La huella de Gaspar Bennazar en el cementerio de Palma
La nieta del célebre arquitecto recoge en un libro la obra funeraria que su abuelo diseñó por encargo de familias adineradas de la ciudad
«Cuando la gente piensa en mi abuelo se le viene a la cabeza la plaza de toros o el diseño del Ensanche de Palma. Pero su obra en el cementerio de Palma era más desconocida. Inicialmente quería hacer un inventario de todos los proyectos que desarrolló en la ciudad, pero después de la pandemia decidí centrarme en el cementerio. Y eso que al principio me daba algo de angustia venir, pero me acostumbré».
Habla Maribel Bennazar, nieta de Gaspar Bennazar, el arquitecto que derribó las murallas de Palma, diseñó el Ensanche y ejecutó más de un millar de proyectos en Ciutat. Menos conocida es la obra que dejó en el cementerio de Palma, 180 proyectos de panteones y sepulturas que conservan su sello y que su nieta ha recogido en un libro, Arquitectura funeraria y sociedad mallorquina en el cementerio de Palma (1901-1933). El volumen habla de tumbas, pero también de quienes contrataron los servicios del célebre arquitecto y ahora descansan en ellas.
El libro, que se presentará el martes a las 19:00 horas en el hotel Can Brondo, se ha gestado durante cinco años y se nutre de documentación procedente del archivo privado de la familia Bennazar y del Ayuntamiento de Palma. La obra es generosa en fotos y en contexto, y habla de una Mallorca muy lejana.
Bennazar se mueve con soltura entre las tumbas señalando las creaciones de su abuelo y explicando qué familias reposan en ellas. «Le contrataban para que diseñara sus tumbas. En muchos casos eran indianos, palmesanos que habían hecho fortuna en América y que querían hacer ostentación de su éxito también después de muertos», explica esta profesora de Lengua y Literatura.
En una esquina del cementerio se concentran panteones imponentes. Son los de la familia Gamarra, Oliver Maneu o Campomar. Industriales y pioneros de la industria hotelera en Mallorca que tenían dinero para contratar al arquitecto más reputado de la época y construirse un lugar de reposo de cinco estrellas.
«Muchas familias podrán encontrar en el libro datos biográficos de sus abuelos. He contactado con ellas y en muchos casos se han sorprendido por lo que les he contado», relata Bennazar, que ha realizado una labor casi detectivesca para localizar a los herederos que contrataron a su abuelo.
El arquitecto diseñaba el proyecto, lo esbozaba en un dibujo y se lo entregaba a un escultor para que le diera forma. Ángeles y detalles florales adornan tumbas, panteones y sepulturas, y algunas llevan la firma del prestigioso arquitecto. Con quien más trabajó fue con Juan Serra, que transformó en piedra una setentena de proyectos.
Son varios los ilustres que hoy descansan en una de las creaciones de Bennazar como Gaspar Moner, uno de los fundadores del actual Real Mallorca; la familia Caubet, de la casa Caubet del Born; la familia Juaneda-Salom, fundadores de la Clínica Juaneda; Mascaró, promotor del hotel Príncipe Alfonso; o Bofill, el ingeniero que desecó l’Albufera.
Gaspar Bennazar demostró su talento en algunas de las sepulturas del cementerio y también reurbanizando el recinto con sus calles rectas actuales.
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