Frente común de los vecinos de Palma para frenar los macroparques solares

Barrios como Son Espanyol, el Secar de la Real o el Puntiró se oponen al alud de plantas fotovoltaicas: «Estamos perdiendo la oportunidad de democratizar la energía dándole el poder a las grandes empresas y fondos de inversión»

Los vecinos de Pòrtol han colocado por el pueblo pancartas contra el parque solar de Puntiró.

Los vecinos de Pòrtol han colocado por el pueblo pancartas contra el parque solar de Puntiró. / B. Ramon

Irene R. Aguado

Irene R. Aguado

A favor de la energía solar, pero «no a costa del suelo rústico y agrícola de la ciudad, el entorno natural y la soberanía energética de los ciudadanos». Es una de las principales premisas que sostiene la Federación de Asociaciones de Vecinos de Palma para alzarse en contra del boom de macroparques solares que, supuestamente, debería contribuir a la lucha contra el cambio climático, abaratar la luz y alejarse de los dañinos combustibles fósiles.

«Todos estamos de acuerdo en que necesitamos un cambio energético significativo y aprovechar las energías limpias, como la eólica o la solar. Pero no así», señala la presidenta de la Federación, Maribel Alcázar. Los macroparques solares que se están proyectando en Ciutat —muchos de ellos con la ayuda de fondos europeos— fomentan un modelo que «destruye el entorno natural» y que tiene detrás a grandes fortunas, la mayoría extranjeras: «Estamos perdiendo la oportunidad de democratizar la energía dándole el poder a las grandes empresas y fondos de inversión», lamenta Alcázar.

En Palma hay por lo menos una decena de macroparques solares proyectados y en distintas fases de tramitación, aunque ninguno ejecutado: dos en Son Espanyol, dos en Son Sardina, uno junto a las canteras de Establiments, otro en el Secar de la Real, otros dos en Puntiró, otro más en el polígono de Son Castelló y otro junto a la depuradora del Coll d’en Rabassa. Además, hay otro más proyectado en un terreno limítrofe con Llucmajor, cerca de ses Cadenes, y otro cuya línea de evacuación pasa por Palma (y por tanto tuvo que recibir el visto bueno del departamento de Urbanismo de Cort) pese a que está junto al aeropuerto de Son Bonet, en Marratxí. Muchos comparten nombre y promotor, aunque para su tramitación se empleen sociedades diferentes.

Vecinos de Son Espanyol protestan contra el parque solar que se construirá en esta finca. | MANU MIELNIEZUK

Vecinos de Son Espanyol protestan contra el parque solar que se construirá en esta finca. | MANU MIELNIEZUK / Irene R. Aguado

En general, ninguno tiene la simpatía de los vecinos, y de hecho multitud de organizaciones, colectivos y entidades ciudadanas se han adherido a la plataforma ‘Renovables sí, pero así no’, que rechaza la «ocupación indiscriminada» de suelo rústico por parte de «grandes grupos inversores que únicamente persiguen un interés financiero». Exigen una transición energética planificada, responsable y que fomente el autoconsumo y las comunidades energéticas frente a un modelo que, a su juicio, provocará una transformación del paisaje de algunas zonas de alto valor ambiental.

«Los vecinos de estos macroparques sufriremos las consecuencias y no tendremos ningún tipo de beneficio, el único objetivo de las grandes empresas es enriquecerse», advierte el secretario de la asociación de vecinos de Son Espanyol, Miquel Àngel Massot.

«Los dos macroparques serán dos manchas enormes en Son Espanyol, una en la finca de Son Ripollet y otra en Son Magraner», lamenta Massot, cuya intención es trasladar la oposición vecinal a la junta de Distrito Norte y al pleno del Ayuntamiento de Palma: «Haremos todo lo que podamos para que estos proyectos no se lleven a cabo, y menos en suelo rústico y agrícola», añade.

Vistas de la finca de Can Salí, donde está proyectado el macroparque del Secar de la Real. | DM

Vistas de la finca de Can Salí, donde está proyectado el macroparque del Secar de la Real. | DM / Irene R. Aguado

Otro de los escollos que genera rechazo es el tendido eléctrico de este tipo de instalaciones. En este sentido, el proyecto de Son Puntiró afecta de manera clara a los vecinos de Pòrtol y sa Cabaneta, ya que el trazado del cable que va desde las instalaciones de Puntiró hasta la central de Son Orlandis transcurre casi en su totalidad por las calles de ambos núcleos de población, condicionando a su vez servicios como los de agua potable o el alumbrado público: «Los cables de alta tensión pasarán a un metro de las fachadas de las casas», explica María José Ribera, vecina de Marratxí y miembro de ‘Renovables sí, pero no así.

El de Puntiró es uno de los proyectos más grandes de la isla: casi 200.000 placas solares en una superficie de cerca de 92 hectáreas («ocupará lo mismo que tres campos de fútbol», calcula Ribera) ubicada en una zona de cultivo protegida por el Consell en la que habitan especies como la tortuga mediterránea o el erizo, explica la vecina. «No estamos en contra de la energía renovable, pero se tienen que planificar y sobre todo en el caso de proyectos tan grandes como el de Puntiró, que pretende llevar a cabo un macroparque en suelo rústico. La costa ya está saturada y ahora quieren saturar el campo», comenta Ribera. Varios vecinos de la zona se han organizado con mesas redondas y actos de protesta, como las pancartas que han colocado por la zona de Pòrtol.

Otro de los barrios que se opone firmemente a los megaparques es el del Secar de la Real, cuya asociación de vecinos presentó varias alegaciones al proyecto: «El terreno rústico en desuso es muy jugoso para los especuladores. Cada dos por tres tenemos un proyecto; hace un tiempo fue el de Mallorca Vivienda Joven, ahora un parque solar. Hay empresas que se dedican a la energía renovable porque es el negocio de la era, van probando a presentar proyectos y lo llevan a cabo donde consigan la licencia», explica el presidente de la asociación de vecinos del Secar de la Real, Javi Ramos.

«Estas empresas son unas profesionales del greenwashing, tienen todo muy bien estudiado para que nadie pueda protestar y que parezca que el proyecto es beneficioso para el medio ambiente», señala Ramos. «Pedimos que por lo menos podamos beneficiarnos de esa energía, ya que tendremos que sufrir las consecuencias. Sin embargo, la energía que produzcan la volcarán en la red y nos la cobrarán como a cualquier otro», apunta. Además, lamenta el presidente de la asociación, el proyecto lo ha elaborado una empresa de Madrid con «muy poco conocimiento» sobre el barrio en el que pretende intervenir: «Cuando lo lees te das cuenta de la desconsideración que tienen hacia el Secar de la Real», asegura.

El debate está abierto. Hay quien defiende que el cambio climático obliga a actuar a gran escala y con urgencia, y quien opone planificar a conciencia los proyectos para evitar el rechazo social. En este lado, tanto vecinos como organizaciones ecologistas exigen trasladar el despliegue de plantas fotovoltaicas del suelo rústico de barrios a otras ubicaciones, como polígonos industriales, naves o edificios públicos: «Pedimos una transición energética basada en el ahorro, la eficiencia energética, el autoconsumo y la participación ciudadana», apuntan desde la Federación de Asociaciones de Vecinos de Palma.

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