Lo que no te cuentan de Málaga, el modelo de éxito que el alcalde Jaime Martínez quiere para Palma

«Importar museos franquicia y el distrito tecnológico añadirá capas a los problemas de turistización y vivienda de la capital balear», advierte el antropólogo urbano José Mansilla

A la izquierda, Rajoy en una visita al Museo Pompidou en Málaga. A la derecha, Jaime Martínez y Marga Prohens frente a Gesa.

A la izquierda, Rajoy en una visita al Museo Pompidou en Málaga. A la derecha, Jaime Martínez y Marga Prohens frente a Gesa. / EP / EFE

M. Elena Vallés

M. Elena Vallés

Málaga es el espejo en que el nuevo equipo de gestores políticos quiere que se refleje Palma. Si se hace la prueba, si se colocan Málaga y Palma frente a frente, uno se da cuenta de su gran parecido ya en la actualidad. Si un cirujano plástico buscara una semejanza aún mayor, debería intervenir con fuerza en una serie de aspectos: la cultura y la tecnología, por no hablar de la limpieza (deficiente en la capital balear), tal y como precisó Àngels Fermoselle en un artículo en estas mismas páginas. Los demás fatales ingredientes del milagro malagueño están ya presentes en Ciutat, en parte gracias a la falta de políticas públicas valientes por parte de dos legislaturas de Pacto de Progreso. La médula de los problemas son la turistificación, la gentrificación, la masificación, unos precios de la vivienda elevadísimos y en escalada perpetua, salarios bajos, un mercado laboral copado por empleos relacionados con el sector servicios, problemas de contaminación por los cruceros, la expulsión de los vecinos, la internacionalización, la elitización y unos servicios públicos saturados. 

«Me gusta mucho traer a colación una frase de Marx para hablar de este tipo de imitación de modelo de ciudad sin hacer un análisis previo: ‘La historia se repite dos veces, la primera como tragedia, la segunda como una miserable farsa’», arranca el antropólogo José Mansilla, quien considera que en realidad lo que se está haciendo en Málaga «es lo que ya se aplicó en Barcelona en su momento» y en otras ciudades del mundo como Baltimore. «Son urbes que tuvieron una alta concentración industrial que se fue abandonando, lo que provocó que la economía no funcionara. Por eso se terminó por fomentar una economía terciaria», cuenta el investigador, también profesor en la UAB. «Los proyectos de estas ciudades tuvieron un cierto éxito mediático y relanzaron la imagen de estas urbes. Siempre que se habla de este tipo de modelo tratan de dejarse de lado las externalidades negativas que impactan sobre la población general», apunta. 

«Málaga presentaba una situación similar con la desindustrialización. Era un puerto muy importante y tenía una potente producción agroalimentaria», señala. «Cuando eso cayó, el PP se centró en desarrollar toda una serie de proyectos de contenedores culturales, una museificación en el centro histórico que ha dado lugar a una proliferación de los negocios de restauración, y hace poco se le ha añadido el proyecto de ciudad tecnológica, que ha atraído a gigantes como Google y otras startups», cuenta.

archivo vistas puerto malaga

archivo vistas puerto malaga / LA OPINIÓN. MÁLAGA| Álex Zea - Europa Press

Palma también tiene sobre la mesa (o en un cajón) un proyecto de distrito tecnológico en Nou Llevant que todavía no ha echado a andar. En Málaga, el efecto llamada de trabajadores cualificados para las tecnológicas (muchos venidos de otros países europeos) sumado a la turistificación ha tensionado aún más el mercado inmobiliario, provocando que se hayan registrado subidas en el precio de la vivienda por encima del 50% en los últimos cinco años. En Idealista se recoge que el precio por metro cuadrado en la ciudad malagueña es de 3.002 euros, un 11,1% más que el año anterior y casi un 30% más que en 2018. Ya se ha superado el pico de la anterior burbuja inmobiliaria.

En la capital balear, el precio del metro cuadrado según el portal inmobiliario es de 3.863 euros, un 13,2% más que el año anterior. Si Palma se vendiera también como capital tecnológica, «habría una nueva excusa para aumentar estas cifras ya desorbitadas».

Construcciones en Nou Llevant.

Construcciones en Nou Llevant. / MANU MIELNIEZUK

Bajar el soufflé del modelo exitoso de Málaga

El estudio Relación de salarios y alquiler de vivienda elaborado por Fotocasa e Infojobs aporta nuevos argumentos para bajar el soufflé del supuesto modelo exitoso de Málaga. Este documento subraya que es la provincia donde más se ha encarecido el precio de la vivienda en el último año mientras que los salarios apenas han subido un 0,8%. «Gran parte del empleo que se crea en este tipo de ciudades son camareros, cocineros o dependientes de comercios. Los sueldos no son altos ni las condiciones suelen ser las mejores», advierte Mansilla, quien se refiere directamente a «la precariedad que provoca el turismo». «Es curioso porque hay cada vez más gente con estudios superiores con este tipo de empleos», alerta. Argumento que choca con lo que manifestó el verano pasado el alcalde malagueño Francisco de la Torre -lleva 23 años en el cargo-, quien relacionó los problemas para encontrar vivienda en la ciudad con la falta de formación de los malagueños.

«Importar el modelo de la urbe andaluza a la capital balear lo que provocará es añadir nuevas capas a las problemáticas ya existentes en Palma», vaticina Mansilla. «Se tensionará aún más el mercado de la vivienda, habrá una mayor expulsión de los vecinos, se dará una vuelta de tuerca a la tematización del centro de la ciudad, se perderán más comercios tradicionales, etc.», enumera.

Nómadas digitales

«Lo último ahora es hablar de nómadas digitales. Es una etiqueta más para hacer marketing de la ciudad, pero en realidad nadie tiene datos concretos sobre su presencia e impacto económico», indica. «Pero parece que es la nueva competición que se instaurará entre las urbes», dice. «En el relato ha irrumpido con fuerza también el turismo de calidad, como si éste fuera a mejorar los sueldos de las personas, y no es así. Los sueldos mejoran cuando la Administración está al lado de los trabajadores y los sindicatos», considera.

Mansilla también es muy crítico con el turismo cultural, del que hace gala Málaga con su abanico de museos, muchos de ellos franquicia como el Pompidou o el Museo Ruso; el último ha sido un Museo del Videojuego. El PSOE del ayuntamiento malagueño calculó que sólo los gastos de los cánones asociados a los museos franquicia de la ciudad ascendía a algo más de 15,6 millones de euros anuales. Palma está dando sus primeros pasos hacia este modelo: pretende abrir su primer museo franquicia en el edificio de Gesa, de hecho está en negociaciones para conseguirlo, explicó el concejal de Cultura, Javier Bonet, a este periódico en una entrevista reciente. 

«Cuando se habla de cultura, parece que se trata de un turismo diferente, como si fueran unicornios, gente maravillosa que se comporta, que no se mea en la calle. En Barcelona van a los museos los mismos que después siguen bebiendo y meando en la calle. Al final, todo este tipo de discursos se utilizan para legitimar un tipo de acciones que venden la ciudad como destino turístico. Son discursos repetitivos que no tienen en cuenta la cultura del territorio, que tienen efectos perjudiciales muy negativos sobre las personas que residen desde siempre en estas urbes. Son modelos que traen beneficios económicos sin justicia social», concluye el antropólogo urbano.

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