espirituales, sino también físicas y sociales», añade.

Los miembros de la iglesia pentecostal proceden de 35 naciones distintas, explica Rodríguez. Hay muchos sudamericanos y africanos, pero por supuesto también hay miembros de varios países europeos, incluidos alemanes. «Esto es muy multicultural», indica el pastor con orgullo. Lo que diferencia la labor de la iglesia de otras es la forma de comunicarla. «Intentamos crear una forma de comunicación fácil, para integrar la cultura», remarca.

Financiado con donaciones

El edificio se financió en gran parte con donaciones de los socios. «Fue un proceso largo en el que tropezamos repetidamente con dificultades, ya fuera con la financiación, con la propia construcción o con las autoridades», explica el pastor. Ahora hay una hipoteca que hay que pagar. La gran aportación de los feligreses se demuestra también en el hecho de que, aparte de la construcción, todo el funcionamiento de la iglesia se financia con donativos. Rodríguez subraya: «Y, por supuesto, lo hacemos sin presionar a la gente. Todo es voluntario. Damos mucha importancia a la transparencia».

Fuera, en la calle, apenas se percibe nada de la vida que se desarrolla dentro. De la gente que está alrededor de las mesas redondas del bar con pinchos de pollo, bocadillos de jamón, empanadillas y charla. De los niños correteando. El pastor Jonathan Rodríguez ha dicho que quieren abrirse a la ciudad. Ahora la urbe sólo tiene que encontrar su camino hasta aquí. Por otro lado, la ciudad suele llegar a la tienda de muebles Ikea, que está a la vuelta de la esquina. Así que hay posibilidades de que funcione.

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