Los vehículos no podrán ir a más de 30 km/hora en toda Santa Catalina
La limitación de velocidad se indicará con señales viarias, sin necesidad de ejecutar obras
Todo el barrio de Santa Catalina será Zona 30 a partir de marzo. Es un proyecto de ejecución inmediata y que no implicará obras, tan solo un cambio de señalización para advertir a los conductores que peatones y bicicletas tienen preferencia.
Así, además del centro de Palma, que ya es Zona 30, y de los barrios de Rafal Vell, Rafal Nou y Vivero (proyecto que se ejecutará también ahora), Santa Catalina no permitirá sobrepasar los 30 kilómetros por hora dentro de sus límites.
Pese a que no es Zona 30, también en Son Rapinya se ha limitado la velocidad de los vehículos en determinados tramos de las vías de circulación, debido a la proximidad de centros escolares, al igual que en la calle Gaspar Bennàzar.
Por su configuración urbana, indica el regidor de Movilidad, Joan Ferrer, en Santa Catalina bastará con pintar los recordatorios en las entradas y colocar las señales en toda la barriada, sin necesidad de resaltar los pasos de peatones como sí se hará en el Rafal y Vivero.
Santa Catalina, comenta Ferrer, reúne las condiciones para convertirse en un "ecosistema donde el peatón y la bicicleta siempre tienen preferencia en cualquier momento". "Son casas bajas, un barrio residencial, con una parte de comercio, donde mucha gente pasea por allí, que tiene un eje cívico, que es la calle Fàbrica, que está conectado con el centro histórico...", menciona el concejal.
CONTENIDO_RELACIONADO
- El alquiler medio en Santa Catalina se sitúa entre los 1.200 y 2.000 euros al mes
FIN_CONTENIDO_RELACIONADO
Temas
Más en Diario de Palma
-
La caída de un rayo inutiliza numerosos semáforos de las Avenidas de Palma y provoca un caos circulatorio
-
Los Premios Rosa Bueno distinguen a la activista vecinal y sindical Maria Bonnin, a la asociación de Son Cladera y a los Amics del Poble Saharaui
-
Casi 700 personas participan en el fin de curso para personas mayores
-
La Fira del Llonguet de Es Pil·larí resiste el aguacero a base de música y panecillos