Diumenge de l'Àngel en Palma: "Un escaparate" para reivindicar y disfrutar en familia

El 'pancaritat' laico triunfa combinando tradición, juegos infantiles y las luchas de las asociaciones vecinales de Ciutat

Redacción

«Esta cola va muy rápida». Comentario de este domingo camino a la fiesta del Diumenge de l’Àngel» esperando turno en la calle Camilo José Cela para montarse en uno de los autobuses lanzadera de la Empresa Municipal de Transportes (EMT) para subir al Castell de Bellver. Un acierto, dejaron claro los ciudadanos, el servicio que cada diez minutos acercaba a la diversidad de gente que se animó a disfrutar del pancaritat de Ciutat. Los niños la gozaron y el día soleado acompañó a esta tradición recuperada en 1981.  

«Solemos venir cada año», dice Jero Llompart, enfermera de Son Espases. «Hoy vengo de saliente, ¿se me nota?». Estuvo de guardia anoche y aún así se animó a subir al Castell, lugar al que le gusta ir a caminar con su marido, Eduardo García, y sus hijas, María y Marta. «Es una fiesta de Palma que nos gusta mucho, venimos desde que mis hijas eran pequeñas». Eduardo incluso recuerda cuando venía de niño. 

«Vamos al castillo, vamos al castillo...», corean los más pequeños encaramados a las ventanas de uno de los flamantes autobuses que ha estrenado la EMT. El servicio de lanzadera lo cubrieron dos vehículos de hidrógeno y uno eléctrico, y uno más del City Sightseeing, para sentirse turista por un día. Cómo evoluciona la movilidad sostenible en Palma. 

En la explanada del aparcamiento del Castell la diversión y la reivindicación estaban aparejadas, y aseguradas, después de haber disfrutado de la subida acompañada por los xeremiers de Palma y la plantada de los gigantes, además de los espectáculos circenses y la música.

La Batucada Saravá contagió su ritmo por doquier. Y la Federació d’Associacions de Veïns de Palma, su carácter luchador. La causa común fue el rechazo a la restauración de las canteras de sa Garrigueta Rassa y Can Rosselló –con recogida de firmas y dejándose ver también en el paseo del Àngel –, al compás de la Xaranga Final Feliç, y también contra los pisos turísticos. 

«Esta puesta en escena es para que la gente nos conozca», comenta Maraca Messenger, de la asociación Barri Cívic de Santa Catalina. «Nuestro cartel (Silenci, respecte, civismo) se está volviendo un eslogan contra el ruido, ya ha llegado a Alicante», acota. Las exposiciones de las diferentes agrupaciones de Palma y otras entidades ciudadanas atrajeron a muchos. Y también fueron aprovechadas por los candidatos electorales para dejarse ver y oír ante la proximidad de los comicios del 28 de mayo. Por allí mismo, Maribel Coma, «enfermera jubiladísima», atendía la recogida de firmas por la sanidad pública. 

En el torneo de la Associació d’Escaquistes de Balears el palmesano Tomeu Bauzà acompañaba a sus sobrinos Miquel y Xisco, que vinieron de Andratx. «He ganado cuatro partidas», presume Miquel, con 11 años ya suma cuatro de jugador. Hasta 43 ajedrecistas se apuntaron. «Llevamos más de veinte años con esta actividad», señala Juan Ramón Galiana, presidente de la agrupación. 

Otra familia se estrenó en el pancaritat palmesano. «Está muy entretenido y muy bien lo del bus lanzadera», dice Manu Llabata mientras termina de encajar un puzzle de cubos de la EMT con su hija Eli. Su pareja, Magdalena Falenta, rodeada de las otras dos pequeñas de la casa, Paula y Ainoha, estaba encantada con «el rincón de los bebés y la exposiciones de las agrupaciones vecinales. 

Salvador Maimó disfrutó como el que más enseñando en su taller de tiro de fona. Lorenzo Martorell acompañaba a su hijo Lorenzo mientras el mestre le enseñaba su arte. «Venimos siempre, cada año». Solo les quedan 364 días para repetir.